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CAPACIDAD SIMBÓLICA DE CONVERTIR LA PALABRA EN LENGUAJE

CAPACIDAD SIMBÓLICA DE CONVERTIR LA PALABRA EN LENGUAJE

MSc. JEANNETTE PEREIRA,
Profesora de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Sede Monagas.

En el arte de vivir, el hombre es al mismo
tiempo el artista y el objeto de su arte,
es el escultor y el mármol,
es el médico y el paciente”.
Erich Fromm, Ética y Psicoanálisis.

La cultura de los massmedias deslegitimó todos aquellos patrones positivistas que antaño nos regían. Esta cultura altamente influenciada por el consumo de dispositivos tecnoelectrónicos, promueve a los sujetos sociales a hacer nuevas lecturas de su entorno y, buscar otras maneras de asumir la realidad y el mercado.  

El auge de los massmedias en la cotidianidad del hombre, en especial la televisión, ha contribuido al uso y consumo simbólico de la palabra y de la imagen, lo cual se expresa en la nueva estética social y cultural que el sujeto asume. Ugas Fermín (2000) en una clase magistral al primer semestre de la Maestría en Educación, Mención Enseñanza de la Geohistoria, aludió a su tesis de ascenso postdoctoral, y señaló que “los lenguajes de la imagen suponen una educación no conformada con los significados aparentes del objeto, antes bien el sujeto se abre a descubrir ambigüedades ocultas más allá de la simple analogía”.

A través de la imagen grandes corporaciones han introducido no solo su cuota de responsabilidad social para los consumidores que se identifican con sus productos, sino que los han educado sobre temas de interés internacional, de tal manera que han creado modelos de consumo que igualan las diferencias y crean modas, invaden el mercado y, los imitan, los competidores. Este consumo simbólico de la palabra y de la imagen puede ser también desvirtuado en sus significados reales, para lograr imponer en otros segmentos del mercado, la cultura de las elites a los grupos sociales minoritarios que desean ser tomados en cuenta y participar, sin conocer de las manipulaciones (y los escenarios de construcción), del mercado y asumir lo que dicen, sin discriminar lo que consumen.

Se debe tener en cuenta que en la televisión predomina la imagen sobre el texto y lo oral sobre lo escrito. Sus  mensajes utilizan más la lógica de la emoción que la lógica de la razón, intentando siempre captar la atención del espectador.  Es la convergencia entre sonido e imagen lo que hace que el espectador este más pendiente del componente visual, desarrollando el “fenómeno de la evasión”, con la característica pasividad, abstrayéndose del resto de la pantalla. 

La popularidad de la televisión ha provocado que el lenguaje empleado en este medio se convierta en modelo para muchas personas. En los massmedias, sobre todo en la televisión, en los que respecta a la programación, producción y diseño de la imagen que se transmite al sujeto, en tanto objeto de su maniqueísmo, a través de las modas léxicas se crean nuevas subjetividades que trastocan los estereotipos, los lenguajes, los discursos, creando y construyendo imágenes que en muchos de los casos no concuerdan con los rasgos “coenofílicos”, ni con los patrones de consumo local.

En ello concuerda Martín-Barbero (1988), señalando que “la inexistencia de políticas para la programación televisada y la ausencia de productores independientes, lo cuales propongan innovaciones en el diseño del mensaje y del lenguaje y, la copia de los formatos reiterativos de las televisoras comerciales, son problemas que han sumido a las televisoras públicas en la postración y, en la soledad, debilitando la programación de las mismas”.    

Es importante señalar que las televisoras privadas se manejan con lógicas comerciales bastante significativas, y, por la cuantía de la inversión económica que conlleva a la diversificación del mercado y la racionalización de los procesos de producción, no están de acuerdo con los mecanismos de control que les impone CONATEL. Esta situación mejoró en el país desde el año 2004, con la aprobación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. En ella se regula el uso del lenguaje y se imponen horarios para la programación, actuando en conjunto con la Ley de Protección del niño, niña y adolescente (LOPNA; 2000),  para evitar que los menores de edad observen la programación sin la corrección de sus padres o responsables.

Si bien el problema adolece a la falta de una producción de calidad y compra de “refritos” norteamericanos, que se entremezclan con nuestra cultura, no es menos cierto que la inexistencia de una normativa que regulara estas emisiones en el país, llevaban a la televisora nacional a la bancarrota.

Nuestra habla se encuentra en constante proceso de evolución. ¿Pero será renovación o vamos hacia la pobreza expresiva?  El cambio de la letra, el uso del infinitivo por el gerundio, la confusión de las formas verbales y el ingenio a la hora de instaurar giros y modismos fónicos, expresiones nuevas, son síntomas irrefutables de que el idioma español es una lengua con mucha vida, que está despierta y en estado dinámico. Aún cuando los reacomodos son síntomas de la buena salud “per se”, las relaciones del mercado globalizado y “esas otras formas de estar juntos” (Martin Barbero, 1999), los investigadores de la lingüística opinan que la lengua se está vulgarizando, lo que no significa una devaluación sin compensaciones; sin embargo, es de hacer notar que la incorporación de nuevo léxico, enriquece la lengua.   

El lenguaje como facultad humana se aprende y educa, en primer lugar, en el entorno familiar y se rediseña con la interacción en otros lugares, como la escuela, la iglesia, los massmedias, los centros comerciales o los cybors (plural de cyber) para producir los discursos que se emiten en los contextos en los que  se socializa.

Gusdorf nos presenta en esta reflexión o parafraseo, al hombre como principal agente en el desarrollo de la comunicación. Al hombre sometido a un flujo constante de mensajes, y le invita a asumir la comunicación como un acto: de afirmación de su ser, de fortalecimiento de la identidad, que le permite controlar su tiempo y espacio y, además, actuar sobre y con los demás.

La palabra comunicación es indicativa de una acción bidireccional en la que se realiza un intercambio de información, es decir, los seres humanos dependen críticamente de su capacidad de comunicar para interactuar con el fin de afrontar las demandas de una vida en sociedad. Esta bidireccionalidad, entre interlocutores en la televisión, se consigue a través de la “interactividad”, palabra que no encierra toda la gama de matices que puede tener la comunicación como en la radio, sino en la cuota de pantalla que consigue cada programa.

Los espacios de los medias son “lugares” (Auge, 1997), donde fluyen relaciones temporo/espaciales en los cuales se legitiman por el consumo de la palabra, generadora de discursos, los sentidos y significados que en él se imprimen. Asimismo, en ellos se legitiman las formas sociales particulares que re/construyen el carácter subjetivo de las historias particulares y colectivas y las tradiciones del sujeto.

Lo interesante de todo esto es que la lengua es babélica y, no existen dos sistemas de lenguas lo suficientemente parecidas para considerar que representan la misma realidad social.  En este sentido Sausurre (1945:60),  planteaba que “la lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso comparables a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc., etc. Solo que es la más importante de todos esos sistemas”.

La lengua, deslindada  así del conjunto de hechos del lenguaje, es clasificable entre los hechos humanos, mientras que el lenguaje no lo es. La lengua como expresión social es la que le da identidad y sentido de pertenecía al sujeto con sus contextos, con una realidad particular y, de lo cual no se exime el lenguaje como facultad, por la que ese sujeto se implica en una cultura.

La palabra emitida a través de la lengua es la que le da significado y sentido, al sujeto según la realidad social en la que se emite, en la que se expresa. Esta afirmación reconoce el papel fundamental que posee el lenguaje como transmisor de la cultura. En este orden de ideas Romaine (1995:51) afirma que a menudo se repite que el vocabulario de una lengua constituye el inventario de las entidades de que se habla en una determinada cultura, inventario ordenado y categorizado de modo que se establezca un cierto orden sobre el mundo. Sin embargo, el lenguaje no es el reflejo de una realidad objetiva que cada lengua modera a su manera. Le lengua nos ayuda a darle sentido al mundo, el lenguaje nos ayuda a construir el modelo.  

El sujeto como noción y categoría está en constante mutación. La noción sujeto tiene lecturas en correspondencia con la racionalidad epocal. Deviene en sujeto social en la coexistencia transversal de lo vivido, la convivencia y las diferencias que le dan al individuo pertenencia al grupo y al grupo consistencia por los individuos que lo conforman. Tal como lo señala Deleuze (cfr. Ugas Fermín, 1997:25): “No son los individuos los que constituyen el mundo, sino los mundos plegados, las esencias, los que constituyen a los individuos”.

El sujeto se constituye en actor social que interactúa según reglas de ordenamiento, dando por añadidura la del pensamiento, es decir, las distintas formas en la que participa de la convivencia y la sociabilidad los preforma como sujetos sociales. A partir de su comportamiento y,  su desarrollo vital cognitivo participa en la sociedad. El sujeto social refiere una tradición, una memoria, un código ético y moral, que pasa por lo natural, por ser los modos y las maneras admitidas como normal en la relación con los otros, acorde con valores que guían las relaciones sociales y las reproducciones que en ella se generan.

La redefinición del término por el descentramiento y la autoafirmación diferenciante, cuyas prácticas ciudadanas no concurren hacia un eje de lucha focal, sino que se disemina en una pluralidad de campos de acción, en la homogenización y fragmentación por las prácticas culturales donde las demandas dependen más de la elocución en los actos comunicativos y, no de los sistemas políticos que logran fluir por redes múltiples de información, el sujeto deviene actor frente a otros actores.

En los actos comunicativos siempre hay un contenido motivacional y expresivo por el que se expresan los sentidos y significaciones que el pensamiento asume; el intercambio que se da entre los hombres y los procesos de interpretación que se desencadenan es lo que Habermas (cfr. Cordova, 1995: 53), denominó consenso racional.

En este proceso consensual se aprovisiona el hombre de los rasgos identitarios del lugar con un conjunto de signos, vocablos, giros y modismos fónicos, los cuales el sujeto social implementa para hablar y referirse con propiedad sobre un tema, para socializar y comprar su estadía en el grupo. Esta situación dialógica con el medio, entre sujetos, bidireccional que ha sido siempre la comunicación, se expresa de otra manera en el performance que sobre comunicación  manifiesta  Edgar Tovar (2008:1), él dice que es la elicitación de una respuesta. Es decir, todo a nuestro alrededor comunica, aún los seres inanimados. La danza de las abejas de Kart Von Frisch, un terremoto, una sonrisa, un grito, un laúd.  Hay que ser cuidadosos en este sentido la primera se refiere a la comunicación humana y la segunda, es más amplia y abstracta.

El término comunicación, es  omnipresente  puede ser referido a todo lo que existe, a personas, animales y seres inanimados. La comunicación se constituye en todo un sistema infinito y continuo de relaciones por eso podemos hablar de comunicación animal, electrónica, masiva, humana, etc. 

Sin embargo, la comunicación humana es omnipresente y omnipotente, es la protagonista de ese quehacer comunicacional por la amplia facultad que posee el sujeto para hacerlo. En tanto elabora el pensamiento y, le da sentido y significado a la palabra, apropiándosela desarrolla el/los discurso(s) con los que se interrelaciona con los demás. 

Dance (cfr. Tovar, 2008: 2) expone su punto de vista de la siguiente manera: “(…), el ser humano tiene acceso a todo el ámbito de los medios no simbólicos de comunicación disponible para todos los animales y para la materia inanimada. Pero a diferencia de cualquier otra criatura o creación, el hombre posee la capacidad de comunicación mediante el uso de símbolos”.

El hombre hasta ahora era el único animal considerado comunicativo/comunicable. Desde luego, no se pueden  despreciar los experimentos con perros Dol en Siberia, en lo que a través de los timbres del aullido se ha logrado comprender su organización familiar, en actividades como apareamiento, hora de comer, recogida de la camadas o crías, entre otras experiencias registradas.

La diferencia está en que los animales emiten señales y el hombre posee un lenguaje que le hace capaz de hablar de sí mismo, de reflexionar sobre sí mismo, de pensar. Entre las ideas que sintetiza Sartori (1998:24), sobre este punto nos dice que “(…) el lenguaje esencial que de verdad caracteriza e instituye al hombre como animal simbólico es “lenguaje-palabra”, el lenguaje de nuestra habla”.

En este mismo orden de ideas, Sebeok (cfr. Esté 1997:108) sostiene que “el lenguaje es un sistema modelador, pero difiere de las representaciones mentales del animal al ser capaz de estructurarse jerárquicamente respondiendo a prioridades lógicas y, en el caso de la lengua a prioridades sintácticas”.   

A diferencia de cualquier otra criatura, el hombre posee la capacidad adquirida de comunicarse, de ser “loquax”, mediante el uso de símbolos, signos y señales capaces de intercambiarse en la interacción social, para interpretar la realidad, orientar su existencia  e interactuar con los demás.

En  las distintas lecturas de lo real se  difunden diversos mensajes y respuestas interpretativas por las propias prácticas sociales cotidianas en donde las relaciones sociales de ese sujeto, construyen y reconstruyen su experiencia fundamentar con la vida. El pensar, el generar el pensamiento evocando la experiencia, para comunicar lo que siente en el otro y por el otro, para hacernos entender y comprender por el otro.    

La “interacción” es una palabra clave en la comunicación cuando se  ejercita, cuando se dialogiza, pues cada interlocutor se coloca en el lugar del otro, para percibir el mundo de la misma manera, implica un rol y se emplea una mutua empatía, es decir, es la proyección de cada quien en el estado interior o en la personalidad de los demás.

La comunicación tiene entonces una virtud creadora, da a cada quien la revelación de sí en la reciprocidad con el otro. En el mundo de la palabra se da la edificación de la vida personal prestándose la comunicación bajo la forma de una explicitación de valor. La gracia de la comunicación en la que uno da recibiendo, en la que uno recibe dando, es el descubrimiento del semejante, del prójimo, del otro yo mismo, porque se identifica con el valor cuyo descubrimiento se logra merced de un encuentro, que se hace propio: la palabra.

Es la puesta en práctica de la racionalidad que se está conformado con los distintos aprendizajes que se tienen en los distintos contextos en los que se socializa. La comunicación cuando se lleva a cabo en la forma adecuada, confiere poder a los conocimientos, a los saberes y a los sentimientos de una persona. Es decir, quien sabe comunicarse tiene poder: de dejar constancia en el mundo de influir sobre otros, transformar, alterar, etc.

Señala Gusdolf que “la palabra es para el hombre comienzo de existencia, afirmación de si en el orden social y en el orden moral. Antes de la palabra solo hay en el silencio vida orgánica que, por lo demás, no es un silencio de muerte, pues toda vida es comunicación”.

La palabra es la que inicia al hombre en su relación social. Lo que hace único al homo sapiens es su capacidad simbólica de convertir la palabra en lenguaje y, el lenguaje en discursos (Sartori: 1998:23). La evolución del hombre corre paralela al desarrollo del lenguaje y, de los avances tecnológicos que la apoyan y la procesan. Fue así como la escritura y el uso de la palabra pasaron a ser “bienes perdurables” en la cotidianidad y, en el mercado.

Si bien la palabra muere con el hombre, su esencia plasmada en la escritura perdura en la historia. Al almacenar, expandir y explotar el lenguaje como un medio de control simbólico, el sujeto no solo tuvo el control de la realidad, sino que se estableció como una condición fundamental para la privatización de la mente.   

El hombre a través de las palabras que son símbolos que evocan representaciones, y por lo tanto llevan a la mente figuras e imágenes de la realidad, de objetos visibles como abstracciones que denotan y connotan resultados visibles/reales en la cotidianidad, articulan el lenguaje para el procesamiento de la información cuyo poder como código al alcance del colectivo le ayuda a percibir la realidad y a sobrevivir en ella. 

En el diseño del mensaje de los massmedias tienen una gran responsabilidad los actores que lo argumentan, ya que informarán de lo que es diferente en lo cotidiano, buscarán la primacía informativa y la originalidad y singularidad que desemboca en la uniformidad de la audiencia y, la banalización del acontecimiento.

En la televisión coexisten varios lenguajes, se combina lo visual, lo acústico y lo verbal. Existen lenguajes dentro de otros lenguajes. El lenguaje televisivo utiliza recursos y técnicas del lenguaje cinematográfico (encuadre, sucesión de planos, secuencias, etc.); del lenguaje periodístico toma en los informativos los modelos de boletines informativos, reportajes entrevistas, entre otros; y del lenguaje radiofónico, desde la estructura de la programación hasta el concepto de audiencia tipo, o el estilo coloquial, directo o conversacional en el proceso comunicativo.

En este media la palabra debe hacerse, haciéndose visual, para suplir a la vista. El oyente se convierte en un ciego involuntario que quiere recibir a plenitud lo que se dice, la información y las referencias de lo que se lee. Solo cuando se lee la escritura en voz alta, cuando se le locuta, sólo entonces el acento de una grafía adquiere ánima o soplo de vida.

Por esta razón retomo la idea que la palabra como grafema es un privilegio de algunas civilizaciones que han alcanzado este grado de especialización. Los indios samis del norte de Europa todavía mantienen un sistema de comunicación oral, no han permitido la escritura de sus tradiciones y su cultura.

La primera utilidad de la palabra fue constituirla en grafos, otorgarle grafía, para disponer de un sistema de representación de las ideas y del pensamiento, lo cual permitió conservar la información para transmitirla a otras personas. La palabra en sí misma es texto y, es registro. Es decir, del mismo modo que los sonidos se unen para formar palabras y estas se agrupan de una vez en enunciados, los enunciados se combinan para formar unidades superiores en los textos y en el discurso. Los enunciados que componen un texto deben estar relacionados con el significado de manera que se presentan como elementos al servicio de un tema en común

La palabra y el texto tienen como función primordial transmitir información, dependiendo del ámbito en que se producen son textos periodísticos, publicitarios o científicos técnicos. Atendiendo a la intención y a la función comunicativa que predomina en ellos puede ser persuasivo, informativo,  prescriptivo y literario.

La experiencia es parte del sujeto en sí mismo, se adquiere a través de la sociabilidad y, en ella se exponen/explicitan las representaciones sociales y culturales, configuradas desde el nacimiento y desde antes del nacimiento en el sujeto, a través de la lengua. 

Por lo tanto, el pensamiento se ejecuta como expresión voluntaria de la razón educada, en tanto el hombre desee comunicarse. Como señala (Pereira, 2001), en  los procesos comunicativos tenemos que señalar tres dimensiones que afectan al proceso comunicativo: en primer lugar, una dimensión cultural que permite proyectar un discurso individual, personalista, cargado de los matices del emisor; en segundo lugar, la tecnológica, en la cual la instrumentalización para socializar la información debe fascinar al oyente; pero esto no quiere decir que su significado funcional sea el mismo; y, en tercer lugar, la realidad social que tiene que ver con la visualización de otros problemas y otras lógicas para pensar y asumir la realidad y la palabra.

El objetivo de la comunicación no es tecnológico, en esencia es natural y humano, por lo tanto, cultural (Pereira, 2010); es así que concierne a la comprensión de las relaciones entre los individuos y entre estos y la sociedad. Por eso Foucault, en su libro La Historia de la  Sexualidad, en el capitulo II, sobre El Método, señala que la palabra y, con ello el discurso, genera poder no cuando se conocen las relaciones de fuerza, citando a Maquiavelo, sino cuando se conocen los mecanismos de las relaciones de fuerza para ubicarse en el contexto.

El conocimiento/logos, en tanto saber que confluye en una realidad, escapa hoy de las mudanzas ideológicas que nos están transfigurando. El lenguaje que se plasma en el discurso debe adecuarse a los nuevos tiempos y romper con las barreras generacionales que no nos permiten asumir la realidad. Hay que dar un giro a la racionalidad con la que nos de/re/construyeron en el siglo pasado. No desperdiciarlo todo, pero hay que mirar al futuro con otras maneras de pensar, de asumir la realidad, la identidad y el sentido de pertenencia. Hay que asumir que nos hemos alterado por las nuevas tecnologías, que debemos asumir la palabra y el acto comunicativo en sí de otra manera. Alterándonos.   

Bibliografía:

Córdova, Victor (1995) La Sociología de lo Vivido. Pág. 53. Publicaciones de la UPEL. Préstamo circulante.

Esté, Aquiles (1997) Cultura Replicante. Cap.III  Antroposemiosis. Editorial Gedisa. Pág.108. Barcelona. España.

Martin Barbero, Jesús y Rey, Germán (1997)Los ejercicios del ver. Hegemonía Audiovisual o Ficción televisiva. Editorial Gedisa. Barcelona. España

Pereira Souquet, Jeannette (2000) La deconstrucción lecto y léxica del escolarizado por la publicidad televisada. Trabajo no publicado.

Romaine, Suzanne (1996) EL lenguaje en la Sociedad. Una introducción a la sociolingüistica. Lengua, sociedad y Realidad. Págs. 42 y 51. Editorial Ariel, S.A. Barcelona. España.

Sausurre; Ferdinand (1945) Curso de Lingüística General. Cap. III. Objeto de la Lingüística. 1.- La lengua; su definición. Pág. 60.  Editorial Lozada, S.A. Buenos Aires. Argentina .

Sartori, Giovanni. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Homo Sapiens. Págs. 23-24. Editorial Taurus. Barcelona. España

Ugas Fermín, Gabriel (1998) La ignorancia Educada. Editorial Talleres de Estudios Epistemológicos en Ciencias Sociales. Págs.181. San Crístobal.  Estado Tachira.

Digital:

Tovar, Edgar (2008) La Comunicación Humana. Monografias.com/Monografias/shtml

Romo, Cristina (2009)La Radio http:// Congresos de la Lengua.es/Zacatecas/Plenarias/radio/Romo…39K

Sánchez Griece, Germán (2009) Técnica en el Coloquio Espiritual http://es, catholic.net/religiosas/803/2775/artículo. Php?id=2… 124K

Munera Uribe, Pablo Antonio (2008) Nivel 2. Formación en Comunicación Organizacional. 

Herrera, Amalia (2009) La comunicación educativa http:// docencia y danza. Blogspot.com/2009/06/2-encuentro-25- -de…-91K 

Martín-Barbero, Jesús (1999) Comunicación. Fin de Siglo ¿Para donde va nuestra investigación?http://www.jalisco.gob.mx/srias/educación/8cristin.html.4/11/99. Págs 1-9

Conferencias:

Fermín, Gabriel  Conferencia (Marzo, 2000)  El docente en el discurso pedagógico Trabajo de ascenso Postdoctoral. No publicado.


 

ENTRE LA INFORMACIÓN Y LA INTERPRETACIÓN. ESTUDIO DE LAS CRÓNICAS DE JULIO ACANDA

ENTRE LA INFORMACIÓN Y LA INTERPRETACIÓN. ESTUDIO DE LAS CRÓNICAS DE JULIO ACANDA

Lic. NAYARA TARDO AZAHAREZ, MSc. DAGMAR HERRERA BARREDA y MSc. YANELA SOLER MÁS,
Periodista y profesoras de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Resumen

La presente ponencia es el resultado de una investigación que propone un acercamiento a la construcción del discurso periodístico audiovisual de las crónicas de Julio Acanda, publicadas en el espacio La Crónica del Domingo de la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión, entre el 2011 y 2013.

Con un enfoque empírico y descriptivo, emplea la metodología cualitativa y aplica como principal método de investigación el Análisis del Discurso a partir de los supuestos del teórico holandés Teun Van Dijk.

El estudio parte de la certeza de que la crónica periodística audiovisual constituye el género periodístico menos desarrollado en los espacios informativos nacionales y se inserta además en la línea de investigación del Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, análisis del discurso periodístico audiovisual. Constituyendo un punto de partida para el rescate del género en los diferentes espacios informativos  nacionales.

Palabras Clave: Crónica, Televisión, Discurso periodístico audiovisual, Julio Acanda.

Introducción

Para el periodista español y teórico del audiovisual Mariano Cebrián, “la crónica consiste en la información sobre unos hechos ocurridos durante un período de tiempo desde el lugar mismo, o próximo a donde han ocurrido, por un informador que los ha vivido como protagonista, testigo o investigador y que conoce las circunstancias que los rodean. Se refiere a un hecho o conjunto de hechos con cierta vinculación entre sí por el tema, personas implicadas y lugar donde se produce” (1992, p.90).

Sin embargo, la premura con la que se trabaja en los espacios informativos en Cuba, hace que algunos periodistas y el propio equipo que los dirige, olviden en muchas ocasiones la riqueza de la crónica para contar historias y hechos con un estilo diferente sin perder el carácter informativo.

Julio Acanda, periodista y realizador de la Televisión Cubana, ha venido realizando una intensa labor en el rescate de este género en los espacios informativos nacionales, pues considera que “es el propio periodista el que tiene que ir creándose su mundo, su estilo de contar, su manera de ver las cosas de las que tiene que escribir o de las que tiene que reportar, y de esa manera, pues se va creando ese cronista” (Entrevista personal, 17 de octubre de 2013).

A través del análisis del discurso periodístico, esta investigación cualitativa estudia las crónicas de este periodista cubano, lo que permitirá conocer cómo se construye la realidad a partir de las estrategias discursivas que utiliza en sus crónicas y los aportes de las mismas al periodismo audiovisual que se hace hoy en Cuba.

Para abordar el análisis del discurso, enfocado en las características y particularidades del medio audiovisual, nos apoyamos de los presupuestos teóricos de Teun Van Dijk, por entender al discurso como práctica social en estrecho vínculo con el contexto que lo origina. Además, constituye el referente más trabajado desde la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en el campo del análisis del discurso.

Así mismo, mediante entrevistas y la documentación bibliográfica, nos acercamos a una definición de lo que es la crónica periodística audiovisual y, sobre todo, cuáles son los rasgos del contexto que influyen en la construcción  discursiva audiovisual de las crónicas objeto de estudio.

Desde la propia Facultad, esta tesis toma de investigaciones anteriores (Tesis de Licenciatura de Celia Pérez Rodríguez, realizada en 2010, y de Jorge González Vázquez, producida en 2012.), que tienen como objeto de estudio la construcción del discurso periodístico. En cuanto a la obra de Julio Acanda en particular, destaca en el curso 2008-2009 la tesis de licenciatura de Ilen González Bolaño, Una mirada de Cuba a través de Somos Cuba: Construcción periodística audiovisual del tema Cuba en el espacio Somos Cuba, dirigido también por este periodista de la Televisión Cubana.

Como basamento teórico de la investigación recorrimos el necesario camino que permite enfocar algunas peculiaridades del discurso entendido como interacción social y la relación del mismo con el contexto y la ideología y se abordó la construcción del discurso periodístico audiovisual para luego centrar la atención en la crónica periodística audiovisual y sus características.

Más tarde nos acercamos a los primeros momentos de la crónica como género en Cuba así como sus características en el audiovisual y en el contexto cubano específicamente. Expusimos el tratamiento que recibe la crónica por parte del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, así como el trabajo de Julio Acanda en el rescate del género en el audiovisual y en el espacio La Crónica del Domingo.

Con este conocimiento planteamos las principales rutas metodológicas que hoy compartimos:

Metodología

Tema: Análisis del Discurso Periodístico Audiovisual de las crónicas de Julio Acanda, publicadas en el espacio La Crónica del Domingo de la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión, entre el 2011 y 2013.

Problema de Investigación: ¿Qué rasgos tipifican la construcción del Discurso Periodístico Audiovisual de las crónicas de Julio Acanda, publicadas en el espacio La Crónica del Domingo de la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión, entre el 2011 y 2013?

Objetivo General: Analizar los rasgos que tipifican la construcción del Discurso Periodístico Audiovisual de las crónicas de Julio Acanda, publicadas en el espacio La Crónica del Domingo de la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión, entre el 2011 y 2013.

Objetivos Específicos:

1- Determinar las características de la crónica audiovisual como género en los contextos internacional y nacional.

2- Identificar los principales rasgos del contexto nacional en el que se inserta la construcción discursiva audiovisual de las crónicas de Julio Acanda.

3- Describir las Estrategias Discursivas Audiovisuales que utiliza el periodista en sus crónicas para la construcción de la realidad.

4- Analizar las características de las crónicas de Julio Acanda dentro de los informativos audiovisuales cubanos.

Partimos de las premisas de que la crónica audiovisual constituye un género poco empleado en los espacios informativos nacionales debido a la premura con la que se trabaja en los mismos y a la sensibilidad que debe tener el cronista para encontrar un motivo de inspiración en las historias.

Julio Acanda, periodista y realizador de la Televisión Cubana, ha desarrollado una intensa labor en el rescate de este género en los espacios informativos nacionales. Sus crónicas imponen al periodismo audiovisual cubano, la necesidad de un bagaje cultural que les permita a los propios periodistas, enfrentarse a un lenguaje y a una manera de decir, que involucre al espectador en la historia que están contando.

Como categoría de análisis central definimos la construcción del discurso periodístico audiovisual. El discurso periodístico según Miguel Rodrigo Alsina (1993) es un proceso especializado, mediado y socialmente legitimado e institucionalizado, que consta de tres fases interdependientes: producción, circulación y consumo. De ahí que, la construcción del discurso periodístico audiovisual, como objeto de estudio de esta investigación, se define como un proceso mediado por el contexto en que se desarrolla y orientado hacia la representación de la realidad por parte del emisor a partir de la articulación de las estrategias, estructuras y códigos del lenguaje audiovisual.

La presente investigación pretende especificar los rasgos que tipifican la construcción del discurso periodístico audiovisual de las crónicas objeto de estudio, por lo que se puede decir que es fundamentalmente descriptivo y empírico, pues está en función de identificar el fenómeno y especificar sus propiedades, ajustándose solo al análisis y no a algún tipo de dato cuantificable. Dicha perspectiva permite un acercamiento profundo al objeto de estudio, poniendo énfasis en el contexto en que se inserta.

Como método central empleamos el Análisis del Discurso (enfocado en las características y particularidades del medio audiovisual y apoyados en los supuestos del teórico holandés Teun Van Dijk) y como técnicas de investigación la revisión bibliográfica y documental y la entrevista semiestandarizada.

Universo y muestra:

Se analizó la totalidad de las crónicas periodísticas de Julio Acanda, publicadas entre los años 2011-2013 en el espacio La Crónica del Domingo de la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión. La muestra quedó compuesta por 39 crónicas hechas específicamente para ese espacio.

Resultados:

Rasgos que tipifican la construcción del discurso periodístico audiovisual de las crónicas de Julio Acanda.

Las crónicas analizadas se insertan dentro de la Emisión del Fin de Semana en el espacio La Crónica del Domingo que da cierre a la Emisión Estelar precisamente del domingo y representan la totalidad de las emitidas en el período comprendido entre 2011 y 2013. Los materiales tienen una duración de 3 minutos aproximadamente, que varía según las historias representativas de un tema y en relación con la necesidad del realizador de mantener la atención del público.

Durante el análisis de las crónicas se pudo apreciar la existencia de diversas líneas temáticas seguidas por el realizador a la hora de construir sus crónicas periodísticas audiovisuales. De lo que se deriva que, de las crónicas analizadas, 18 fueron realizadas en el exterior y 21 en Cuba, en las que a través de aspectos anecdóticos y curiosos, el realizador trata de dotar de interés humano a cada historia, resaltando todo aquello que resulte habitual para los personajes y por la implicación que la audiencia tenga con los mismos.

Por tanto, los personajes en cada una de las historias, mediante el uso del argumento y el conflicto, se posicionen como personas comunes, que provocan ciertas emociones en el público. Así, a través de cada uno de ellos se refiere a formas de vida cotidiana, al tiempo que crea una imagen pública del país y de su gente con respecto a otros contextos (Ciclista, Trinidad, La Mama, Gigantería, Bicicleta Gigante, Cheo Molina).

Las crónicas analizadas se ajustan a la clasificación que ofrece el profesor peruano Juan Gargurevich de crónicas de interés humano y crónicas de viaje. En las que también se evidencia una inclinación del realizador por las crónicas taurinas a las que hace referencia el teórico español Mariano Cebrián. Asimismo, se privilegia el uso de la estructura Aristotélica, mostrando un dominio de los elementos dramatúrgicos. Y la presencia de las estructuras de la crónica periodística audiovisual  ofrecida por Cebrián como la piramidal doble, la de pirámide invertida descendente y la piramidal o ascendente.

Por su parte, los códigos del lenguaje audiovisual responden a las particularidades de la crónica como género audiovisual y a los objetivos del realizador para ubicar al espectador en un contexto específico. De ahí que el periodista legitime su discurso mediante estrategias de disimulo, empleando recursos visuales como la metonimia y la sinécdoque, y figuras lingüísticas como la metáfora y el contraste.

Existe una preferencia por los primeros y primerísimos planos (en el caso de las entrevistas) y los planos generales (para describir el contexto o la situación). Sin embargo, los planos de detalles también son muy frecuentes en las crónicas estudiadas, sobre todo con fines emotivos, para resaltar características esenciales de los personajes y de la propia historia. En este sentido, es necesario aclarar que debido a la experiencia que ha adquirido el realizador con el transcurso de los años, prefiere filmar él mismo. De ahí que, como el micrófono que utiliza es el de la propia cámara, a la hora de hacer las entrevistas debe acercarse un poco más a los entrevistados a fin de lograr un buen audio.  Por lo que, los primerísimos planos y planos de detalles han partido de esa necesidad, pero los ha ido incorporando como parte de su estilo, al punto de convertirse en un sello propio.

El uso de luces y sombras también prepondera la puesta en escena, explotando la expresividad de los planos, a partir de tomas con luz natural o artificial. Y el color se relaciona estrechamente con el sentido y la atmósfera que crean las luces y el propio contexto donde se desarrolla las historias. El uso de los tonos claros proporciona una imagen llena de significado y un efecto alegre, sencillo, lo que es evidente en la mayoría de las crónicas analizadas. Mientras los tonos oscuros crean un marco más pesado, sombrío y serio.

El montaje y los efectos son elementos claves en la estructuración de un material audiovisual. Por lo que son muy usados los cortes paralelos y por efectos para vincular los planos que no guardan una conexión directa y establecer una relación causa/efecto poniendo las imágenes en función de lo narrado. Esta técnica es usada también  para introducir un diálogo (entrevistas) o para dar a conocer el contenido de la nueva imagen (en el caso de su presencia en cámara). También el uso de los elementos estéticos, como las imágenes de archivo (fotos, grabaciones de voz o videos) usadas para ofrecer los antecedentes o las causas del conflicto que presenta al público, favorecen el proceso de edición.

Consideraciones finales

La crónica periodística audiovisual constituye el género periodístico menos desarrollado por parte del Sistema Informativo de la TVC y sus respectivas emisiones. Siendo la Revista Buenos Días y la Emisión del Fin de Semana, los espacios donde más se desarrolla este género.

Entre las causas identificadas, está la de ser el más difícil de los géneros periodísticos. Por lo que solo se acuda a ella cuando hay un hecho muy puntual y no como un género que pueden potencialmente trabajar todos los periodistas por igual.

Además, no se exige entre los trabajos mensuales que debe publicar cada periodista, y en el Sistema Informativo de la TVC su presencia está muy relacionada con un tipo de crónica de efemérides o aniversarios, que se centra propiamente en un escenario o un personaje determinado.

En el contexto cubano específicamente, la crónica se caracteriza por ser un género complejo que requiere de una sensibilidad especial que permita identificar los temas y  construirlos dramatúrgicamente de forma atractiva. Existiendo una carencia de estilos propios por parte de los periodistas, una excesiva adjetivación. Así como la prevalencia de los temas y la remembranza a figuras generalmente nacionales.

El espacio La Crónica del Domingo no solo ha potenciado el trabajo con el género en el audiovisual, sino que ha facilitado a la Emisión del Fin de Semana una característica que la distingue y diferencia del resto de las emisiones de la semana.

Sin dejar de reconocer el trabajo de otros periodistas que impregnan una distinción en sus crónicas, como Ismari Barcias, Yosley Carrero y Abdiel Bermúdez, Julio Acanda destaca como el periodista que más trabaja el género en el Sistema Informativo de la TVC.

Sus crónicas se caracterizan principalmente por el empleo de la entrevista como herramienta periodística, el sentido humano que le da a las historias, el empleo de un lenguaje sencillo y la presencia de un estilo personal caracterizado por un constante seguimiento a los temas que trata en sus crónicas, en las que también apela por la presencia de figuras públicas captadas en su cotidianidad.

Bibliografía:

Alonso, M. &Saladrigas, H. (2002). Para investigar en comunicación social. Guía didáctica. La Habana: Editorial Félix Varela.

Cebrián, M. (1992). Géneros informativos audiovisuales. Radio, televisión, periodismo gráfico, cine, video. Madrid: Editorial Ciencia 3, S.A.

Castro, Y. (2009).Una nueva versión del mito ying yang. Un estudio en torno a la construcción del discurso periodístico sobre temas nacionales e internacionales en el Periódico Granma. Tesis en opción al título de Licenciatura en Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba.

Gargurevich, J. (2006). Géneros periodísticos. La Habana: Editorial Félix Varela.

Gomis, L. (1991). Teoría del Periodismo. Cómo se forma el presente. Barcelona: Paidós Comunicación.

González, V. (2006). Para entender la televisión. La Habana: Editorial Pablo de la Torriente.

González, I. (2009).Una mirada de Cuba a través de Somos Cuba. Construcción periodística audiovisual del tema Cuba en el espacio Somos Cuba. Tesis en opción al título de Licenciatura en Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba.

Herrera, D. (2008).La localidad en pantalla. Un estudio sobre el desarrollo de la televisión de cobertura local en Cuba. Tesis en opción al grado de Máster en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba.

Van Dijk, Teun (2001a). El análisis crítico del discurso y el pensamiento social. Atenea Digital, No.1, pp. 18-24. Disponible en: http://blues.uab.es/athenea/num1/vandijk.pdf, extraído el 3 de junio de 2013.

____________ (2001b). Discurso, ideología y contexto. Folia Lingüística, pp. 11-40.

 

MARTÍ EN MUCHAS VOCES

MARTÍ EN MUCHAS VOCES

Declaraciones de varios prestigiosos intelectuales e investigadores acerca de sus visiones sobre el más universal de los cubanos.

MSc. RANDY SABORIT MORA,
Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

DIANA ABAD: “MARTÍ LE ’INYECTA’ VIDA NUEVA A LA GENTE”

Para la investigadora cubana Diana Abad, José Martí tenía la capacidad de “inyectarle” vida nueva la gente, algo utópico para muchos políticos de este mundo, quienes conducen su discurso por la vía contraria a los hechos.

“Martí le ’inyecta’ vida nueva a la gente”, afirmó la académica, al comentar sobre los valores del memorable discurso pronunciado por el Apóstol el 26 de noviembre de 1891, conocido como Con todos, y para el bien de todos.

“Para fundar un pueblo democrático hay que contar con el concurso de todos. Hay que evitar el ajuste de cuentas entre cubanos y españoles, por eso considero que esa pieza oratoria es de un valor extraordinario”, opinó.

En esa alocución de alta política, acotó, Martí define los diversos tipos de cubanos y maneja conceptos con un tratamiento novedoso. “Hay una apertura que suponía un cambio en varios patrones: todos caben, excepto los que estén en contra de la independencia”.

Abad, estudiosa de la labor del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y su vínculo con el periódico Patria respondió a varias preguntas relacionadas con ese tema.

-¿Por qué considera que trascurrió menos de

un mes entre la fundación del semanario

Patria y la proclamación del PRC?

“Desde el 14 de marzo de 1892 hasta el 10 de abril de aquel año todas son fórmulas de transición. Semana tras semana se fueron publicando la Bases del Partido Revolucionario Cubano en el periódico. Todo lector del rotativo las fue conociendo.

“Estas, junto a los Estatutos del PRC, pautan la disciplina indispensable que se necesitaba para que esa agrupación funcionara como elemento de unidad.

-¿Fue Patria el órgano del Partido

Revolucionario Cubano?

“A veces estamos aferrados a lo que dice el papel, también hay que apreciar lo que no dice. No hacía falta darle a Patria el calificativo de “órgano oficial del Partido Revolucionario Cubano”. Martí en su artículo “A nuestra prensa”, define a Patria como un soldado, y un soldado cumple órdenes.

“Todo hay que analizarlo en su contexto, por ejemplo, considero que Tomás Estrada Palma no hizo mal en calificarlo como órgano de la Delegación del PRC después de la muerte de Martí. Eran tareas distintas, y diferentes las circunstancias. El Partido no dirigía, auxiliaba, y en 1895 ya había iniciado la contienda en Cuba”.

-¿Hubo algún elemento significativo en el primer

número de Patria que le sirviera de argumento

al cubano Enrique Trujillo para que saludara

a ese periódico como órgano del PRC?

“Trujillo podía estar en desacuerdo, pero las Bases del PRC eran aprobadas por las emigraciones de Tampa y Cayo Hueso (ciudades pertenecientes al sureño estado norteamericano de Florida). La línea editorial era cotidiana y ante cada suceso había que dar una respuesta oportuna y convincente. Por eso Martí responde con la nota Patria: “no órgano”, a la insinuación de Trujillo”.

-¿Qué valor le atribuye al empleo

de anuncios en el periódico? 

“Los hombres que aparecían anunciados en la última página no estaban seleccionados al azar, es muy difícil que ellos no ayudaran de forma a costear  los gastos de Patria.

“Había que pagar el papel, el local de redacción, mandarlo a España para que llegara a Cuba. Los hombres que hacían Patria no cobran por eso. Aquel trabajo pensante y actuante era completamente gratuito, no estaban a tiempo completo en esa tarea porque se dedicaban a otras labores para poder vivir”.

-¿Cinco centavos de dólar por cada ejemplar

de Patria era un precio razonable

para el emigrado de entonces?         

“El precio de cinco centavos de dólar por cuatro planas era realmente caro, de acuerdo con el precio de la prensa en la época. Muchos compraban Patria para contribuir con la recaudación de fondos para la guerra que se preparaba.

“Claro, con el tiempo lo compraban además por el contenido que ofrecía, por ser un material de lectura. Se leía en las tabaquerías de distintas localidades de la emigración. Martí con Patria demostró una virtud, que no hacía falta tantas páginas para decir lo necesario”.

-¿Fue decisiva la labor propagandística

de Patria para la organización de la guerra?

“Contribuyó eficazmente a la organización de la guerra, demuestra un espíritu de concordia y de unidad. Lo publicado en Patria no es nada concreto; lo demás era canto a los valores propios del pasado. La organización de la conflagración fue eficaz, todo se mantuvo en absoluta discreción.

“Del periódico no dependió el fracaso del plan de la Fernandina (tres expediciones con armas y pertrechos militares que saldrían de Estados Unidos hacia Cuba para apoyar el inicio de la guerra del 95), de ese medio nunca salió una frase delatora”.

-¿Qué opinión le merece el Manifiesto de

Montecristi, el programa de lucha firmado por

José Martí y el generalísimo Máximo Gómez?

“El Manifiesto de Montecristi no está dirigido a los cubanos, sino a los españoles. Los cubanos lo leían de paso, pero su objetivo principal eran los españoles. Martí sabe que tenía que evitar una guerra fraticida entre cubanos y españoles.

“Había que tomar experiencia de la Guerra de los Diez Años (1868-1878). La cantidad de españoles que había en la Isla para aquel entonces era considerable. El padre de Martí -don Mariano-,  ya había muerto, pero su madre -doña Leonor-, vivía. Ambos de origen español,  muchas familias cubanas estaban compuestas de esa manera”.

-En síntesis, ¿qué significa el

periódico Patria para usted?

“Patria es el concepto más alto. Patria es un soldado: un soldado que piensa y cumple órdenes. Es un mandato del PRC”.

MARTÍ Y LA UNIDAD AMERICANA

Para el estudioso costarricense Miguel Alvarado, la mejor tradición del  pensamiento del cubano José Martí es la unidad de Nuestra América, región extendida de México a Chile y Argentina, como definió aquel visionario patriota.

América Latina es una realidad histórica, cultural, política y social, y en esa perspectiva obviamente el logro de su unidad es un momento clave para poder alcanzar la verdadera soberanía, autonomía y emancipación, declaró Alvarado.

Consultado respecto a si la creación del ALBA, Petrocaribe, Unasur y la CELAC tenía relación con lo planeado por José Martí (1853-1895) y Simón Bolívar (1783-1830), el académico dijo que todos esos proyectos de integración del siglo XXI son una respuesta autónoma de nuestros pueblos, como anhelaban aquellos héroes.

Lo que está pasando en América Latina en ese sentido, puntualizó, es cómo la huella martiana y bolivariana que tiene vigencia hoy.

Señaló que procesos políticos tan interesantes como los de Bolivia y Ecuador están atravesados por la participación de las subjetividades, como las culturas originarias y contemporáneas, que el imperio estadounidense dejó en la invisibilidad.

Martí se preocupó por poner a la vista de todos y recuperar la dignidad de estos sujetos fundamentales en Nuestra América, subrayó el profesor de la Universidad del Costa Rica-Sede del Pacífico. 

Ante la pregunta de para qué nos puede servir el estudio de Martí en la hora actual latinoamericana, el coordinador de la Cátedra Martiana en la referida academia expresó que eso es relativamente sencillo, y a la vez complejo de contestar.

"Martí es una fuente interpretativa que nos permite comprender la realidad de América Latina y el Caribe de hoy. Es prácticamente imposible intentar entender ese proceso histórico de nuestra realidad latinoamericana si no nos acercamos a los textos martianos”.

Precisamente, abundó, su ideario responde a una urgencia, a dar respuestas a aquellos momentos vitales de América Latina. De ahí que la raíz del pensamiento martiano es una fuente viva para entender en la actualidad el problema social, político y cultural de Nuestra América.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se fundó oficialmente en una cita celebrada el 2 y 3 de diciembre de 2011 en Caracas, Venezuela, con la presencia del entonces presidente Hugo Chávez y los mandatarios y Jefes de Gobierno de las otras 32 naciones latinoamericanas y caribeñas.

La CELAC busca profundizar la integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe, basado en el pleno respeto por la democracia y los derechos humanos. 

En la primera cumbre, efectuada el 27 y 28 de enero 2013 en Santiago de Chile, el gobernante Raúl Castro, en nombre de Cuba, tomó la presidencia pro témpore de ese órgano regional, hoy presidido por el gobierno de Costa Rica.

CINTIO VITIER: MARTÍ ES EL CUBANO DE LA FUTURIDAD

La sencillez saltaba a la vista en Cintio Vitier, aquel sabio martiano -por sus incontables lecturas y su postura ética- a quien tuve la oportunidad de estrecharle la mano y conocer de su boca que José Martí es el cubano de la futuridad.

"Su pensamiento es totalmente abierto a todas las posibilidades. Martí es todo futuridad, es el cubano de la futuridad", me respondió Vitier -fallecido el 1 de octubre de 2009, a los 88 años-, con voz serena y convincente en 2006.

A su juicio, en el Apóstol se conjuga la moderación y radicalidad: era radical porque iba a la raíz, y la raíz de Cuba es el antiimperialismo.

Para el ensayista, la experiencia del presidio político padecida por un adolescente de 16 y 17 años lo enseñó a vencer el odio legítimo que instiga la barbarie en cualquier hombre. "Él se dio cuenta de que aquellos esbirros y torturadores eran víctimas de un sistema".

De acuerdo con el prestigioso intelectual, "el presidio lo ayudó a ser él mismo, y lo más valioso fue su comprensión de que el odio es el triunfo del enemigo, porque el odio domina al ser humano y lo priva de la libertad".

Con relación al discurso del 26 de noviembre de 1891 en Tampa, ciudad del sureño estado de Florida en Estados Unidos, conocido como Con todos, y para el bien de todos, el también crítico apuntó que en aquella pieza oratoria señaló a siete clases de cubanos que no merecían serlo.

Aclaró que excluye a los anexionistas, los racistas, los escépticos, los aristócratas, los oportunistas, los temerosos de la guerra y de los hábitos de autoridad, y a quienes tenían miedo al español radicado en Cuba.

En ese sentido, destacó que se trata de un con todos en sentido cualitativo, pero no en sentido numérico. "Martí no es que sea difícil, sencillamente es complejo".

Referido a su estilo, el poeta comentó que "a veces en Martí la coma no es gramatical, sino musical como en la poesía; es un cambio de tono como en Versos Libres o una conjugación como en Versos Sencillos".

Al respecto, ejemplificó con esta copla: "el canario amarillo, que tiene el ojo tan negro". Ahí, abundó, la coma separa la alegría de la tristeza. Esta valoración de la coma la aprendí de don Isidro Méndez -primer biógrafo del prócer- que hablaba con pasión del Maestro.

"Martí sabía, por experiencia propia, de la fuerza de su palabra tanto oral como escrita. Sin ser vanidoso pudo comprobarlo. Con el más puro y artístico lenguaje del siglo XIX se dirigió a los obreros, a los tabaqueros", dijo al evocar lo expresado por uno de aquellos sobre el verbo martiano.

"A veces no lo entendíamos, pero estábamos dispuestos a morir por él", recordó Cintio, quien consideró que eso es una muestra fehaciente de que sí lo comprendían. "La palabra patriótica para Martí tenía que ser artística y arrobadora", sintetizó.

En su opinión, tres fueron los momentos fundamentales en su periodismo: México, las Escenas Norteamericanas y Patria. "En México su labor periodística es de examen y consejo. Examina y aconseja porque está en un país ajeno y es respetuoso".

"Las escenas norteamericanas son su monumento mayor. Nadie como él hizo tanta justicia a los hombres de Estados Unidos, a los próceres del mejor pensamiento y la mejor poesía de aquel país".

Y en Patria, concluyó, su periodismo fue de combate, mientras organizaba la guerra del 95 (1895-1898), pues entendía que la única patria posible era la libre, la cual había que conquistar.

Al preguntarle por qué fue Patria y no La Nación o El País el nombre de aquel semanario, dirigido por el paradigmático periodista desde marzo de 1892 hasta mayo de 1895, me explicó: "Patria para Martí es una intuición sin desarrollo conceptual: patria no es un país, una nación ni mucho menos un Estado. Patria es el sabor del dulce de guayaba y al mismo tiempo es también la Batalla de Las Guásimas (una de las victorias de los cubanos contra las fuerzas españolas durante la contienda de los Diez Años, de 1868 a 1878). El decía que la patria es cosa divina".

Como trascendente calificó Vitier el artículo titulado A nuestra prensa -publicado en el primer número de Patria, el 14 de marzo de 1892-, en el cual afirmó que mientras la república no estuviera segura, la libertad interior sería imposible.

Martí recomendaba, indicó, que lo que se ha de oír no es más que la voz de ataque.

Interrogado respecto al concepto martiano de patria es humanidad, especificó que debe tratarse en toda su extensión y magnitud.

"La patria no es toda la humanidad, sino la parte de la humanidad más cercana a nosotros, como especifica Martí a renglón seguido. Es un sentimiento universal. La patria de cada uno de nosotros no es el universo. En Martí no hay nada simplón", opinó Vitier.

ARIAS: LO ÉTICO VA A ESTAR SIEMPRE EN MARTÍ

Para el investigador cubano Salvador Arias, lo ético siempre va a estar en José Martí, y sobre todo en su periodismo, que a su juicio, se nutre de lo bueno del diarismo de la época, segunda mitad del siglo XIX.

“Lo ético va a estar siempre en Martí. Para él, el periodismo es un ejercicio ético y en La Edad de Oro (1889), como es para formar a los niños del futuro, que son la esperanza del mundo, lo ético está muy presente. Cualquier artículo suyo lo pasa por ese tamiz”, comentó Arias, quien ha analizado en profundidad aquella revista.

En opinión del investigador titular del Centro de Estudios Martianos (CEM), con sede en esta capital,  La Edad de Oro se diferencia de sus otras publicaciones porque prevalece una forma de escribir mucho más sintética.

Mediante aquel medio, precisa el Doctor en Ciencias Filológicas, el Maestro ajustó la capacidad literaria de desborde que tenía a una esencialidad de comunicar lo más importante y accesible a los niños, lo cual no significaba que se limitara en cuanto la utilización de recursos estilísticos.

Tampoco se cohibía, acotó, en Filosofía porque abundan planteamientos filosóficos en La Edad de Oro, que lleva a un plano más profundo. En una simple noticia, él no se queda en lo informativo, sino que analiza cómo trasciende el hecho en todos sus aspectos.

El estudioso sostuvo que aquella revista, considerada hoy como un clásico de la literatura infantil, no estaba escrita para los niños de Nueva York -ciudad donde se publicó- sino para los de Latinoamérica.

No obstante, él sabía que no todos los menores de la región podrían leerla entonces porque no habían ido a la escuela”.

“Aquella publicación era una prosa esencial, elegante, atractiva, comunicativa. Cada vez que exponía algo era con una intención. Trataba con mucho cuidado la interrelación entre las ilustraciones y lo escrito, jugaba con eso, buscaba soluciones y sobre eso hay muchas historias”, indicó el también ensayista.

Respecto al texto titulado La Exposición de París, lo que quería destacar era la presencia en aquella feria de los países de Nuestra América (región que comprendía a los pueblos desde México a Chile y Argentina, según la definición de aquel político), de todos sus hijos.

Destacó que para los niños escribía y a ellos no se le debe transmitir mucha doctrina de manera directa porque la rechazan. “Sin embargo, en La Edad de Oro está todo el sistema filosófico, ético, de valores, estético de Martí, pero de una forma que los infantes la leen y les encanta.

“Aunque aquel periodista varía la comunicación de acuerdo con el receptor, hay un rasgo importante que es el respeto al lector, a la dignidad del público, ya sea niño, hombre, mujer… Es incapaz de escribir algo irrespetuoso con el lector”, comentó el autor del ensayo Un proyecto martiano esencial: La Edad de Oro, Premio de Investigación Cultural y de la Crítica Literaria y Artística en Cuba.

Aquel escritor estuvo en la creación del movimiento literario denominado modernismo. “Él tomó de muchas partes, indudablemente tuvo mucha influencia francesa en cuanto a la concepción literaria.

Martí manifestó en la Revista  Venezolana (julio, 1881) que no sólo el pintor era quien necesitaba el color para hacer sus obras, sino también el escritor.

Referido a La América, que dirigió en 1884,  Arias señaló que fue un periódico para lidiar con el resto de los rotativos editados en la época. Un mensuario de anuncios que competía con los otros, que estaban en el promedio de los diarios de entonces y que utiliza también como un arma para comunicar sus ideas a la clase de Hispanoamérica.

Para Martí era esencial la literatura y no la retórica de aquella etapa, apuntó el estudioso al respecto, y recalcó que el redactor iba a la esencia de los asuntos.

“De ir a la raíz es que surge la literatura real, buena. Cuando hablaba de los poetas de América Latina criticaba que no buscan la emoción, sino la apariencia, el sentimentalismo.”

Él tuvo que luchar contra la retórica, el estilo predominante en las últimas dos décadas del siglo XIX, sobre todo en el español. “Por eso tomó del inglés porque le era mucho más funcional, más práctico”.

“Para aquel momento, en español se utilizaba mucho adorno y se decía poco. Sin embargo, cuando debía ser frondoso, barroco, lo era. Él podía hacerlo, pero buscaba que no fuera una literatura vana, sin raíces, por el lujo de expresar, sino que cada vez que manifestara algo fuera  a cabalidad”, opinó el especialista.

Como un aspecto a tener presente para estudiar a Martí, el investigador consideró que el prócer conocía mucho del periodismo de la época, y sobre todo el estadounidense. “Él admiraba el periodismo estadounidense en sus aspectos buenos”.

Lo peculiar es su estilo como escritor, sintetizó Arias, al exponer que para comprender a Martí es necesario analizar el periodismo de Estados Unidos de finales del siglo XIX, y ver luego el aporte que hizo como periodista, con una prosa inusual en español.

LA PALABRA, PRIVILEGIO HUMANO

LA PALABRA, PRIVILEGIO HUMANO

MSc. ALBA BRICEÑO DE OSORIO y MSc. KEILA R. MONTES,
profesoras de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Sede Falcón (Punto Fijo).

José Bidema López, profesor español, asevera que el sentido de la palabra más simple se multiplica desde el momento en que intentamos definirla. Esto es así porque el significado referencial de una palabra o una proposición es un objeto o un hecho del mundo, pero el sentido referencial del discurso es su universo, es decir, la realidad total de su unidad como posibilidad lógica (la realidad fáctica, más moral, más estética).

La palabra comunicación proviene del latín "comunis" que significa "común". De allí que comunicar signifique transmitir ideas y pensamientos con el objetivo de ponerlos "en común" con otro. Esto supone la utilización de un código de comunicación compartido, por lo tanto, para que ocurra el acto de la comunicación, los elementos que la practican deben utilizar el mismo lenguaje; de lo contrario, la transmisión de esas ideas, pensamientos, entre otros, se perdería.

Manuel Vázquez Montalbán (Historia y Comunicación Social) expresa que el lenguaje y la escritura se presentan como primitivos instrumentos de comunicación oral y escrita supeditados a las limitaciones de espacio y lugar y a su transmisión a través de la distancia entre el emisor y el receptor. La necesidad de comunicarse fue el motor de todo tipo de codificaciones expresivas.

Desde el principio de los tiempos la comunicación ha estado presente en la vida humana y a medida que ésta fue evolucionando la comunicación también lo hizo. Al principio, se manifestó de manera no verbal, así pues, comunicar es una cualidad innata y privilegio de nosotros, los seres humanos.

Todos los días los seres vivos se comunican de diferentes maneras, pero sólo los seres humanos podemos hacerlo  racionalmente, llevando a cabo infinidad de actividades, tales como conversar, reír, llorar, leer, callar, ver televisión, entre otras; por ello se dice que la comunicación humana es un proceso:

-Dinámico: Porque está en continuo movimiento y no se limita a una relación Emisor-Receptor estático, pues los roles se intercambian.  Por cuanto al emitir una respuesta, el receptor se convierte en emisor o viceversa.

-Inevitable: Pues es imposible no comunicar, incluso el silencio comunica. A veces cuando solicitamos una respuesta de alguien y no es dada, a este hecho se le pueden dar lecturas de acuerdo con el contexto de la conversación: a) no me interesa tu requerimiento; b) no quiero hablar contigo; c) quien calla otorga.

-Irreversible: Porque una vez realizada, no puede regresar, borrarse o ignorarse. La comunicación fue dada y no hay vuelta atrás. Lo que se expresó en ella, quedó.

-Bidireccional: Porque existe una respuesta en ambas direcciones. Según Pascualli, la comunicación supone un intercambio dialéctico de mensajes, en la que los polos dialogantes pueden hacer reversible la dirección del flujo y poseen una simetría basada en la posesión del máximo ‘coeficiente de comunicabilidad (http://www.infoamerica.org/teoria/pasquali1htm). Los mensajes que son emanados del emisor son decodificados por el receptor y viceversa. Se produce lo que catalogamos como feedback.

-Verbal y no verbal: Porque implica la utilización de ambos lenguajes, en algunos casos. Aunque hay otros tipos de lenguaje que también son utilizados en la comunicación como, por ejemplo, el lenguaje de señas que por su particularidad ha sido regionalizado en algunos casos. En Venezuela tenemos el lenguaje de señas venezolano que expresa situaciones y palabras de nuestra idiosincrasia y nacionalidad y el lenguaje simbólico o iconográfico que son los símbolos o íconos con los cuales expresamos algo.

Según su contenido:

-Comunicación como transmisión de información, modelo matemático de Shannon. La teoría de la información fue desarrollada inicialmente en 1948, por el ingeniero electrónico estadounidense Claude E. Shannon, en su artículo A Mathematical Theory of Communication (Teoría matemática de la comunicación Microsoft ® Encarta ® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation), teoría relacionada con las leyes matemáticas que rigen la transmisión y el procesamiento de la información. Más concretamente, la teoría de la información se ocupa de la medición de la información y de la representación de la misma (como, por ejemplo, su codificación) y de la capacidad de los sistemas de comunicación para transmitir y procesar información.            

En esta  teoría la cantidad de información contenida en un mensaje es un valor matemático bien definido y medible. El término cantidad no se refiere a la cantidad de datos, sino a la probabilidad de que un mensaje, dentro de un conjunto de mensajes posibles, es recibido. En lo que se refiere a la cantidad de información, el valor más alto se le asigna al mensaje que menos probabilidades tiene de ser recibido. Además, la teoría matemática ha sido aplicada en diversos campos como la cibernética y lingüística entre otros.

-Comunicación como intercambio de información (modelo dialéctico de Serrano, 1986). Integra componentes que se pueden observar objetivamente (Expresiones y señales: objetos de las ciencias de la naturaleza), y componentes que se sitúan a un nivel introspectivo (representaciones: objeto de las ciencias de la cultura). No obstante, los estudios de la comunicación pueden quizás llegar a establecer un puente entre el saber de la naturaleza y el de las constricciones sociales.

-Comunicación como “hacer común”, compartir experiencias (Paradigma de acción participativa, cultural y modelo semiótico-informacional). El lenguaje puede cumplir funciones diferentes, en principio una función comunicativa y, luego, otra referida a la regulación del propio comportamiento (educacion.idoneos.com/index.php/287950).  El lenguaje sirve como instrumento para producir efectos sobre el entorno social.  El lenguaje puede, a su vez, plegarse sobre el propio sujeto y también de acuerdo con su secundaridad sobre sí mismo, el lenguaje regula la función comunicativa, y transforma y reglamenta el comportamiento de los individuos.  A medida que avanza la historia, el hombre desarrolla el alfabeto, de esta manera puede conservar el conocimiento a través de símbolos y significados compartidos. Lo cual resulta fundamental para el desarrollo del lenguaje escrito.

Los primeros medios que surgen fueron la piedra, la madera y el papiro (en Egipto), incluso los mayas, fabricaban un material similar. La aparición de estos medios permitió la preservación de la cultura aunque sólo una elite podría interpretar los significados, sólo aquellos que pertenecían al ámbito administrativo, político y/o religioso. En este tipo de sociedad, la mayor parte de las personas no tenía acceso a los medios.

Llamamos sociedad sin medios a aquella en donde el aire es el único medio portador de mensajes. Pero como el hombre naturalmente se inclina a la utilización de sistemas simbólicos, otros medios de expresión, como por ejemplo, la pintura, surgen espontáneamente. Los procesos comunicativos siempre están relacionados con la problemática social de los individuos. Pasquali (http://www.infoamerica.org/teoria/pasquali1.htm) afirma que en realidad no es correcta la denominación de los medios de comunicación, pues no sólo cosifican al receptor, sino que producen sobre él un efecto paralizante, ya que le restringen su posibilidad real de la comunicación, su capacidad de intervención.

En este caso estamos de acuerdo con Pasquali puesto que si se habla de comunicación, es de suponer que el receptor tiene oportunidad de interactuar con quien le envía un mensaje, de no ser así, estaríamos hablando de información más que de comunicación.

Entre los medios y la sociedad se da una relación de mutua ‘inmanencia dialéctica’ (http://www.infoamerica.org/teoría/pasquali1.htm), es decir, que hay una relación inseparable entre éstos, pues uno modifica o es creado por el otro y viceversa. Se plantea un discutir o se afrontan situaciones, resultando que el nivel cultural de una sociedad dada está relacionado con el papel que juegan los medios, de modo que cuando el nivel cultural es más bajo, el efecto de aquellos sobre la sociedad resulta mayor. E insiste en que no se puede suplantar el fenómeno antropológico de la comunicación por el espacio de los medios, ya que se trata de una ‘aberrante reducción’

En conclusión, la comunicación se da como un intercambio razonado entre individuos con intereses afines, lo cual caracteriza exclusivamente a los seres humanos desde el comienzo de los tiempos, pasando por la evolución y desarrollo que ha tenido lugar en la humanidad.

Los esfuerzos para hacer del lenguaje una fuerza más fundamental que la realidad social en que se origina y evoluciona convienen en indicar que la esencia del lenguaje no se reduce, en absoluto, a su potencia para hacer patente lo pensado al semejante, al próximo, al prójimo. El lenguaje no es sólo comunicación, aunque lo sea principalmente. (Josébiedmanterbook.net). Según lo expuesto antes, el lenguaje no sólo es comunicación, pues siempre va complementado con otras expresiones y contextos.

La Palabra

Corrientemente desde las teorías más antiguas, la palabra es confundida con la lengua ya que ésta es considerada como “la facultad natural de hablar” (Dictionnaire de Lingüistique (1973:358). Definir así la palabra es hacer de ella un acto, como el acto de caminar, comer, actos naturales, es decir, instintivos, innatos, que están en las bases biológicas específicas de la especie humana.

En las teorías behavioristas, como lo describe E. Sapir (1973:358) el proceso de adquisición de la palabra es en realidad absolutamente diferente al de caminar, pues éste es una función biológica inherente al hombre; al contrario, la palabra es una función no instintiva, más bien de cultura. El individuo comunica sus experiencias, sus ideas, sus emociones. Él debe esa facultad al hecho de que nació en el seno de una sociedad, de ésta manera si eliminamos la sociedad el hombre tendrá todas las oportunidades de aprender a caminar, pero él no aprenderá jamás a hablar.

Partiendo del estudio de la lengua, F. de Saussure (1973: 360) define la distinción entre lengua y palabra. Para él, el estudio de la lengua compara dos partes: una esencial que tiene por objeto el estudio de ella misma, que es social en su esencia e independiente del individuo; la otra secundaria tiene por objeto la parte individual de la lengua, es decir, la palabra.

La lengua existe en y para la colectividad, es un producto social de la facultad de lenguaje en el individuo; mientras que la palabra se distingue de la lengua porque es individual y se distingue de lo social.

De esta manera, F. de Saussure (1973:361) diferencia la lengua y la palabra una como producto que el individuo graba pasivamente; y la otra es un acto de voluntad y de inteligencia. En efecto, el acto creador que es la palabra dominio de la libertad individual se opone al proceso pasivo de memorización que es la lengua, la cual es un conjunto de signos y de reglas trasmitidos como una herencia, depositados en la memoria, donde son seleccionados, así pues, éste acto creador es esencialmente el hecho del acto de la palabra dominio de la libertad, la fantasía donde no existen reglas.

N. Chomsky (1973) está en desacuerdo con algunos aspectos de la teoría saussuriana, particularmente en la asociación que hace Saussure de la lengua y de la memoria, de allí que él reformula los conceptos de lengua y palabra, examinando particularmente el problema de la frase que, según Saussure, pertenece al dominio de la palabra siendo “un problema de creación libre y voluntaria mas que de reglas sistemáticas” (N. Chomsky, 1972:63).

Resaltamos entonces que la frase, elemento de la teoría, toma en cuenta la aptitud del sujeto que la produce y que comprende frases jamás dichas antes, esta creatividad lingüística revela esencialmente el dominio de la competencia, que de acuerdo a Chomsky, “es un sistema de reglas que lleva los signos a la interpretación semántica de esos signos”.

El concepto de lengua definido por F. de Saussure como “Sistema de signos”, es reformulado por N. Chomsky que lo sustituye como concepto de competencia “Sistema de reglas”, tomando en cuenta la creatividad que fue excluida por Saussure del sistema de la lengua y que resalta únicamente la palabra.

N. Chomsky, en efecto, distingue dos tipos de creatividad: la competencia, que es la creatividad gobernada por las reglas y la palabra que es la manera del hablante al utilizar esas reglas, es decir, múltiples manifestaciones individuales que finalizan por cambiar el sistema.

Resumiendo, para N. Chomsky, la creatividad realza la forma de expresión del hablante, y para F. de Saussure, el aspecto creador del lenguaje está en el hecho de la palabra. 

El signo es todo lo que se puede interpretar, sea objeto hecho o persona; el signo está compuesto de un significado “imagen mental” que varía según la cultura, y un significante “no siempre lingüístico puede ser una imagen”. El símbolo es un signo polivalente, por ejemplo, la palabra “silla” tiene como significante /silla/ y como significado “asiento”. Para Saussure (signo lingüístico) unión significado-significante, entidad de dos caras: imagen acústica (significante) y concepto (significado).

Si queremos explicar qué es significante, diremos que es la parte física del signo, afirmando que en el caso del lenguaje hablado está hecho de sonidos y en el del lenguaje escrito está hecho de color (tinta). Podemos agregar que en el lenguaje hablado el significante es objeto de la percepción auditiva y en el lenguaje escrito es objeto de percepción visual.

El Discurso

En la concepción lingüística moderna, el discurso es una unidad igual o superior a la frase; es la posibilidad que tiene el lenguaje de multiplicar su sentido a partir de la simple unión de palabras, las cuales son independientes del significado del discurso. La perspectiva del análisis del discurso se opone a toda óptica que sostiene que la frase es la unidad lingüística terminal.

J. Lacan (1973:157) sitúa el problema inicial del discurso cuando estudia la función, el campo de la palabra y el lenguaje. En el psicoanálisis E. Benveniste (1973:157) destaca como lingüístico el problema del discurso donde la lengua funciona como un instrumento de comunicación, es de esta manera que la frase deja de ser un término último y llega hacer una unidad: la frase es la unidad del discurso.

El concepto del discurso radicalmente ha modificado las perspectivas de la lingüística contemporánea, ya que el análisis del discurso renueva la problemática de la lexicología, concibiendo la frase como una unidad y reintroduciendo el sujeto de la enunciación y las formaciones ideológicas que, según N. Chomsky (1973:158), se constata renovando los referentes entre lengua y sociedad.

Se hace necesario resaltar que la semiótica del discurso social o sociosemiótica pretende estudiar el proceso por el cual los mass media han llegado a ser parte integral de la sociedad y la cultura, de allí la necesidad de construir un marco teórico para la noción de discursos como una instancia productiva de textos mass mediáticos y de las acciones comunicativas, de esta manera los discursos políticos, periodísticos, etc., vinculan las formas y los espacios sociales.

Se trata entonces de enfatizar que todo individuo nace dentro de una estructura social, objetiva, dentro de la cual se encuentran elementos significantes de la socialización; de esta manera Gramsci (2001:72) habla del concepto de “clima cultural”, definiéndolo como estructuras mentales y cognitivas mediante las cuales las personas manejan el mundo social.

De este modo, Gramsci hace referencia a la construcción de la hegemonía y la subversión del sentido común afirmando que el individuo reproduce prácticas sociales, entre ellas las prácticas comunicativas que dificultan e impiden la reforma cultural para lograr nuevas formas de pensar y actuar en correspondencia con la nueva sociedad basada en la “hegemonía liberadora” y  “trabajo permanente creativo”, produciendo prácticas individuales y colectivas que conducen a la transformación de la conducta, es decir, una hegemonía que suponga un nuevo modo de aprobación cultural por parte de las masas.

En este contexto, podemos hablar del intelectual orgánico fundamentado por Gramsci, el cual estamos formando en la Universidad Bolivariana de Venezuela; un profesional comprometido con sentido político-social, con liderazgo identificado con las masas; con un discurso hermenéutico-crítico que supere el sentido común que implique no solo hegemonía política sino intelectual y moral

Desde esta perspectiva y haciendo énfasis en la nueva hegemonía hacia el socialismo del siglo XXI entre cuyos objetivos está el articular y optimizar la nueva estrategia comunicacional, haremos un discurso de construcción en contraposición con los discursos de deconstrucción del capitalismo.

Es importante difundir en las prácticas comunicativas las prácticas sociales en las que intervienen actores sociales en funciones comunicativas diferentes. Según M. Serrano (1986), Actores que se sirven de la comunicación, responsables de la información que circula y de su consumo; actores que sirven a la comunicación aquellos que ponen en circulación la información elaborada por otros actores y consumida por terceros.

El pueblo revolucionario bolivariano debe estar consciente de su papel histórico en la construcción de la Nueva Hegemonía, que pasará por momentos de confrontación, de contrahegemonía, de resistencia popular contra la hegemonía de los explotadores capitalistas para instalarse nuevamente en Venezuela y mancillar la dignidad de la patria de Bolívar.

La formación de la nueva subjetividad para la revolución bolivariana requiere un intenso y profundo proceso de formación popular, de revolución moral a través de una educación radical y liberadora de la dominación capitalista, orientada a la conformación de una conciencia social y crítica de identidad popular con principios bolivarianos e integración latinoamericana.

Bibliografía:

Benveniste, Emile. 1966. Problèmes de Linguistique Générale. Gallimard. Paris, France.

Chomsky, Noam. 1968. Analyse formelle de langues natureles.
Gouthier- Villars et Mouton.

Chomsky, Noam. 1972. Language and mind. New York, Harcourt Brace and world.  

Dubois, Jean; Giacomo, Mathée; Guespin, Louis y Marcellesi, Christiane. 1973 Dictionnaire de Lingüistique. Editorial Librerie Larousse, dernier edition revue et corrigée. Paris, France.

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Lanz, Carlos. 2001. Aportes de Gramsci  a la construcción  de la Hegemonía. Editorial Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe  (AELAC). Plan de Formación de Formadores UBV XXI. Dirección de Trabajadores Académicos. Vicerrectorado.

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Sapir, Edward.1921 Language: Introduction to the study of the speech. New York, Harcourt, Brace and world. Trad. Fr, Le Langage 1953. Paris, Payot.

Saussure, Ferdinand D. 1936. Cours de Linguistique Générale, Lausanne, Payot. Nouvelle edition 1972.

Serrano, Manuel Martín. Análisis Mediático de la verdad en la comunicación.  Madrid, 1986. Alianza Editorial.

Vázquez Montalbán, Manuel. Historia y Comunicación Social. Editorial Pablo de la Torriente La Habana.

MEDIOS, POLÍTICA, PODER…Y QUE DIOS NOS TOME CONFESADOS

MEDIOS, POLÍTICA, PODER…Y QUE DIOS NOS TOME CONFESADOS

Uno tiene los medios que se merece. Los ciudadanos
estamos obligados a hacer algo para mejorarlos.
Armand Mattelart

Dr. ROGER RICARDO LUIS,
Director de Investigaciones del Instituto
Internacional de Periodismo José Martí y
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El protagonismo mediático de nuestros días hace que en gran medida la representación de la vida  que  disponen los públicos sea,  precisamente, la que nos proporcionan, como un  flujo  cotidiano e intenso, los medios de comunicación de masas. De tal suerte, la noción de lo que acontece en el entorno local, nacional e internacional está marca por esa propuesta que resulta más eficaz, cuanto más lejana es la realidad a la que se alude.

Los medios, por tanto, median entre el contexto y sus audiencias destacando, minimizando, silenciando, satanizando, estereotipando y hasta mintiendo sobre aquellos aspectos de la diversa, compleja y cambiante trama sociopolítica a partir de estrategias discursivas pautadas a partir de determinados condicionamientos marcados por los poderes dominantes. Y son las industrias culturales nacionales y trasnacionales las principales protagonistas de ese torrente discursivo que trata de imponer visiones de la realidad como patrones civilizatorios hegemónicos.

Esa mediación  se verifica en  las instancias socioculturales desde las cuales las audiencias se apropian y resignifican el mensaje mediático que va desde el capital cultural y simbólico de cada ciudadano hasta las amplias redes de relación en que se desenvuelve. De ahí la trascendencia de adentrarse en la intrincada y orgánica relación entre medios, poder y política.

Al poder generalmente se le ha visto objetivado de manera instrumental en instituciones e individuos; la naturaleza prohibitiva, represora, pareciera ser la característica natural de quien lo detenta, otorgándole la capacidad de obligar, ya sea por la fuerza física (coerción) o psicológica (coacción), a ejecutar actos en contra de la voluntad de otros, e implica la posesión, por ende, de aparatos de control de la voluntad y vigilancia de los actos de quienes no lo tienen. Sin embargo, Michael Foucault abre las miras del poder  cuando subraya que  “transita transversalmente, no está quieto en los individuos” (1992:144). Es decir, lo pone a circular como conexión que funciona en red.

La complejidad y magnitud de esa red de poder hace cada vez más sutiles acciones como la producción de sentidos, la formación de valores, la generación de necesidades o comportamientos en la sociedad, además de las actitudes de control y vigilancia de los actores a los cuales se quiera someter. Ello pone de relieve la significación de lo simbólico como uno de los componentes esenciales del poder donde está presente la interacción de los sujetos que lo reelaboran cotidianamente en las relaciones  estructurales de índole social, económica y política del sistema social.

John B. Thompson estima que el poder simbólico se coloca entre los cuatro componentes esenciales del poder (1), y en esa dirección explica que este dependería del ejercicio de una violencia invisible y solapada, que reproduce visiones dominantes a través del intercambio de formas simbólicas, entendidas como “una gama de acciones y lenguajes, imágenes y textos, que son producidos por los sujetos y reconocidos por ellos y por otros como constructos significativos (1998:65)”. Ello deviene apoyatura para que declare que la sostenibilidad de un orden social sin recurrir a la coerción estará asociada, en buena medida, a su capital simbólico, es decir, al prestigio y reconocimiento acumulado por sus productores e instituciones.

El planteamiento de Thompson  guarda estrecha relación con el concepto gramsciano de hegemonía (2) que identifica la capacidad del grupo dominante para obtener y mantener el poder sobre la sociedad. En otras palabras, la hegemonía apunta a la capacidad cultural e ideológica de quien detenta el poder para crear, desarrollar y reproducir su racionalidad.

Todo lo antes expuesto refuerza la consideración de  que los medios de comunicación son decisivos en la producción, reproducción y socialización de un discurso estable y continuado o esquemas de construcción de sentidos para (re)interpretar la realidad a tenor con los postulados inherentes a la racionalidad ideológica de la clase dominante. Es Dennis McQuail quien proporciona una de las llaves maestras que llevan a la compresión del poder simbólico a partir del valor intrínseco de la actividad de los medios: “(…) son en sí mismos un poder por su capacidad de llamar y dirigir la atención, de convencer, de influir en la conducta individual y social, de conferir estatus y legitimidad, y aún más, los medios pueden definir y estructurar las percepciones de la realidad” (1998:124).

Como puede apreciarse, los medios ocupan un lugar de privilegio en la socialización  masiva de ciertas visiones de la realidad. De esa manera contribuyen a la reproducción del poder  al expandir “(…)  en gran medida el alcance de la operación de la ideología en las sociedades modernas” (Thompson, 1993: 291) con lo que realizan una muy valiosa contribución a la reproducción del orden establecido.

El discurso como poder

Es el discurso la expresión concreta y concentrada del poder simbólico. Se trata del  conjunto de mensajes informativos que emite cotidianamente la prensa en sus diferentes soportes tecnológicos, lenguajes y géneros,  y con el que el público procura hacerse de una visión de la realidad. Ello debiera suponer lo que Borrat caracteriza como discurso polifónico y continuo, ya que abarca multiplicidad de voces y se va haciendo temario a temario en cada una de las publicaciones.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

Sin embargo, ese discurso periodístico tiene las demarcaciones que le impone la  política editorial como metadiscurso  ordenador y funcional. Herrera señala que “(…) se trata del cuerpo normativo y procedimental que rige la orientación de un medio -informativa, de opinión y publicitaria- , y su funcionamiento como empresa, tanto al interior de la misma como en sus relaciones externas” (1997: 25). El académico afirma que no se puede perder de vista que la  construcción de la línea editorial toma por base los intereses económicos, políticos y sociales de los propietarios del medio de comunicación,  lo que  implica  también su salvaguarda a partir de su discurso periodístico. Desde la  mencionada pauta se  ponen los límites, la orientación, el orden y la jerarquización  en  la agenda mediática, lo que lo equipara (y de hecho lo es) con un ejercicio de poder.

Ese proceder genera efectos cognitivos que, como apunta van Dijk, “(…) devienen conjunto de creencias compartidas socialmente que se almacenan organizadamente en la mente en forma de esquemas o estructuras y que la psicología califica como guiones y modelos interpretativos” (1999:69).

Irene Vasilachis da las pistas de cómo los medios incorporan esos referentes en el patrimonio social a través de su discurso: “La reiteración, la falta de fuentes alternativas de información y de modelos de representación variados, y la no puesta en duda de las fuentes de conocimientos en que se basan” (1997: 208).

Como poder a fin de cuentas, el simbólico también sufre de una distribución desigual que implica que los medios  estén depositados en aquellos grupos o individuos que detentan mayor poder.  Así, el poder simbólico se verifica en el contexto de una lucha permanente entre  actores que buscan detentarlo en interés de  disponer para sí el monopolio de la visibilización de su discurso y con ello el proceso de legitimación propio y deslegitimación del contrario. 

Los medios  crean y difunden constantemente representaciones sociales hechas a su imagen y semejanza, pero más que el valor que supone el registro de esa realidad, el verdadero poder está en su construcción: el decidir la manera en que se encuadra un determinado acontecimiento, individuo o grupo para hacerlo existir como realidad social codificándola por la vía del lenguaje mediático.

Asimismo, el poder simbólico descansa también en el acceso al discurso público (en especial el que proporcionan los medios) y este guarda una relación directa con el resto de los poderes.

Para Santander, “(…) la capacidad de representar (producir representaciones de la realidad objetiva) la posee quien tiene acceso al discurso mediático y este es generalmente conferido al poder político, económico y cultural que tiene capacidad de intervención en las representaciones y están posibilitados para definir, construir y difundir su identidad construida desde los medios” (2009:135).

Desde esa visión, el periodista y académico chileno asume la pieza clave que suministra el marxismo para la compresión de este fenómeno cuando Marx y Engels, en la Ideología Alemana, exponen: “La clase que posee los medios de producción material posee al mismo tiempo el control de los medios de producción mental y, por tanto, en sentido general, las ideas a que están sometidos los que carecen de medios de producción mental (…). En consecuencia, gobiernan ampliamente como una clase y determinan la extensión y el ámbito de una época, con lo que evidentemente, entre otras cosas, regulan la producción y distribución de las ideas de su época. Es así como sus ideas son las ideas dominantes de su época” (1966:10).

Ese poder  simbólico inherente y a la vez distintivo de la actividad medial en nuestros días se naturaliza en la capacidad de gestionar la política. De ahí que con el desarrollo de los soportes comunicativos (desde la imprenta a internet), la  visibilidad política haya remontado otras dimensiones y sus representantes traspasaran el ámbito del espacio físico de la tribuna para ascender el que le ofrece la omnipresencia mediática.

Así, la visibilidad mediática se ha convertido en una herramienta fundamental mediante la cual se articulan y llevan a cabo las luchas políticas y sociales. Es por ello que en las sociedades de hoy prevalezca lo que Thompson denomina “la lucha por la visibilidad en el siglo de los medios de comunicación”.

Afirma Bisbal que “Los medios, para bien o para mal, han transformado la naturaleza de la visibilidad y la relación entre transparencia y poder. Es decir, los media hace ya un buen tiempo redefinieron la idea del espacio público; por lo tanto, el juicio que continuamente se hace del poder político o cualquier forma de poder desde los medios es un continuo escrutinio de sus acciones” (2009, 39).

Desde diferentes visiones conceptuales hay coincidencias en que los dos elementos más distintivos y dinámicos de la política en nuestros días son la ampliación de la esfera pública de la política y el espacio creciente otorgado a la comunicación bajo la apoyatura decisiva de los medios de cara a la formación de la opinión pública. Así, Omar Rincón indica que “la comunicación aparece como estrategia fundamental para la transformación de la política, pues en su campo se juegan las agendas públicas, las visibilidades ciudadanas, las actuaciones de los políticos y las atmósferas para la acción pública y el ejercicio del poder” (2008:151).

Esa  mediatización de la política encuentra en la agenda uno de sus principales soportes en tanto proceso mediante el cual las empresas periodísticas seleccionan y construyen, ordenan y jerarquizan los hechos calificados  como socialmente significativos, como también los temas que entran y salen de la escena mediática contribuyendo a formar lo que se denomina “clima de opinión” e influir en el público y el sistema político.

Esta perspectiva tiene por base la Agenda Setting (3) que, como señala Monzón (1996: 269), intenta aclarar el poder de los medios, el modo de actuar de los periodistas, la formación de las distintas agendas, la explicación de los efectos cognitivos que pueden producir aquellos y su contribución a la formación de un espacio público informativo, la creación de un contexto social relacionado con la cultura, el sistema de valores y el clima de opinión, y la formación y definición de una opinión pública que se muestre fuertemente deudora de los conocimientos que difunden los medios.

Ese propósito, empero, deviene acto de coerción simbólica que apunta a limitar el universo  referencial  y la capacidad interpretativa de los receptores mediante la intervención consciente del emisor.

Tal tipo de mediación no solo se verifica por lo que se va a expresar a través de la agenda y criterios de noticiabilidad que le sirve de columna vertebral, sino también  se presenta mediante las fuentes de información seleccionadas y los modos de narrar ese mundo significante.

Es asimismo un acto de manipulación cuya forma estructural tiene su eje central en la desinformación y cobra cuerpo a partir de la manera intencionada del uso del silencio, la descalificación, la descontextualización, el enfoque de los hechos y el lenguaje sesgado, entre otras técnicas.

Espiral sin silencios: la opinión pública

Si asumimos que los medios son responsables de la construcción simbólica de lo que nos rodea y tienen un rol principalísimo en la fabricación del consenso, no cabe duda entonces de su responsabilidad también en la arquitectura de la opinión pública cuya importancia ha crecido aparejada al desarrollo y alcance de aquellos y  a  la actividad de los institutos de sondeo de opinión y el papel que desempeñan las encuestas, factores  sobre los que la comunicación política pone especial atención.

Para Elisabeht Noelle-Neumann los individuos tienden a ocultar su opinión si piensan que la mayoría de la gente alberga un parecer contrario al suyo. Para ella, la clave estaría en controlar los medios para que su discurso se convierta en opinión dominante a partir de una mayor proyección social que hará que sus pensamientos parezcan los de la mayoría, los políticamente correctos, reprimiéndose así la opinión otra (en no pocas veces auténtica y mayoritaria) que se inhibirá o incluso se convertirá al sentir que se intuye como triunfador.

Refuerza la propuesta  anterior la teoría de la construcción social de la realidad sobre la sociología del conocimiento de Berger y Luckmann (1993), que trata de estudiar en qué medida la imagen del mundo que se elabora a partir de los mensajes de los medios es una construcción social de la realidad.

Coincidiendo con esta postura, José R. Vidal (2002) retoma un concepto de gran utilidad a la hora de evaluar el accionar de los medios sobre el colectivo que interactúa con ellos: el efecto cognitivo, entendiendo por tal el resultado que es generado sobre los conocimientos públicos afines en una comunidad, luego de la acción mediadora de los medios de comunicación de  masas.

Todo lo expuesto anteriormente guarda relación con el paradigma de la mediación de Manuel Martín Serrano, pues toda sociedad articula sistemas de orden en su beneficio. “Cuando la mediación introduce un modelo de orden entre las cosas para ofrecer una visión estable del mundo, se produce un cambio importante. La información del mediador cesa de tener por objeto la realidad original, ‘lo que ocurre’. Por el contrario, el mediador por medio de ‘lo que ocurre’ trata de explicar el orden” (1978: 53).

Los medios  en el escenario político

Resulta indispensable subrayar entonces que las características culturales, políticas, económicas de una sociedad, su historia y sus conflictos en un momento dado son las condiciones estructurales que definen el tipo de medios y actividad comunicacional que desarrollan, pues como señala Amparo Cadavid: “Crean permanentemente imágenes de la realidad, de lo que es la sociedad, el Estado, la democracia, los conflictos, la violencia, la paz, etc. Imágenes que tienen un gran cubrimiento y presencialidad en la vida cotidiana de la gente. Por ello llegan a convertirse en fuentes importantísimas de reconocimiento (…) de identificación y contextualización de los individuos con su comunidad local y como miembros de una sociedad nacional” (1989:4).  Y puede reafirmarse mucho más: no hay práctica periodística, por insignificante que parezca, ajena a la lucha por el poder o por mantenerlo.

Los condicionamientos políticos que genera la propiedad mediática delinean  las visiones que desde ellos se ofrecen  a partir de las dinámicas que pautan las lógicas profesionales y las rutinas productivas de las redacciones periodísticas.  Cadavid las resume: “La censura: presiones ejercidas de forma directa para prohibir la difusión de ciertos temas o programas que suelen resultar “incómodos” a los intereses de quienes lo practican; es decir, agrupaciones partidistas, instituciones de gobierno, gremios, mafias o particulares todos con poder de decisión y/o intimidación. La selección de los hechos-noticia: será noticioso lo que afecte o se refiera a la estructura económica y al  movimiento político que son reconocidas por el “orden establecido”. El uso de modelos y patrones para confeccionar lo noticioso: Relativo a los sistemas utilizados para estructurar, construir la noticia, las lógicas tecnológicas y los entramados ideológicos funcionales a determinadas fuerzas y relaciones sociales, todo lo cual perfila al interior de las estructuras noticiosas ciertos patrones en lugar de otros, unos modelos en contraposición de otros” (op. cit.:235-236).

Héctor Borrat suscribe que “(…) el periódico más que un actor social, que permite la interacción entre los diferentes elementos de la sociedad (mediador), es un actor político, que influye y afecta la toma de decisiones en el sistema político” (1989: 98).

Para ese investigador, el discurso periodístico, por ser político, cumple funciones propias del lenguaje político: Interpretar y conectar: se hace mediante la sucesión de inclusiones, exclusiones y jerarquizaciones de la información que posee. Diseminar información: hacer saber la interpretación implícita y explícita que el actor da de los datos que ha reunido sobre los conflictos provocados por las relaciones de poder y sobre aquellos consensos que se traban en función de ellos. Proyectar al futuro y al pasado: todo actor del sistema político orienta sus comportamientos en función de objetivos permanentes o transitorios que le obliga a proyectar al futuro, hacer una evaluación de los resultados, y a la vez remitirse al pasado. Implantar la agenda pública: seleccionar ciertos temas para las discusiones que pasan a ocupar el centro de la atención pública e incluso pueden llegar a ser cuestiones para la acción política. Estimular para la acción: referida a la audiencia de las masas, esta función parece reservarse, en circunstancias normales, para el estímulo al voto electoral; en circunstancias anormales (conflictos, crisis), en su fase de expansión y agudización, para formas excepcionales de participación popular (marchas, concentraciones, huelgas, movilización para la insurrección o la guerra). Desinformar: emplea una amplia gama de mecanismos desinformativos que van desee la mentira y la omisión hasta formas más sofisticadas de persuasión (op.cit: 98).

De ello se desprende la inevitable relación existente entre los discursos periodístico y político. Borrat concluye que el mensaje de la prensa es discurso político no sólo porque lo reproduce, sino también por usar su lenguaje, factores que, además, lo distinguen como actor político al nivel de cualquier político, partido, gobernante. De tal perspectiva, la acción discursiva mediática, al ser política, también se vale, como regla, de prácticas estructurantes inherentes al discurso político como es la argumentación para buscar el convencimiento a favor o en contra.

El rol político que desempeñan los medios se acentúa y es reconocido en contextos  de conflictividad y polaridad política, ámbitos en que la deslegitimación de determinados actores políticos y el liderazgo que los ha acompañado acusan declives dramáticos unas veces visibilizados por la prensa con el fin de descalificarlos y asumir sus funciones y ganar espacios de poder; y, en otros, cuando aquellas ven en las entidades mediáticas sus tablas de salvación.

“La debilidad que tienen partidos, sindicatos y otras instancias del tejido social, abre la puerta para que estos actores entiendan que su posibilidad de intervención en la vida pública está íntimamente atada a su relación con el universo mediático”, afirma Andrés Cañizález (2004:8), quien señala, además, que ciertos asuntos de interés público pueden ser catalizadores para la constitución de alianzas tácticas entre políticos y activistas sociales, por un lado, y medios de comunicación, por otro.

Esa dimensión  tiene su encuadre  en la categoría  de poder ficticio que se abrogan los medios al determinar quién puede hablar  y sobre cuál tema en sus espacios; así el poder mediático se apropia del ámbito donde se gesta la estrategia política dando lugar a un cambio sustantivo en los  maritales vínculos poder político-medios de comunicación.

El planteamiento se refuerza a partir de la crisis de credibilidad de los partidos y su fractura, pues hace mucho más dependiente a la estrategia política de su dimensión comunicacional al dejar de ser fiables y efectivos los tradicionales vasos comunicantes partidistas con sus bases y viceversa.

Las causas hay que buscarlas en el modelo neoliberal capitalista que impacta de manera negativa el ámbito de la política  con la pérdida del protagonismo del Estado en sus funciones. Asimismo, la disfuncionalidad de los partidos tradicionales convertidos en gestores políticos de las consorcios económicos locales y trasnacionales en el ámbito de una “democracia corporativa”, como también desentendidos de los intereses del electorado  que una vez dijeron representar como valor existencial. Ambos factores han signado la ruta de su descrédito generando en  amplios sectores ciudadanos descreimiento, desilusión y apatía ante esas prácticas de gerencia política.

La creciente apatía de los ciudadanos hacia el modelo político neoliberal imperante, delinea la existencia de dos tendencias a tener muy en cuenta en la comunicación política: la enajenación del elector con el consiguiente  abandono del espacio público y su exilio al individualismo desde una marcada despolitización y desideologización, y quienes se movilizan como nuevos agentes del cambio.

Sobre la segunda tendencia, Miguel Ángel Garretón (2009: 49) específica que en América Latina se produce una nueva politización, en tanto irrumpen en ese escenario actores sociales desde fuera del marco institucional desafiando la representatividad de los actores políticos tradicionales e institucionalizados.

Para Santander, la concentración de capitales en el contexto de la denominada democracia neoliberal ha determinado que “(…) los principales medios de comunicación privados se han convertido en actores políticos explícitos de la oposición, y desde ellos y con ellos se lleva a cabo una oposición activa, permanente y militante a los gobiernos de la izquierda en América Latina” (2009: 139).

En esa misma línea, y desde la realidad venezolana, Luis Britto postula que  “(…) los propios medios se constituyen en verdaderos partidos políticos en la medida que designan o fabrican dirigencias, redactan programas y plataformas, establecen líneas, consignas y movilizan; paralelamente actúan como si constituyeran un poder político operante, asumiendo todas y cada una de las funciones de éste, y más grave aún, actúan como un Estado paralelo mediático que se erige por encima de la propia legalidad que rige los actos de los poderes públicos” (2005: 294-295).

Resulta de interés contrastar las características que asumen esos  partidos mediáticos con las que el pensamiento marxista clásico y, en particular el de V.I. Lenin, atribuye a los partidos políticos: cualquier asociación denominada partido político actúa, como regla, en calidad de forma política organizativa de una determinada clase. El partido agrupa en sus filas a la parte más activa, consciente y organizada de la clase que representa. Cualquier partido, al mismo tiempo que expresión de determinados intereses de clase, es portador político de una determinada ideología política. La esfera principal de acción de los partidos es precisamente la esfera política, y en correspondencia con ello, el objetivo principal, tanto desde el punto de vista de su formación como de su funcionamiento, es político.

Al descomunal esfuerzo comunicacional que se realiza desde esos partidos mediáticos destinado a mantener y/o recomponer la hegemonía del sistema político que representan y del cual forman parte, se contrapone, como muestra fehaciente de su ineficacia discursiva, el triunfo sucesivo que en el ámbito electoral ha tenido la izquierda en países de América Latina.

¿Dónde radica  entonces la debilidad discursiva de ese poder mediático? En primer lugar, por carácter esencialmente contrafáctico de ese discurso que hace que sea descalificado por el factor vivencial de la realidad por las audiencias, inmersa buena parte de ellas en la corriente de profundos cambios sociales que se verifican y de los cuales son protagonistas, beneficiarios y empoderados.

Estamos ante un receptor cualitativamente distinto. Como puede apreciarse, hay dos factores clave que se desprenden de dicho planteamiento: por un lado, el factor politización en la ciudadanía; por el otro, y muy estrechamente relacionado con el anterior, el valor del contexto político en que se desarrolla  la comunicación política a través de los medios. Así, las versiones mediáticas encuentran un correlato en la resenmantización crítica que hace ese ciudadano politizado.

Puede entonces concluirse que el poder simbólico se ha convertido en un factor cardinal en la producción y reproducción ideológica del sistema  destinado a la fabricación del consenso a partir del desarrollo de estrategias de dominación. Esa labor se realiza mediante un sofisticado proceso de construcción permanente de formas simbólicas socializadas con alcance global. Dicha actividad tiene por base lo que Thompson ha definido con como “mediatización de la cultura moderna”, dejando atrás el  utópico ideal reformista habermasiano de la “acción comunicativa”.

Como consecuencia de esos procesos, se ha verificado una metamorfosis  en que la política  incorpora como suyas las prácticas y metodologías que habitualmente han distinguido el accionar de los medios, dada su necesidad de supervivencia, legitimación y visibilidad.

Los medios, por su parte, también se han apropiado de las funciones cardinales de los institutos políticos tradicionales a partir del valor que supone el disponer del poder simbólico. Esa práctica los ha llevado a convertirse en partidos mediáticos, como una lógica distintiva de la racionalidad que dimana de los procesos de mediatización de la política de la contemporaneidad. Si bien es cierto que esos partidos mediáticos han trabajado como  articuladores del espectro político que representan, su actividad ha estado enfilada a la lucha por poder, como el campo prioritario de la política que significa imponer modos de comprender y significar para incidir en la toma de decisiones.

La prensa cumple funciones políticas dadas su imbricación al sistema político y sus instituciones; ello se verifica  a partir de las relaciones que establece en ese ámbito para el cumplimiento de su encargo social que apunta a la formación de opinión pública y fabricación del consenso. Esa función política se trata de invisibilizar bajo el velo aséptico de la objetividad y la imparcialidad, principios que supuestamente legitiman el modelo de democracia capitalista.

Esa construcción simbólica se desdibuja cuando la  crisis se hace presente en el sistema; es entonces cuando se pone por delante la salvaguarda de los intereses de la clase dominante, se cierran filas y se hace mucho más evidente  el papel de actor político de primer orden de los medios de comunicación.

No siempre el poder que se atribuye a los medios cristaliza pese a su colosal capacidad para definir y estructurar las percepciones de la realidad. El mito de medios todopoderosos carece de sentido cuando éstos asumen un discurso contrafáctico, ajeno al contexto y la realidad. Semejante práctica los descalifica y lleva a la falta de credibilidad, abriéndose paso una nueva  politicidad representada por emergentes actores sociales, incluyendo nuevos medios de comunicación (alternativos) que actúan y contraponen un ejercicio contrahegemónico a ese poder en crisis.

Notas:

(1) Thompson se refiere, además, al poder económico (relacionado con la actividad productiva y sus resultados en función del desarrollo), el político (vinculado al Estado y a la red de instituciones que regulan el orden social), y el coercitivo (supone el uso de la fuerza física para la conservación del sistema).

(2) Para el filósofo italiano “El ejercicio normal de la hegemonía (...) se caracteriza por una combinación de fuerza y consenso, que se equilibran de diferentes maneras, sin que la fuerza predomine demasiado sobre el consenso, y tratando de que la fuerza aparezca apoyada en la aprobación de la mayoría, mediante los llamados órganos de la opinión pública” (Gramsci, citado por Acanda, 2002: 245).

(3) Bernard Cohen: “Puede ser que la prensa no tenga mucho éxito en indicar a la gente qué pensar, pero tiene éxito sorprendente en sus lectores al decirle sobre qué pensar”.

Bibliografía:

Acanda, Jorge Luis. Sociedad Civil y Hegemonía, Centro de Investigación y desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana. 2002.
Berger, P. y Luckmann, T.. La construcción social de la realidad. Amorrortu. Buenos Aires, 1983.

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LA CRONICA PERIODISTICA: AMPLITUD Y DIVERSIDAD

LA CRONICA PERIODISTICA: AMPLITUD Y DIVERSIDAD

Dra. MIRIAM RODRÍGUEZ BETANCOURT,
Premio Nacional de Periodismo José Martí,
Profesora de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En mis acercamientos al estudio de la crónica periodística he notado una tendencia dañina para su propio desarrollo y ejercicio en nuestro Periodismo, y que, creo, parte de una concepción  esquemática: considerar como crónica, en puridad, solamente a un tipo de ella: la que aborda un hecho o personaje  que conmueve al periodista quien expresará, entonces, su sentimiento con un cuidado  estético mayor del  lenguaje en el que prima la emoción.

Considero que esa tendencia se basa, en primer lugar, en el  origen del género el cual “aprovecha una tradición literaria e histórica de largo y espléndido desarrollo para adaptarla a las páginas de la prensa”, como apunta el profesor español Juan Cantavella (1), huella que  le acompaña a pesar de la amplitud temática de sus objetos de información y la especificidad que ha ido adquiriendo como género periodístico (1).

El  uso recurrente del yo, como presencia implícita o explícita del narrador, del testigo, del protagonista también; el colorido, la emotividad, la evocación, que están inscritos en la  crónica desde su aparición en la historia, son atributos que no perdió en su sucesivo desarrollo y adaptación al  periodismo, aunque por la diversidad de objetivos, enfoques y  teorías para la comunicación periodística,  encontramos  crónicas  más apegadas a los hechos noticiosos.  Pero aún así,  el género mantiene ese tono personal, emotivo, subjetivo en cualquiera de sus tipos, aunque no con el mismo grado de intensidad.

Otro factor causal sería la  indefinición de las definiciones sobre crónica periodística. Un somero recuento  al respecto  nos llevaría a dar la razón al colega Rolando Pérez Betancourt  cuando la calificó como un género jíbaro, es decir, escurridizo, inatrapable.

No en balde, uno de sus más acuciosos estudiosos, el ya mencionado Juan Cantavella, apunta “la notable  amplitud del campo semántico del término crónica y la diversidad de conceptos que de él se desprende”, lo malo, dice él, es que dentro del periodismo no se han llegado a establecer exactamente sus características y aplicaciones, con lo que crece la confusión (2).

Veamos algunas  definiciones que, en mi opinión, esclarecen bastante el concepto, por su  precisión y alcance y, sobre todo por su enfoque integral:

Según el profesor Jesús Arencibia, “la crónica es el género periodístico-literario con antecedentes en la historiografía que destaca por su complejidad y libertad estilística, en el cual pueden confluir la narración de hechos, la visión emocional de la realidad, y la capacidad analítico-descriptiva para valorar los fenómenos (3).  Y Julio García Luis dice que ella ilumina determinado hecho o acontecimiento “(...) sin acudir a una argumentación rigurosa, formal, directa, sino mediante la descripción de la realidad misma, de alguna pincelada valorativa y del manejo de factores de tipo emocional” (4).

El venezolano Earle Herrera, brillante periodista y escritor, en su libro "La magia de la crónica", coincide con su colega cubano en cuanto a la flexibilidad con que hay que abordarla,  precisamente por su tránsito periodístico que rompe con pautas y normas rígidas no sólo para este género, sino para todos: “(...) hoy  (la crónica) no es una simple narración cronológica ni tampoco la pura versión informativa de un hecho.  Pudiendo contener ambas cosas (...) ha de tener otras características para ser considerada propiamente crónica: ambientación, fuerza expresiva, cierta atmósfera que puede ser poética, evocativa o sugerente de algún estado de ánimo; tono humorístico o irónico y algo que le da el talento y el estilo de cada autor.“ (5).
 
Los estudiosos de la crónica concuerdan en que si la definición de este género es bien controvertible, su tipología y consecuente clasificación lo son más aún.  El olvido, desconocimiento o subestimación  de tal variedad, influye también en el empleo recurrente de un solo tipo de crónica.

 
Según el tema, la crónica puede ser deportiva, parlamentaria,  judicial, de espectáculos, de enviado especial,  policíaca , religiosa,  de guerra, política, de ambiente, literaria, y siguen muchísimas más, que, a su vez, se subdividen, como es el caso de la crónica de sucesos; la de sociedad o social.

Se  añaden  otros tipos: la doctrinal, la artística, biográfica, la descriptiva y la utilitaria. Especial atención recibe en los textos y manuales, la crónica viajera o de viajes, tan vinculada al origen mismo del género. Por su enfoque, puede ser general, especializada, analítica, sentimental, humorística, de remembranza, histórica, de interés humano, costumbrista, local.

Julio García Luis, con la lucidez que le fue habitual, lo expresó claramente: “acometerla (la  clasificación) con empeño ortodoxo es un ejercicio estéril porque, de  acuerdo con el ángulo que  se adopte, ya sea el tema, el estilo, la forma de presentación  en el periódico las conclusiones pueden ser muy diversas”(6).

No pocos autores coinciden en que existen tantos tipos de crónicas como cronistas en el ancho mundo periodístico (7). Tampoco en cuanto a su estructura se pueden consignar criterios unánimes.   Algunos recomiendan emplear la estructura cronológica de narración,  pero  esta indicación no puede ser tomada al pie de la letra, todo dependerá, en buena medida, del tema abordado y del estilo de cada cronista.


Otros, y cito a Martínez Albertos,  proponen que las crónicas se realicen con  “el esquema estructural de los reportajes de acción (Action  Story), tal como se suele hacer en el mundo anglosajón, esto es, comenzar por lo que el periodista considere lo más  importante y después seguir aportando datos que permitan un completo entendimiento del suceso y su proceso evolutivo en el tiempo” (8).

Cuando pensamos en la crónica como el único o el más privilegiado género en que es posible emplear con más libertad recursos literarios, estamos privando a los restantes de posibilidades  creativas, lo que responde también a otro criterio dogmático, en tanto se niega, de hecho, la  variedad de registros que constituyen la realidad de la comunicación lingüística, como apunta Angulo Ruiz (9) y, en consecuencia, ello disminuye al periodista en su integralidad desde el punto de vista expresivo.

En resumen, cualquier tipo de crónica debía atender a los siguientes principios, recomendados por la mayoría de los estudiosos del género:

Relatar con apego al orden temporal.  Lo recuerda Gargurevich: “el tiempo es la primera dimensión que encierra el concepto de crónica” (10).

En este sentido, coinciden los expertos: la crónica observa un orden cronológico, incluso  aún cuando  no se relate en orden secuencial estricto.

Conservar el matiz personal, y cuidar el tratamiento expresivo. Estas son, justamente, características sobre las que hay mayor consenso, aunque no unanimidad, que ya se sabe lo difícil que resulta en lo que se refiere a los géneros periodísticos.

No importa si el cronista trata un asunto pasado o actual, si su lenguaje es de alto vuelo poético o de rasante dimensión informativa, lo que describe y comenta, lo que se traslada en fin, surgirá de íntima visión como del pincel del pintor que interpreta la naturaleza, prestándole un acusado matiz subjetivo, sentencia  el maestro Vivaldi.

Es cierto, como he venido afirmando, que no todas las crónicas exigen el mismo grado de tratamiento literario ni de subjetividad, pero el periodista no puede olvidar que él no es una simple taquígrafo de la realidad, sino su intérprete, y que tiene que disponer, precisamente, de los más variados recursos expresivos para, con mayor o menor calidad literaria, con mayor o menor acierto,  dar cuenta de esa realidad  en cualquier género.

A MODO DE CONCLUSIÓN 

Algunos autores afirman que  la crónica no es un género para empezar con él en cuanto se llega a una redacción, pero  tampoco hay que temerlo ni dejarlo a un lado porque se piense que sólo se halla al alcance de los muy veteranos o “literatos”. No es fácil   porque demande mayor rigor en el tratamiento expresivo sino porque no se limita a informar, sino a interpretar y explicar los sucesos sobre los que está dando noticia,  desde la observación, la reflexión y la experiencia (11).

Por su confluencia con otros géneros como la información o noticia, el reportaje, y el comentario, se hace necesario encontrar el punto de encuentro entre todos estos que es, justamente, en el que ella se sitúa.

En cuanto a su enseñanza, presenta similares dificultades a las que afrontamos con otros géneros; en definitiva, sus  exigencias no son tan radicalmente diferentes.  En todos hay que saber contar una historia, describir un ambiente, desarrollar la observación, expresar las ideas con claridad.

La estructura de la crónica goza de mucha libertad para su conformación. Se pueden enseñar -y aprender- las técnicas narrativas, de redacción, las elegancias del lenguaje, y los elementos que conducen a la síntesis. Lo que no se puede enseñar es el talento, la creatividad, que son “materias” de otro tipo (aunque sí hay métodos para estimularlas, porque a veces están dormidas y no siempre por falta de talento sino por el simple hecho de no ponerlas a prueba).

En fin, el problema  no es tratar a la crónica, por su ambivalencia  y amplitud, como un cajón de sastre, ni tampoco recluirnos en la rigidez de una clasificación limitada, sino entrar en ese bosque a encontrar las múltiples especies que, en su diversidad, enriquecen los senderos. Y estudiarlas con una mirada crítica, ajena a cualquier camisa de fuerza apriorística, y argumentar, estudiar y opinar.  Así es como se adelanta, en este ámbito y en cualquier otro, aunque se  rectifique, polemice o disiente que,  por cierto, es lo mejor que puede pasar.

Notas:

(1) Cantavella, Juan: “La crónica en el Periodismo: explicación de hechos actuales” en Redacción para periodistas: informar e interpretar”, Cantavella, J. y Serrano, José F. (compiladores) Ariel, Barcelona, 2004, pag. 395.

(2) Ibídem, p.396.

(3) Arencibia Lorenzo, Jesús “El borrador del futuro”. Tesis de maestría,  Biblioteca de la Facultad de Comunicación, 2012.

(4) García Luis, Julio, c.f. Rodríguez Betancourt, Miriam en Acerca de la crónica periodística, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 1990.

(5) Herrera, Earle.  “La magia de la crónica” Universidad Central de Venezuela. 2da. Edición.  Caracas, 1991  p.112.

(6) García Luis, Julio, “Géneros de opinión”, 1ra.edición, Organización Internacional de Periodistas, Praga, 1987, p.133.

(7) Earle Herrera, Julio García Luis, Luis Sexto, Juan Cantavella, entre otros.

(8) Martínez Albertos, José Luis  “Curso General de Redacción Periodística pp.349  350.

(9) Angulo Ruiz, Luis  ¿Existe un lenguaje periodístico? En Gargurevich, Juan, “Géneros Periodísticos”, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana.        

(10) Cantavella, J. ob.cit., p.397.      

 

 

LA INTEGRACIÓN CULTURAL DE AMÉRICA LATINA, UN ACERCAMIENTO A LA UTOPÍA DE BOLÍVAR Y MARTÍ

LA INTEGRACIÓN CULTURAL DE AMÉRICA LATINA, UN ACERCAMIENTO A LA UTOPÍA DE BOLÍVAR Y MARTÍ

MSc. SALVADOR SALAZAR y Lic. YINETT POLANCO,
Profesores de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

De las dunas que circundan las márgenes del río Bravo mexicano a las estepas gélidas de la Tierra del Fuego. El Caribe y los Andes. Atacama, el Amazonas y el istmo de Panamá. Español, portugués, africano e indígena. Todo mezclado. El pan, la arepa y el cazabe. La cerveza y la chicha. La salsa, el jazz y la flauta indígena; la cumbia, el joropo, y los lamentos del gaucho en la pradera. Diego Rivera, Pablo Neruda, Wifredo Lam y Rubén Darío. Bolívar, San Martín, Túpac Amaru y José Martí…
América Latina es una utopía que se viene construyendo desde hace 500 años. Utopía no en el sentido de quimera inconquistable, sino de horizonte posible al cual dirigir nuestros pasos. Fue esta la tierra prometida a la cual arribó el hombre europeo que huía de la rígida estamentación feudal; el criollo entonces nació —por esencia— libre, con una concepción del mundo horizontal y democrática, que se fue imponiendo a las aristocracias locales. Como afirma el historiador cubano Sergio Guerra Villaboy (2001), la historia de América Latina es precisamente un complejo proceso de formación de la conciencia y el Estado nacional, es decir, el paulatino autorreconocimiento de una cultura y una identidad propia.

La existencia del hombre americano se refleja, ante todo, en el barroco, que es la expresión cimera de un proceso complejo de hibridación cultural, pero también de las múltiples resistencias que se producen en un continente que se ha constituido como una gran frontera entre la ancestralidad de las civilizaciones precolombinas, lo africano y lo europeo.

La conquista europea de América puede ser vista como un proyecto integrado de la civilización ibérica, en especial de los reinos hegemónicos en ese momento en la península: Castilla y León. La lengua será el principal elemento aglutinador (junto con la religión cristiana) de la ocupación y posterior sometimiento de los territorios allende los mares. No olvidemos que junto con la Espada y la Cruz, los Adelantados llevarán bajo el brazo la Gramática Castellana de Antonio de Nebrija, un texto publicado en 1492 que recoge, por primera vez, las primeras reglas para el uso del idioma. De este modo, el español, la religión cristiana y la articulación de una economía colonial orientada al despojo de los recursos naturales fueron los tres elementos principales en torno a los cuales se estructuró la vida en el Nuevo Mundo.

Refiriéndose a esa amalgama de pueblos que somos hoy, el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro (1992) señala: “Los latinoamericanos son (…) el producto de dos mil años de latinidad, mezclada con poblaciones mongoloides y negroides, aderezada con la herencia de múltiples patrimonios culturales y cristalizada bajo la compulsión de la esclavitud y de la expansión salvacionista ibérica. Es decir, que son una civilización tan vieja como las más antiguas en lo que respecta a su cultura, y a la vez que constituyen pueblos tan nuevos como los más recientes en cuanto a etnias”.

Cultura entendida en su expresión más abarcadora, no solo arte y literatura, sino también prácticas simbólicas de todo tipo: ritualidad, organización del tiempo y del espacio, vestimenta, saberes culinarios, etc.

En tal sentido, podría hablarse de una cultura latinoamericana que se debate en la tensión entre lo unitario y lo diverso, tal como afirmara el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría: “Podríamos decir que la población latinoamericana presenta una pluralidad tan amplia de usos y costumbres, de lógicas de comportamiento, que resulta difícil hablar de una sola identidad latinoamericana; que dicha pluralidad llega incluso a mostrarse como una in-compatibilidad cultural. Al mismo tiempo, sin embargo, paradójicamente, esa misma pluralidad parece desplegarse como la afirmación de una ‘unidad’ sui generis” (2011, p.241).

El gran mural de la civilización latinoamericana está aún por completarse, y para ello resulta imprescindible regresar a los orígenes del pensamiento integracionista esbozado por los próceres de la independencia continental. Mucho se habla del sueño frustrado de los padres fundadores de la América Latina, cuyo principal aporte a la concreción de una cultura latinoamericana fue, ante todo, su capacidad para trascender una visión estrecha y localista y alcanzar una concepción amplia de la geografía y la historia del continente. Como indica el intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri, el mayor acierto de estos hombres fue “que no pensaran en términos del lar nativo y de la comarca ancestral, que se abstrajeran de una Europa dividida por los particularismos históricos y las ambiciones nacionales, para concebir un Nuevo Mundo en una dimensión continental” (2010, p.12).

El propio Francisco de Miranda, considerado el Precursor de la independencia continental, hablaba de americanos y de criollos, ciudadanos de una sola patria-nación, que con la exclusión de Brasil y las Guayanas, abarcaría desde la cuenca del Mississippi hasta el Cabo de Hornos. Ahí la génesis de la idea de un “continente colombiano” y más tarde de “Colombia”, la utopía de una nación a la cual consagró Simón Bolívar su existencia.

El sueño del Libertador: “Para nosotros la Patria es América”

En 1814, en Pamplona, Simón Bolívar había proclamado a los soldados de Urdaneta: “Para nosotros la Patria es América”. Con esta idea dejaba en claro una de las concepciones medulares de su pensamiento: la unidad continental como única vía para hacer de esta tierra la nación más rica del mundo.

Su prédica en torno a la imprescindible integración se basa, precisamente, en la concepción que tiene Bolívar en torno a una “cultura latinoamericana” que nos particulariza con respecto a otras naciones del mundo. En su famoso “Discurso de Angostura”, pronunciado el 15 de febrero de 1819, el Libertador define lo que, a su juicio, identifica a lo latinoamericano en tanto cultura y civilización: “Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles.

Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenerlos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la Libertad cuando que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre” (2010, pp.98-99).

La visión de Bolívar, como habitante de inicios del siglo XIX, está todavía en pleno tránsito entre el criollo que ya se reconoce como “no europeo”, pero que aún no ha integrado del todo prácticas culturales y simbólicas eminentemente endógenas, en especial lo referente no a la coexistencia sino a la asimilación de los elementos indígenas y africanos en expresiones identitarias diversas.

Bolívar asume con claridad la existencia de una “asociación tácita de hecho” entre los pueblos de América, la cual se expresa en una cultura común; asociación que solo es preciso perfeccionar a partir de la creación de un “cuerpo político”. En su famosa “Carta de Jamaica”, publicada en 1815, el Libertador plantea la unión necesaria entre la Nueva Granada y Venezuela, primer paso para constituir una confederación de estados al cual se sumarían las nuevas repúblicas del Cono Sur.

Bolívar, como hijo de la Revolución Francesa y del pensamiento ilustrado del Siglo de las Luces, apuesta por la integración cultural como remedio al oscurantismo que impone el orden feudal atomizado existente en la propia estructura latifundista y clerical de los antiguos virreinatos. A la doctrina del Viejo Régimen en Latinoamérica, el Libertador opone una nueva educación y una moral republicana.

Como es sabido por todos, el pensamiento de Bolívar no pudo materializarse. A la traición de su sueño de una patria americana en la que, sin duda, intervinieron las ambiciones locales y los intereses de las potencias foráneas, habría que señalar también que las condiciones históricas tampoco eran propicias para pensar en un continente realmente integrado. A las dificultades en el orden infraestructural para garantizar una red de comunicación rápida y estable entre los diferentes territorios, se suma la propia atomización característica de los latifundios feudales, y sobre todo la profunda división socioclasista y cultural entre los pueblos originarios, los grupos criollos y la masa de afrodescendientes.

José Martí: “Nuestra América”

Cien años más tarde, José Martí, Apóstol de la independencia cubana, desarrolla una obra política e intelectual que contribuye enormemente al basamento teórico de la unidad de nuestros pueblos. Martí sale a España desterrado de la Isla desde muy joven por su actividad revolucionaria; sin embargo, su vocación latinoamericanista tiene, en los poco más de 40 años de su existencia expresiones múltiples.

Desde su llegada a Nueva York en 1880, Martí escribe para varios diarios de América Latina: La Nación, de Argentina; El Partido Liberal, de México; La República, de Honduras; La Opinión pública, de Uruguay, y La Opinión Nacional, de Venezuela. Su escritura certera le granjea el respeto y la admiración de muchos de sus contemporáneos.

El 16 de abril de 1887, fue nombrado Cónsul de la República Oriental del Uruguay en Nueva York. En esa época, marca un hito importante su rol como representante de ese país durante la Comisión Monetaria Internacional Americana, desarrollada en Washington en 1891, donde denuncia los afanes expansionistas de los EE.UU. desde los puntos de vista político y comercial.

Martí es nombrado, además, Cónsul de Argentina y Paraguay en Nueva York en julio de 1890, funciones que desempeña durante un lustro hasta que el embajador español en Washington presentó una queja oficial por lo que consideró: “ataques por parte del Cónsul de naciones amigas de España”. En sus Obras Completas, recogidas por el Centro de Estudios Martianos, se aprecia la enorme cantidad de textos aparecidos en forma de artículos, discursos, ensayos que Martí dedicara al tema del ideal latinoamericano. De enero de 1891 data su ensayo “Nuestra América”, considerado como uno de los pilares sobre los que sustenta el ideario integracionista del continente.

Defender el orgullo de ser americanos parecería ser la divisa primera de este texto: “Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? —interrogaba Martí—. De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña”.

Como quien analiza cada fenómeno histórico en su contexto, Martí evaluaba a los gobiernos que hasta entonces habían conducido a los países de esta América nuestra: “La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”.

Mucho valoraba Martí en este afán integracionista el rol de la educación y así lo expresa en el referido ensayo: “Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.

Luego de renunciar a sus cargos diplomáticos, Martí se centra en la lucha por la libertad de la Isla, que sería, como afirmara en su última carta dirigida a Manuel Mercado, una vía para “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Doscientos años después…

El Bicentenario de la independencia de América Latina llegó en un entorno sumamente esperanzador para la región. En 1999, con el arribo de Hugo Chávez al poder, comenzó en América Latina el final de lo que poéticamente Rafael Correa denominó “la larga noche neoliberal”. Durante años, en nuestra región, el poder fue ejercido por parte de una elite de tecnócratas graduados en universidades del primer mundo, con prácticas culturales (discurso, vestimenta, ademanes, referentes estéticos) marcadamente importados. Estos gobernantes se limitaban a cumplir las directrices económicas de los organismos financieros y reprimir por la fuerza cualquier intento de rebeldía. La integración se asumió ante todo desde una perspectiva economicista y tomando como eje a los EE.UU., a través de los llamados acuerdos de Libre Comercio. Prevaleció el culto al dólar y al idioma inglés, el mercado uniformador que en definitiva subsumiría las identidades locales.

La propia crisis del modelo neoliberal cataliza la eclosión de movimientos sociales que retoman el discurso integracionista de los padres fundadores, y la vocación de los mismos por mirar hacia el sur, hacia la propia realidad de nuestros pueblos. Por vez primera en mucho tiempo, la identidad cultural latinoamericana ocupa un lugar cimero en el debate público, y se comienzan a realizar esfuerzos concretos para profundizarla.

Uno de los ejemplos más recientes de estos esfuerzos para profundizar la integración de América Latina desde el campo de la cultura fue la realización de la Primera reunión de ministros de cultura de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), efectuada junto con el XIX Foro de ministros de cultura y encargados de políticas culturales de América Latina y el Caribe los días 14 y 15 de marzo de 2013, que contó con la participación de 25 naciones y 14 ministros. En la cita se abordaron temas como la creación de un corredor cultural del Caribe, y el acuerdo para la creación de un portal cultural que contribuyera directamente al acercamiento y la comunicación entre las naciones miembros de la CELAC. En el contexto de la reunión, Rafael Bernal, ministro de Cultura de Cuba, reclamaba: “Urge, más que nunca antes, significar las culturas que atesoramos y nuestra capacidad de enriquecerlas”.

La integración cultural del continente ha tomado como premisa esencial la importancia de defender la unidad dentro de la diversidad, lo cual se ajusta al discurso de los movimientos sociales de nuevo tipo, que refuerzan los particularismos de nuestras culturas. De este modo, al gran fresco de la integración cultural esbozado por los próceres de la independencia se han sumado los colores de lo indígena, lo afrodescendiente, las culturas urbanas, los movimientos juveniles, entre otros.

Se intenta, además, trascender la visión de una cultura latinoamericana por una parte como elemento folclórico o únicamente propio de los sectores urbanos “ilustrados”. Con respecto a la época en la que Bolívar y Martí desarrollaron su pensamiento, la trama sociocultural de América Latina ha ganado en complejidad. Si bien a lo largo de todo el siglo XIX lo rural y lo urbano se encuentran bien diferenciados, actualmente podría hablarse de una cultura “compleja”, como consecuencia de las migraciones de la ciudad al campo, la influencia niveladora de los medios de comunicación, los procesos de hibridación cultural de lo autóctono y los elementos foráneos a través de las industrias culturales, entre otros elementos.

América Latina ha identificado a su cultura no solo como un campo de conflicto, sino también de integración. Incorporar desde la cultura el legado integracionista de nuestros próceres, fundamentalmente de Bolívar y Martí será, sin duda, uno de los elementos que contribuirá a fortalecer los nuevos proyectos sociales y políticos que hoy emergen o se consolidan en la región.

Referencias:

Bolívar, Simón. 2010. “Oración inaugural del Congreso de Angostura”. En Para nosotros la Patria es América. República Bolivariana de Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho, pp. 95-126.

Echeverría, Bolívar. 2011. “La múltiple modernidad de América Latina”. En Antología. Crítica a la modernidad capitalista. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, pp.241-258.

Guerra-Villaboy, Sergio. 2001. Historia mínima de América. La Habana: Félix Varela.
Martí, José. 1975. Obras completas. Tomo 6. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.

Ribeiro, Darcy. 1992. Las Américas y la civilización. Proceso de formación y causas del desarrollo desigual de los pueblos americanos. La Habana: Casa de las Américas, pp.58-80.

Uslar Pietri, Arturo. 2010. “La creación de Colombia”. En Para nosotros la Patria es América. República Bolivariana de Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho, pp. 9-20.

¿SUCUMBIRÁ EL PERIODISMO IMPRESO?

¿SUCUMBIRÁ EL PERIODISMO IMPRESO?

El profesor español José Luis Martínez Albertos asegura que ante la aparición de las nuevas tecnologías, el periodismo tradicional -con énfasis el impreso- podría morir hacia el año 2020. Otras visiones aseguran que el último de los impresos estaría viendo la luz en el 2048, al menos en Estados Unidos.

Dra. IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ,
Profesora de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana, y del Instituto
Internacional de Periodismo José Martí.
Editora de mesadetrabajo.

La prensa impresa periódica en los últimos 90 años ha vivido en permanente profecía de holocausto. Uno de los detonantes más dramáticos y cercano, que movilizó a tirios y troyanos empeñados en el oficio de oráculos, se dio el 1 de enero de 2007, cuando el periódico sueco Post Och Inrikes Tidningar –el más viejo del mundo en circulación ininterrumpida desde 1645-, cerró su versión en papel y abrazó, acaso definitivamente, la era hipermedia.

Pero el periodismo impreso, que gozó por más de cuatro siglos de reinado absoluto desde que vio la luz el primigenio Nuremberg Zeitung en 1457, Alemania, desde que la radio en 1922 irrumpió poderosa en su vertiente comercial e inundó con voces y sonidos los espacios del hogar acompañando ya para siempre a los públicos, comenzó el vía crucis de premoniciones de muertes. Pero con la radio, el periodismo impreso negoció estrategias discursivas y reajustó paradigmas tradicionales para emerger nuevamente como medio comunicativo necesario al hombre moderno.

Otro susto le llegó en 1927 con las primeras apariciones públicas de la televisión. Y si la radio atrajo en su vocación permanente de compañía a despecho de casi toda circunstancia, la televisión fue la eclosión de imágenes y sonidos cual si se percibiera la realidad misma y pareciera vivirse los hechos desde el propio protagonismo. Pero la prensa impresa, sabia, veterana columna del periodismo, volvió a replanteos que la llevaron otra vez a ser uno de los medios marcadamente diferentes en la manera de ofrecer sus mensajes.

Detrás de cada una de estas apariciones, los agoreros hablaron de su muerte por la supuesta superación del mensaje que propiciaba la naciente plataforma. Y detrás, siempre fantasmales, siempre presentes, el basamento económico y el basamento tecnológico estuvieron como barreras recurrentes y al parecer infranqueables.

Otro desafío ha nacido en las postrimerías del siglo XX y la aparición de Internet en la década de los 90. Internet, que ha barrido paradigmas, pone la información al alcance del destinatario gratuita y casi en tiempo real; y lo que es más, lo convierte no solo en gestor de la información que necesita, sino también, productor de ella desde el espacio personal y libre de ataduras que desde la honestidad profesional rigen el comportamiento de los hombres y mujeres de la prensa.

Entonces, cabe otra vez preguntarse qué reordenamiento intentará la prensa impresa para pervivir en la era de la instantaneidad y la gratuidad, y volver a la vieja convicción de que no se trata de desaparecer, sino de complementarse en las propuestas comunicativas, de buscar otras cotas de protagonismo y pasar de la seducción tecnológica que presume la hipermedia y de la crisis económica que ciertamente avasalla los estrados escritos, a la adecuación de los contenidos porque, perdido el YA y el AHORA de la noticia, es el momento de ofrecer a los públicos desde las páginas impresas la consolidación del mensaje, su valoración, interpretación y reflexión.  

Es el escenario donde la propiedad intelectual de los hacedores se tornará imprescindible para replantearse y recodificar sus haceres porque de todos los medios embestidos por Internet, son los periódicos los más perjudicados. Es el momento de un nuevo guión.

Vayamos a algunos ejemplos de devastación en los Estados Unidos, donde la premonición habla del 2048 como el año fatal:

• En el 2007 desaparecieron 2 400 empleos; en el 2008 la cifra ascendió a 5 900, y en el 2009 hubo un comportamiento similar. Ahora se habla de una suma general que supera los 35 000 puestos de trabajo cancelados.

• Los diarios perdieron en el 2009 el 10 por ciento de difusión. Se asegura por el Audit Bureau of Circulations que fue la cota más baja desde 1940, cuando se disminuyeron 44 millones de ejemplares cada día.

• The New York Times enfrentó en el 2008 la más aguda crisis financiera y tuvo que acudir a publicar en sus primeras planas anuncios comerciales inusuales a su línea editorial.

• En el 2009, el San Francisco Chronicle, el más importante diario del norte de California, cerró la versión en papel a punto de cumplir 150 años de permanencia.

• Ese mismo año, The Rocky Mountaen News, entre los más leídos de Denver y también con casi 150 años de fundado, clausuró arrastrando pérdidas por más de 16 millones de dólares y sus propietarios decidieron ponerlo en venta; sin embargo, nadie se interesó en comprarlo.

• Según estadísticas aportadas por Shaping the Future of the Mewspaper y World Association of Newspapers and News Publishers, desde el 2008 a la fecha unos 166 periódicos finiquitaron a causa de la depresión económica.

• No obstante, en Estados Unidos se venden a diario casi 56 millones de periódicos, y seis de cada 10 personas dicen que leen un periódico todos los días, afirman Stanley J. Baran y Jorge Hidalgo en su texto Comunicación masiva en Hispanoamérica.

Estamos, sin duda, ante un nuevo iceberg impuesto a la prensa impresa por el océano de la recesión financiera que galopa mundialmente y la aparición de una tecnología que desplaza fronteras y globaliza el conocimiento a una velocidad de espasmo y con una asequibilidad en su uso cada vez más expedita.

Sin embargo, ¿es este el problema en toda su dimensionalidad? ¿Es solo el modelo económico y el modelo tecnológico el monstruo de dos cabezas que amenaza a la prensa impresa? ¿O es que también a esa corriente perversa de muerte no se arriman los propios medios, aferrados a un trascendido modelo de hacer periodismo?

John Nichols y Robert Mc Chesney, en su libro Vida y muerte del periodismo estadounidense: la revolución de los medios que hará que el mundo vuelva a empezar, aseguran que antes que la irrupción de Internet o la recesión global, la principal causa de la crisis de los medios impresos está en la pérdida de la calidad periodística, motivada por la concentración empresarial iniciada en la década de los años 70 del pasado siglo.

A su vez, el periodista, politólogo y ensayista peruano Álvaro Vargas Llosa escribió en El Economista que el gran error que han cometido los diarios de Estados Unidos, Europa y América Latina en respuesta al nuevo contexto es haber encarado esta tendencia como un desafío financiero y tecnológico, en vez de un fenómeno cultural, y que lo que ocurre es que la información, que acostumbraba a fluir de arriba hacia abajo, comienza ahora a fluir de abajo hacia arriba.

Es decir, asistimos a un nuevo-viejo dilema de la prensa impresa: desafíos financieros y desafíos de soportes tecnológicos, lo que lleva a replanteos en la organización del proceso periodístico en la concepción de cómo ahora ofrecer los mensajes desde sus atributos profundos y no desde los andamiajes formarles de una narratología distante e hierática, y la responsabilidad de continuar como referentes de credibilidad para los públicos.

Aún cuando no compartamos su tendencia a usar los medios para favorecer sus posiciones políticas, es válida la declaración realizada en 2006 por el controvertido presidente de News International, Rupert Murdoch: “La prensa tiene mucha vida por delante, pero debe saber que será solo uno de los canales para llegar al público. El reto para los medios tradicionales es cómo atraer a la nueva audiencia”.

Los que nos dedicamos a la prensa impresa somos una especie que va de transmutación en transmutación, de transfiguración en transfiguración de acuerdo con los retos que trae cada tiempo en su propuesta superior y trasgresora, tiempo en el espacio histórico de las sociedades como seres vivos y, por tanto, demandantes de satisfacción ante sus crecientes necesidades.

Quedar desfasados y poner resistencia a cada cambio que signifique un peldaño cualitativamente superior, es poner retrancas al mismo proceso de desarrollo de la profesión, específicamente del periodismo impreso. Ya lo dijo Fernando del Paso en su novela José Trigo: “Es el tren. El tren que viene, que pasa, que fue”.

El periodismo impreso hoy necesita crecer cualitativa y cuantitativamente, poner brida al fárrago de notas que por defecto produce insuficiencia informativa, desgajarse de la tendencia a escribir registros fríos de la vida que solo producen visiones desobjetivizantes y de escasa densidad sustantiva. Requiere interpretar la realidad desde posturas más estratégicas, que evalúen a los géneros en sus propias esencias y tengan en cuenta la finalidad y función de cada uno.

Si la radio es la compañía, la televisión el entretenimiento, Internet la gratuidad y la instantaneidad, la prensa impresa –sin desestimar de sus páginas aquellos acontecimientos de trascendencia que requieren de un tratamiento informativo e inmediato-, debe abrazar prioritariamente y como nunca antes, el análisis, la reflexión, la interpretación y la opinión, todo ello tributando a colaborar con el lector para encauzarle el discurso fragmentado que suele recibir por otras vías y entregarle un corpus en el que sienta reflejado un contenido con el que pueda coincidir o disentir, pero que, incuestionablemente, lo hace meditar y sentir un actor participante en tanto se le valora como ser pensante y crítico.

Se impone abandonar los límites del reduccionismo que da cuenta de lo blanco y de lo negro, para sumergirse en la policromía de los acontecimientos. Posesionarnos definitivamente de los cómo y por qué y presentarlos en su tridimensionalidad experencial. Asumo, entonces, que el periodismo impreso no puede estar condenado a la errancia del limbo alighiérico.

Desde el muy lejano 490 antes de Jesucristo, el periodista-génesis ha sido la vanguardia en el peregrinar del tiempo. Habrá que imaginar aquel regocijo a punto de muerte por fatiga del soldado griego Filípides, el cronista-atleta que venció el maratón de 42 kilómetros para anunciar el triunfo de Melcíades contra los persas en la batalla sostenida en la llanura de Maratón. Habrá que revisar el examen histórico que nos legaron cientos de hombres aferrados a la responsabilidad individual y colectiva de contar el transcurrir de su época, como monumental tributo del devenir social. Todos ellos, ahí permanecen en la perpetuidad del registrador de su tiempo.

Y si los dinosaurios desaparecieron porque como especies aclimatadas a un hábitat no tuvieron capacidad de readaptarse a los cambios de la naturaleza y los ciclos de la vida, aquellos de sus similares más dados a la metamorfosis devinieron hoy feroces cocodrilos y diminutos lagartos. Ahora apenas son un referente de su mayestático pasado. Pero están ahí, firmes e inconmovibles, renovados, readaptados, formando parte del presente y siendo imprescindibles en la vital diversidad biológica. De ellos, que pudieron mutar y sobrevivir para seguir siendo útiles y referenciales, aprendamos la lección.