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EN BUSCA DEL COMUNICADOR QUE NECESITAMOS

EN BUSCA DEL COMUNICADOR QUE NECESITAMOS

Dra. RAYZA PORTAL MORENO y MSc. ELENA NÁPOLES RODRÍGUEZ,
Profesoras de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Introducción

Las transformaciones derivadas del proceso de actualización de la política económica y social de la Revolución cubana suponen importantes retos, así como nuevas oportunidades, para la formación del Comunicador Social y la delimitación de sus campos de actuación profesional.

Como nunca antes, el país cuenta con un diseño de su política de desarrollo en diferentes ámbitos, lo que trae aparejadas un conjunto de necesarias transformaciones culturales que suponen un cambio en el horizonte de los valores, las actitudes y los comportamientos.

El actual escenario se caracteriza, entre otros rasgos, por:

--La necesidad del fortalecimiento de las instituciones productivas y de gobierno en todos los niveles (municipal, provincial y nacional), particularmente de sus sistemas de gestión.

--La revigorización del espacio local como ámbito legítimo del desarrollo, con importantes transformaciones orientadas a la autosustentabilidad financiera y alimentaria de los municipios, la descentralización de funciones estatales de formulación y control de políticas sociales, económicas y medioambientales, el fortalecimiento de las instituciones políticas y administrativas, entre otras.

--La necesidad de fomentar valores como la solidaridad, el ahorro, el emprendimiento, entre otros.

--La necesidad de mantener el consenso entre aquellos sectores de la población tradicionalmente adheridos a los principios revolucionarios y el imperativo de involucrar a aquellos grupos que manifiestan rasgos de apatía o desconexión con el proyecto nacional.

--La necesidad de dotar de competencias para la lectura crítica de productos de comunicación a una población cada vez más expuesta a los mensajes de los medios tradicionales y de otros productos culturales de desigual factura que circulan por redes informales de distribución.

--La necesidad de volcar a las universidades hacia el trabajo en pos del desarrollo local económico-social, garantizando “niveles superiores de liderazgo de los Consejos de Administración Municipales” (Objetivo no. 3 de Trabajo del MES).

Como puede observarse, el campo de la Comunicación y la Educación para el desarrollo, en tanto disciplina, tiene mucho que aportar a la conceptualización y superación de los problemas y metas mencionados. Tras cinco años de la implementación del Plan D y cercanos a la primera graduación de los estudiantes que han transitado por él, consideramos que se impone una revisión de la formación y  campo de actuación de nuestros egresados en lo concerniente a los conocimientos que aporta la disciplina. Más que formular propuestas concretas, pretendemos  compartir algunas reflexiones tomando en cuenta las trasformaciones que se producen en la sociedad cubana y el camino avanzado en nuestro trabajo docente, investigativo y extensionista.

Comunicación y Educación para el desarrollo. Espacios locales y comunitarios

Los procesos de comunicación y educación son relevantes para el desarrollo local en  al  menos  tres  sentidos. Por una parte, contribuyen al fomento de la participación ciudadana en la  planificación,  ejecución  y  control  de  las  estrategias de desarrollo local. En segundo término, contribuyen al fortalecimiento de las instituciones que intervienen en los procesos de desarrollo local y, por último, contribuyen significativamente a transparentar la gestión pública. Todo ello se logra a partir de los procesos de creación de capacidades y formas de relacionamientos, así como de construcción de sentidos compartidos, que empoderan a las personas para desplegar prácticas autogestionarias y sustentables. 

Para profundizar nuestra presencia en el escenario local, es importante que reivindiquemos el concepto de comunicación como valor de desarrollo social. Para ello será necesario que precisemos qué entender por comunicación para el desarrollo, pues todavía coexisten sentidos que la asocian a un conjunto de productos comunicativos diseñados para “enseñar” a las personas a hacer mejor las cosas, con definiciones más complejas, tendientes a pensarla como prácticas sociales comunicativas que defienden como centro el ser humano y su crecimiento, o sea, el desarrollo humano sostenible; buscan la transformación en función del desarrollo social; y aluden al uso del diálogo horizontal, la participación, la democratización, el empoderamiento, la emancipación de los sujetos, etc., como vías para conquistar el desarrollo social y humano aspirado (1).

Este último concepto no es el que tradicionalmente hemos manejado en nuestra academia. En muchas ocasiones hemos estado y estamos permeados por una epistemología que sustenta una comunicación  dominadora y excluyente, que empieza y termina en los medios. Nuestro principal reto es contribuir con la conformación de una epistemología del sur, acorde con las complejidades y características de nuestra realidad, inmersa en un continente que busca su definitiva liberación y en un contexto global agresivo que nos exige la creatividad  constante en nuestro trabajo transformador.

En términos de formación profesional, esto supone buscar la adecuación del perfil profesional a las necesidades sociales, así como elevar el nivel profesional de análisis y sensibilidad a un alto espectro de demandas sociales. Estamos en condiciones de ampliar la formación de nuestros estudiantes de forma que incorporen la necesaria visión estratégica de la experiencia comunitaria que le permita los recursos cognitivos y prácticos  necesarios para desarrollarse como estratega de procesos a largo plazo,  recurriendo a diferentes  medios  y  soportes  comunicativos no solo mediáticos y organizacionales sino también  grupales e interpersonales. Esto permitirá ampliar el espectro de esferas de actuación, tal como sugieren resultados investigativos alcanzados el pasado  curso (2).

Comunicación y Educación

A partir del concepto amplio de comunicación educativa que reconoce todos los espacios sociales como emergentes y como potencialmente comunicacionales y educativos consideramos que hay otras dos áreas de trabajo e investigación que resultan esenciales. Por una parte, el diseño e implementación de programas y proyectos de educación para la comunicación, que permitan la formación de receptores críticos ante los mensajes que circulan en la sociedad.  Este constituye un espacio de poco desarrollo desde el punto de vista investigativo y extensionista, que urge trabajar.

Por otra parte, debemos tener más presencia en el diseño de productos y estrategias educativas en diferentes ámbitos, orientadas solucionar problemas acuciantes como el cuidado del medio ambiente, la promoción de estilos de vida saludables, la violencia de género, el desarrollo endógeno y sostenible en los espacios locales,  entre otros.

Dar respuesta a estas demandas implica lograr que el futuro comunicador social identifique que el trabajo educativo será más efectivo cuanto más rica sea la trama de flujos comunicacionales que sepa abrir y poner a disposición de los ciudadanos, permitiendo que estos se conviertan en gestores de procesos transformadores. Del mismo modo, supone redoblar el esfuerzo de la formación teórica y cultural de nuestros estudiantes.

Hacia el comunicador integral

El breve esbozo realizado hasta aquí sobre ámbitos de actuación y responsabilidad social del comunicador nos lleva a pensar en la necesidad de una formación integral, que integre armónicamente los conocimientos disciplinares de la carrera.

¿Podremos enfrentarnos a procesos de educación para la comunicación con niños de secundaria básica sin atender a las relaciones entre el sistema social y el sistema comunicativo prevalecientes hoy en la sociedad cubana? ¿Podremos impulsar experiencias de transferencia de tecnologías más sustentables entre productores agropecuarios sin dominar técnicas de diseño y publicidad? ¿Podremos contribuir a conformar sistemas de comunicación interna y externa de las nuevas estructuras de producción cooperativa sin echar a andar procesos y flujos horizontales, participativos, de comunicación? ¿Podremos contribuir a fortalecer los gobiernos locales sin combinar presupuestos teórico-metodológicos de la comunicación política, la comunicación organizacional y la comunicación para el cambio social? ¿Podremos crear estrategias de formación de valores sin incluir acciones que toquen las fibras de los problemas allí donde surgen: el espacio de la comunidad, de la familia, de la escuela?

Como ha señalado la doctora Hilda Saladrigas,  “en las condiciones de Cuba, lo idóneo es lograr formar un comunicador de carácter integral. Las hiperespecializaciones son procesos costosos y nuestra fortaleza tiene que radicar en el diálogo entre las disciplinas. Lo importante es no fragmentar más objetos ni prácticas, sino hacerlos propensos a la integración entre sí. La especialización tiene que venir de la mano de la práctica profesional con posterioridad” (3).

Notas:

(1) GUMUCIO DAGRON,  ALFONSO.  Comunicación para el Cambio    Social: Clave del Desarrollo Participativo revistas.javeriana.edu.co. Vol 30, No 58 (2011).

(2) Rafuls Trujillo Gretel. “Para correr el horizonte de la utopía”. Una aproximación al proceso de configuración del perfil del comunicador y la comunicadora en el campo de actuación de la Comunicación Para el Desarrollo. Tesis de Diploma Licenciatura en Comunicación Social, 2012.

(3) Véase Rafuls (2012).

Bibliografía:

Garcia Graña, Geisel. Participación bajo palabra. Un estudio las prácticas comunicativas que sustentan la participación popular en espacios del poder local Tesis de Diploma Licenciatura en Comunicación Social, 2007.

González Escalona, Niurka. Educación para la Comunicación.   Experiencias en instituciones de los ámbitos académico, mediático y comunitario. Tesis de maestría, junio 2013.

GUMUCIO DAGRON,  ALFONSO.  Comunicación para el Cambio    Social: Clave del Desarrollo Participativo revistas.javeriana.edu.co › .. Vol 30, No 58 (2011).

Pino Más,  Tania del.  La Comunicación Educativa para la Salud en la Atención Primaria. Un estudio de casos en Ciudad de La Habana Tesis en opción al título de Máster en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana.

Nápoles Rodriguez, Elena. “Poder Popular y participación en un municipio cubano”. Tesis en opción al título de Máster en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana, 2007.

Rafuls Trujillo Gretel. “Para correr el horizonte de la utopía”. Una aproximación al proceso de configuración del perfil del comunicador y la comunicadora en el campo de actuación de la Comunicación Para el Desarrollo. Tesis de Diploma Licenciatura en Comunicación Social, 2012.

 

MARTÍ EN LA FORMACIÓN DEL PARADIGMA DEL LATINOAMERICANO

MARTÍ EN LA FORMACIÓN DEL PARADIGMA DEL LATINOAMERICANO

MSc. RANDY SABORIT MORA,
Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala,
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La formación del latinoamericano fue la categoría máxima a la que aspiró José Martí al escribir en la Revista Venezolana, La América, La Edad de Oro y Patria, consideró la estudiosa cubana Carmen Suárez.

“En el caso de estas publicaciones, el proyecto latinoamericanista es lo que está latente. La categoría máxima es la formación de ese paradigma del latinoamericano, de su deber ser”, sostuvo la investigadora titular del Centro de Estudios Martianos.

La especialista respondió varias interrogantes relacionadas con este tema. La primera pregunta fue respecto a las características de contenido y la forma de la construcción de la noticia de Martí en aquellos impresos que dirigió de 1881 a 1895.

“Detrás del periodismo -y de los hombres en general del siglo XIX- hay mucho positivismo, o sea, un enfoque sobre la cadena de los hechos, sobre los casos en particular: un distanciamiento de lo que sería el subjetivismo. El hombre positivista que quiere enfocar la ciencia se dirige a los hechos, el hecho es fundamental.

“Martí supera con mucho esa visión. Él es un humanista. Hay una carga ilustrada en el Maestro, aparte de ser un romántico y de ser un modernista. Le debe mucho a esa visión más integral de los fenómenos.

“El Apóstol no va a descuidar nunca al hombre con toda su subjetividad, sus emociones, y eso lo diferencia de cualquier otro programa. La carga ética que Martí pone en todos sus proyectos lo separan con mucho de un positivismo esquemático.

“El proyecto suyo es mucho más enjuto, como él dice, mucho más de carácter holístico. Ese análisis en la totalidad de los fenómenos que ahora todos quieren hacer, Martí lo hace naturalmente por su fuerte pensamiento dialéctico”.

-¿A qué cree que se deba la carga humanista en sus proyectos?

Pienso que proceder del mundo de los pobres también tiene que ver con eso. Martí como periodista tiene un corte humanista que lo diferencia mucho del periodismo que se hacía en su época: más noticioso y de crónica.

Los cronistas de La Habana Elegante (periódico cubano) cuando iban a Nueva York elaboraban una crónica, pero se quedaban trabados en lo banal, en la descripción de lo que los deslumbraba, no iban a las esencias ni a la raíz. Martí se diferencia del positivismo pedestre que padecía aquel período.

Martí trae un pensamiento sumamente dialéctico, integrador, esa condición integradora es lo que lo hacía distinto como periodista, poeta y como adoctrinador.

-¿Martí rompe con el periodismo estadounidense del momento?

Ese periodismo se fue haciendo cada vez menos literario y además el modelo que triunfa en las primeras décadas del siglo XX es el amarillista, el de la prensa sensacionalista y puramente noticioso.

Ese periodismo, que se pone y se impone, en Estados Unidos sólo va a volver a recobrar su matiz literario en la década del 50 y 60 del siglo XX con Truman Capote y los demás que hacen un periodismo de opinión e investigación.

Martí nunca se puede tratar sólo como periodista. Siempre hay que acordarse de una categoría mayor que es el de hombre de imprenta porque conoce todos los procesos y cree que ese vehículo es sumamente importante.

Conoce el proceso de circulación del impreso. Escribe como periodista, pero puede ser editor de lo que produce, y esto va mucho más allá del trabajo del periodista.

Es conocedor de los procesos de libros, revistas, folletos y tiene nociones de diseño interior porque escoge los grabados, el tipo de letra. Es decir, hay una mezcla de funciones que se delimitan luego en el transcurso del siglo XX.

-¿Lo que escribía en las publicaciones en mención formaban parte de un mismo proyecto editorial?

Critica mucho a Norteamérica, pero también a Nuestra América. Critica todo lo que está mal y orienta el deber ser del hombre latinoamericano. Ese es el gran proyecto general, por encima de eso está el equilibrio del mundo.

Eso no tiene un despliegue periodístico porque es más bien una intención a ultranza, callada, silenciada. Necesita un hombre latinoamericano consciente de lo que quiere hacer y sumamente crítico con lo que está mal. Busca ese paradigma en todas estas publicaciones tanto para niños como para el lector adulto.

-¿Se pudiera hablar de rasgos estilísticos propiamente martianos?

Martí tiene un gran estilo que son muchos estilos. Sabe muy bien dentro de un estilo general perfilarse en cada género o según el destinatario. Eso se ve muy bien en las cartas a Manuel Mercado y a Enrique Estrázulas: el tono cambia totalmente.

Con Estrázulas el tono es más divertido, más superficial y con Mercado es siempre reflexivo, denso, amoroso. Son dos tipos de relación que se reflejan de manera diferente en la escritura.

Para él el destinatario marca el estilo. Por ejemplo, en La Edad de Oro busca un tono para los niños, en Patria para los cubanos, y en La América o en las “Escenas norteamericanas” para todos los hispanoamericanos.

Todas las metáforas sinestésicas que emplea son una gran premisa del estilo martiano. En las estructuras lingüísticas que usa está el sabor de lo que huele, el tacto de lo que suena.

Ese tipo de transposición, que es clásico de la modernidad, incide mucho en los textos martianos. También está el uso del color a lo parnasiano, pintar como el pintor, la gran máxima que le viene del estudio de los modelos parnasianos. Martí tiene un esteticismo militante, como advirtió el prestigioso intelectual cubano Cintio Vitier, fallecido en 2009.

Martí elabora la forma. La descripción en él es un regalo para todos los sentidos. Describe colores, texturas. Hace que su escrito sea fuerte, suave, música o pintura. Trabaja con las técnicas de todas las artes, que era el ideal de los parnasianos, pero no abandona nunca el proyecto ideológico. Este pudiera ser un rasgo que lo diferencia de muchos modernistas. 

También en América el modernismo tiene compromisos ideológicos. Antes solo se veía un movimiento afrancesado, pero eso se superó porque la crónica modernista trata problemas sociales. La poesía se queda más en lo sensorial, aunque aborda también lo social.

El proyecto martiano es de un esteticismo militante. En su opinión, cultivar la forma, crear un lenguaje nuevo para la subjetividad latinoamericana es tan importante como hacer la revolución. Martí es un libertador en el campo de la política y del lenguaje. Trabaja la lengua con absoluta conciencia.

Copia los mecanismos técnicos franceses. Por eso nosotros llegamos a un modernismo antes que todo el mundo porque el Maestro importa conscientemente esos mecanismos técnicos de transposición de los sentidos, de pintar como un pintor, creando superficies y sonidos.

Está tratando de crear una lengua para la solidez hispanoamericana, para la expresión del hombre latinoamericano e incluso porque sabía que vivía una época nueva que demandaba un lenguaje nuevo, una literatura nueva.

La urgencia de las repúblicas de América es específica y está más allá de entrar en la modernidad para hacer trenes, carreteras y progresar. Nosotros teníamos que crear un mundo nuevo, ya Europa tenía el suyo y llegaron a la etapa del capital, de los monopolios. Pero nosotros estábamos fabricando las repúblicas y un orbe nuevo.

El modernismo nuestro es un movimiento muy complejo que implica la entrada en la modernidad de muchos otros fenómenos. Significa un intento de autentificarnos, de legitimarnos a nivel universal.

Nosotros teníamos que construir el arquetipo del hombre latinoamericano. Todos sabían qué era un europeo, pero América todavía tenía que construir el paradigma del latinoamericano.

-¿Lo expresado en el ensayo “Nuestra América” está de alguna forma en estas publicaciones?

Sí, “Nuestra América” viene siendo el gran documento rector de la americanidad. Uno se pregunta cómo Martí hace un ensayo programático, político, educativo montado sobre imágenes. Es un texto eminentemente poético en el cual se transforma el lenguaje y se crea un sistema de imágenes: un imaginario americano.

Martí se detiene mucho en la colisión entre indígenas y españoles, ese momento dramático que lo reitera porque sabe que de ahí nace un imaginario que tiene que ver con los milagros cristianos y con la mitología aborigen.

Sabe que el imaginario y la mitología fundan una nación. Un país no se funda sólo por la acción patriótica, sino también a nivel de lenguaje, por la imagen. Un país tiene un imaginario muy poderoso que lo cohesiona. Martí hace una recopilación de todo eso,  y de eso hace poesía.

-En 1883 Martí dice que La América más que un periódico literario es un periódico útil. ¿Cuál es el concepto martiano de “periódico útil”?

Ahí existen dos o tres planos de significación porque uno pudiera pensar que Martí desdeña el conocimiento literario en pos del conocimiento científico o que opone lo útil a lo literario, pero eso pertenece a una polémica de la época. Martí tenía una cruzada contra la educación excesivamente literaria porque se imponía la necesidad de una educación tecnológica.

Se necesitaba una educación que pusiera al ser humano a trabajar, a crear riquezas, por tanto, iba quedando atrás toda la retórica y poesía de adorno proveniente del Medioevo. 

Nosotros éramos educados por España y teníamos esa filiación retórica, literaria que había que eliminar: esa es la batalla de Martí y a ese nivel es que se puede oponer lo útil y lo literario. Pero el Apóstol en el campo de la creación literaria no separa jamás ciencia de literatura ni ciencia de lenguaje.

Le parecen que son cosas imprescindibles totalmente. Dice que La América debe ser un periódico útil siguiendo ese criterio de utilidad que no prescinde de lenguaje bello, de estilo, de poesía. 

Para el Maestro era mejor ser poeta en actos que poeta en versos. Su ideal sería que cada acto de los hombres fuera como un poema, bellamente pensado y trabajado, o sea, que el concepto de belleza y utilidad se uniera.

Sin dudas en su época había que hacer una cruzada por lo útil, como tal vez en nuestro tiempo haya que impulsar una cruzada por la poesía y dejar a un lado la utilidad pedestre, el exceso de pragmatismo y de consumo. Cada época tiene sus urgencias.

-En el artículo que usted dedica a La América, por qué se pregunta si era un periódico de anuncios.

El periódico declaraba ser de anuncios, sin embargo, Martí lo va a convertir en humanista, de carácter formador del hombre latinoamericano en todos los sentidos. Martí supera la categoría de periódico de anuncios.

Hay un estado de discusión, un enjuiciamiento crítico de lo que debe y no debe ver el hombre latinoamericano, lo que debe tomar y lo que no, de cómo debe comportarse el hombre ilustrado y el empresario estadounidense, cómo debe educar a sus hijos.

-¿Cómo valora el manejo y contraste de las fuentes estadounidenses, europeas y latinoamericanas empleadas por Martí en su proyecto?

Martí tiene un juicio crítico muy universalista. Dice algo sobre la literatura que lo aplica en todos los campos de la vida: la mejor manera de no depender de una literatura es estudiarlas todas. Tiene una capacidad de estudio y de lecturas impresionante. No se conforma con lo que le diga una fuente: él compulsa las fuentes. La comparación tiene mucha importancia en todos los procesos del conocimiento y el Maestro la usa como método.

Al final no se queda con ningún modelo tal cual, sino que los procesa creativamente. La lectura creativa es el último grado de lectura después de la lectura crítica. Martí lee creativamente, enjuiciando y proponiendo su propio proyecto.

-¿Qué le sugiere el principio editorial de adoctrinar sin parecerlo, según lo expresado por Martí en el reverso de la contraportada de la revista La Edad de Oro?

Esa es una de las grandes sabidurías del Apóstol. La lengua no puede ir dirigida a machacarles a las personas cosas de las cuales no están convencidas.

Por la vía de la emoción, la identificación, el entusiasmo y la participación es que se puede educar; nunca machacándole al otro un evangelio memorístico y de consignas vacías. Martí sabe que así no se puede educar a nadie.

Si el objetivo es enseñar algo, se debe hacer de una manera humanista, integral, disparando la emoción y la comprobación. No debe emplearse un diálogo esquemático porque eso provoca rechazo.

-¿Qué es lo que le apasiona de la sección “En Casa” del semanario  Patria?

Todas las publicaciones que se empiezan a producir en el siglo XIX  solían tener secciones a través de las cuales se conversaba con el público: un espacio de correspondencia o de crónicas sobre la boda de tal señorita o el bautizo de fulanito. Esas columnas se escribían para ostentar y para darle gusto al que paga el anuncio o para congraciarse con alguien de poder del interés del medio de prensa.

Sin embargo, Martí transforma todo eso para hacer una sección que nombra “En Casa”, con lo cual ya está dándole una dimensión entrañable, la casa del hombre es su segundo cuerpo, ya el título solo merece un estudio porque no pone crónica social ni cualquier otro título usual en aquel entonces.

-¿Para seleccionar el nombre de esa sección, Martí habrá considerado que los emigrados andaban con la casa a la espalda?

Es posible porque Martí, como poeta, nombra polisémicamente porque tiene mucha inteligencia, sensibilidad y cultura. Él inconscientemente pone un nombre y uno le puede dar ocho lecturas.

Martí se sitúa en un lugar de enunciación entrañable que es la casa y además no va a hacer crónica social, sino un espacio para crear lazos de afecto y de conocimiento entre los hombres que van a hacer la guerra del 95. Su objetivo era levantar la moral, construir un orgullo y un sentido de pertenencia hacia lo cubano y lo latinoamericano.

La sección tenía un sentido ecuménico, comunitario. Allí escribe sobre un bautizo o un concierto que ofrecerá una cubana. Teje emociones y afectos en una dimensión espiritual del periódico, en un nivel muy llano porque al hombre humilde el discurso le llega primero a través del corazón, de los afectos de su comunidad.

Quizás al hombre común no le dice nada que le hablen de alguien que cayó en combate hace 20 años, pero sí cuando le hablan de la muerte de la hija del vecino o que su vecina es la pianista.
  
-Martí en “En Casa” habla de que muchos emigrados nombran Patria a sus hijas. En esa misma sección conceptualizó “Patria es humanidad”. ¿Cómo valora que en ese espacio del semanario haya enunciado tal definición?

Martí le está pasando doctrina al público en una cuerda totalmente emocional, de las cosas cotidianas y eso es muy efectivo, eso completa al semanario Patria de una manera increíble.

-¿Qué opina sobre el hecho de que el Apóstol haya sido el corresponsal de la propia guerra que preparó?

Martí es un hombre total en ese sentido. Tiene que haber tenido un ego fuerte para aguantar tanta calumnia. Tiene que haber estado convencido de sus posibilidades, no cabe duda. Con toda la sencillez del mundo, pero estaba persuadido de lo que podía y debía hacer.

Tenía que trabajar en todos los frentes. Esa es una de las urgencias y necesidades, ¿quién podía hacerlo mejor que él? Era un gran comunicador social. Sabía qué puntos tocar y con quién comunicarse. Era un saber que tenía él ¿a quién se lo iba a confiar? Otros podían colaborar, pero el debía llevar los hilos.

Martí va a la guerra porque tiene que ir. Debía respaldar con los hechos todo lo que había dicho. No concebía haber convocado a una contienda sin participar en la misma.

Lo que más pesaba no era su trabajo como combatiente, porque eso lo había podido hacer otro. Había miles dispuestos a hacer eso, y que sabían tirar tiros mejor que Martí probablemente. El ir a la guerra para Martí era más bien una dimensión moral, una legitimación social, que él sabía que tenía que hacer porque tenía campañas en contra.

Es una pena que haya caído en combate tan pronto porque la tarea más importante era esa, la que casi nadie sabía hacer: la labor organizativa. Poseía el nivel, la personalidad y el conocimiento para desempeñar esa función. Uno no puede decir nada definitivo porque las cosas son como son, y no como uno quisiera que fueran, y no sabemos cómo hubieran sido de otra manera.

Nadie tenía el sentido de servicio y urgencia, ni la claridad desde lo civil que tenía Martí para con los jefes de la guerra.

-¿Se pudiera afirmar que en las cuatro publicaciones dirigidas por Martí hay un nivel de coherencia programática?

Sí, hay una coherencia programática cerrada porque Martí es como un universo analógico. Cada veta de su obra refleja todas las demás. Tomas un poema suyo y refleja toda la obra. O vas a alguna de estas publicaciones y refleja las demás. Hay una coherencia impresionante en toda su creación.

Martí tiene un despliegue de una universalidad mental impresionante. Uno se pregunta cómo puede. Es el lado opuesto a lo esquemático. Entre los esquemáticos y Martí estamos todos los demás. Con un poco más o menos de esquemas porque todos tenemos.

En un momento de su vida expresa que la escuela y el hogar son las dos cárceles formidables del hombre. Cuando uno oye eso piensa que lo ha dicho un anarquista, pero no fue así. El hogar y la escuela son los dos esquemas que te determinan como ser humano. Hay quienes vienen de un hogar desgarrado y esas llagas lo acompañan siempre en su vida.

-Como las tuvo él de su hogar…

Así mismo. Pero Martí sobrepasa de manera casi sobrenatural todo eso. Sencillamente él se puede poner por encima. Eso se lo debe a un cerebro maravilloso, a unas capacidades mentales increíbles, y a una vocación de servicio que es la de un santo.

 

APUNTES PARA EL ESTUDIO DE LA TELEVISIÓN LOCAL EN CUBA

APUNTES PARA EL ESTUDIO DE LA TELEVISIÓN LOCAL EN CUBA

Este trabajo fue presentado en el Festival Internacional de la Televisión 2012, La Habana.

MSc. DAGMAR HERRERA BARREDA,
Profesora de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
dagmar@fcom.uh.cu, dagmarhb@enet.cu

Introducción

Las ideas que hoy quiero compartir en este panel forman parte de resultados de una línea de una investigación que desde hace aproximadamente seis años venimos desarrollando en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y que ha tenido como centro a la televisión que hacemos en las localidades de Cuba. Esta línea, que ya cuenta con interesantes resultados a nivel de pre y postgrado, surge a partir de la puesta en marcha de nuevos telecentros y corresponsalías en diferentes municipios del país.

Acercarnos a esta modalidad de televisión, a las potencialidades que posee y la forma en que se ha implementado en el país presupone también una aproximación al Sistema de la Televisión Cubana, sus estructuras territoriales y locales, a la vez que se constituye como un aporte al propio desarrollo del medio.

Que estemos hablando hoy de televisión local en Cuba no es un hecho fortuito. Es consecuencia de un largo proceso de descentralización y territorialización del medio, cuyo resultado principal es la presencia en más de 100 municipios del país de telecentros corresponsalías y canales de televisión que integran el Sistema de la Televisión Cubana (STVC).

Este Sistema está compuesto por: 

1 Canal Internacional (Cubavisión Internacional),
5 Canales Nacionales (Cubavisión, Tele Rebelde, Canal Educativo, Canal Educativo 2 y Multivisión),
1 Productora de Audiovisuales Comunitarios (Televisión Serrana),
Una estructura territorial compuesta por:
15 Telecentros Provinciales
1 Canal Provincial (Canal Habana),
Y una relativamente nueva presencia local con:
15 Canales municipales (telecentros municipales)
71 Corresponsalías Municipales.

Realizando un paralelismo entre esta configuración y la categorización propuesta por el catedrático e investigador español Miquel de Moragas Spà (en Fernández (Coord.) s/a, pp.91), es posible clasificar a nuestra televisión en función de su área geográfica de cobertura en transnacional, estatal, regional y local-municipal:

--los canales nacionales de televisión, con la televisión estatal.
--los telecentros provinciales, con la televisión territorial o regional.
--los llamados telecentros y corresponsalías municipales, se inscribirían dentro de las televisiones locales/municipales. 

Como se observa, se dispone de una configuración con un alcance extraordinario que acerca la televisión al espectador al ubicarla en los microespacios, a la vez que posibilita la existencia de contenidos locales en las emisiones nacionales.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a televisión local? ¿Qué encierra el término televisión local?

Encierra a aquellos centros de producción y transmisión de señales televisivas, con emisiones originadas en la ciudad/localidad en la que se encuentran ubicados y destinadas a la misma y a sus alrededores inmediatos, en los que las temáticas prevalecientes responden a la comunidad de intereses del público local y transmiten de forma regular un elevado por ciento de producciones propias.

Entre los aspectos fundamentales que distinguen a la televisión local se encuentran la capacidad para producir y emitir en y para una zona determinada informaciones de interés local –contenidos netamente locales de producción propia–, el hecho de circunscribirse a un área geográfica delimitada por un municipio y poco más, y constituir un servicio público y un instrumento de participación ciudadana.

Dentro de esta última clasificación y atendiendo al grado de participación de la comunidad, los por cientos de programas propios transmitidos y su vocación e intencionalidad, se encuentran las de proximidad y comunitarias. 

La existencia de canales de televisión en las provincias y municipios destaca como el hecho más significativo y de mayor trascendencia dentro del sistema de televisión nacional y es una muestra evidente de su evolución.

Para los receptores este modelo de televisión facilita la participación en los ámbitos político, cultural, económico y tecnológico, toda vez que permite la circulación de informaciones relacionadas con la práctica y las problemáticas sociales de su entorno inmediato. Además, pone de manifiesto el importantísimo rol que la televisión juega en el mantenimiento de las identidades culturales y, muy especialmente, de aquellas consideradas como minoritarias.

Las expuestas son solo algunas de las bases en las que se sustentan nuestra investigación. Acerquémonos brevemente a la experiencia cubana.

Televisión Cubana. Camino a las localidades.

Televisión provincial/territorial

Cada una de las provincias cubanas, incluyendo al municipio especial Isla de la Juventud cuenta con un canal de televisión, denominado telecentro provincial. Estos iniciaron sus funciones en el país de forma paulatina desde el año 1984.

A diferencia de la tendencia mundial, detectada en consultas bibliográficas y búsquedas en Internet, que denomina como “telecentros” a locales para el acceso a servicios de computación e informática. El término en Cuba se refiere a centros de televisión que transmiten regularmente una programación propia que refleja los intereses culturales, económicos, políticos, sociales y la vida de los pobladores del territorio donde se encuentran ubicados, según establecen sus documentos constitutivos. Estos territorios pueden comprender una o varias ciudades con las áreas rurales circundantes –en el inicio, varias provincias– que conforman una zona más o menos homogénea en cuanto a cultura e historia.

Otra definición de telecentros los caracteriza como “Emisoras de televisión sin frecuencia radioeléctrica propia, que utilizan para sus transmisiones un horario asignado por el sistema televisivo nacional a través de uno de sus canales –Tele Rebelde–. Realizan una programación orientada a informar sobre los acontecimientos provinciales, promover la idiosincrasia del territorio donde están enmarcados y entretener a la audiencia.” (Cabrera y Legañoa, 2007, pp.77)

Al estudiar la historia de la televisión cubana es posible afirmar que la televisión territorial surge por la necesidad de ofrecer una alternativa televisiva a las provincias orientales, a las que solo llegaba uno de los canales que se transmitían desde La Habana y, con el paso de los años, estos centros se fueron articulando en un sistema estructurado, con características, lineamientos, misiones propias y distintas a las de la Televisión Nacional, que aumenta la visibilidad y representatividad de los diferentes sectores e intereses territoriales en el medio, tanto en la provincia como en el aporte a nivel nacional.

No obstante, el hecho de ser medios provinciales influye en que aún la programación responda a intereses macrosociales y en la mayoría de las ocasiones dirigidos a representar en un por ciento elevado la vida de las cabeceras provinciales en las que se ubican. Las zonas rurales y la vida de sus pobladores, con sus necesidades, conflictos y prácticas culturales, no se ve reflejada excepto en función de intereses más amplios o en ocasiones excepcionales.

Es por ello que a partir del año 2003 fue aprobada la idea de construir nuevas estructuras municipales que pudiesen generar una información propia en cada uno de las localidades en que se ubicaran, mantuvieran informada a la población ante situaciones excepcionales y garantizaran una mayor ocupación del espectro radioelectrónico nacional.

Televisión local/municipal. Del cuándo, cómo y por qué surge

Entre los factores fundamentales que posibilitaron el surgimiento de la televisión local en Cuba destaca la unión, por una parte, de los avances tecnológicos producidos en el área de la informática y las comunicaciones, la aparición de nuevos formatos, servicios, canales y el aumento de las capacidades de transmisión, con el quehacer consolidado de los canales regionales de televisión en Cuba (telecentros provinciales), la tradición de las radios municipales, de amplia aceptación popular y el apoyo político e institucional

La idea se consolida cuando la dirección del país decide dotar a 100 municipios de centros de producción y transmisión televisiva que pudieran funcionar en régimen autónomo, con el equipamiento televisivo necesario para generar una información propia en cada uno de estos territorios.

Se designan 17 transmisores a la creación de canales de televisión que responden a la localidad en la que se ubican, 13 para ampliar la transmisión de los telecentros provinciales en una extensión de su programación durante los fines de semana para el municipio cabecera y los restantes a la implementación de corresponsalías municipales.

Pertenecientes al ICRT y atendidos hasta hace poco tiempo por la Dirección Nacional de Telecentros en todo lo relacionado con su funcionamiento interno, producción y transmisión, estos nuevos canales y corresponsalías integrarían el Sistema de la Televisión Cubana y dentro de él, el de la Televisión Territorial, desarrollado a partir de la implementación y paulatina consolidación de los Telecentros Provinciales. Se le otorgaba a la televisión, la posibilidad de convertirse en un medio próximo al público donde el espacio municipal, local, comunitario, tuviese cabida.

El nacimiento de los Telecentros Municipales (TCM) en Cuba, como caso particular, difiere de forma general con las motivaciones que le dan surgimiento a prácticas similares en otras regiones del mundo, En América Latina, por ejemplo, un gran número de ellas son utilizadas para contraponerse al sistema social imperante o como tribuna de comunidades, organizaciones o gremios de trabajadores. En el caso cubano no se les define como televisoras alternativas –al menos no de acuerdo con la definición bastante extendida del término–; sino que descentraliza y complementa al Sistema Nacional de la Televisión, al llenar, haciendo uso de los recursos técnicos y el personal de cada territorio, los vacíos comunicacionales existentes, en función de dar respuesta a intereses de contextos específicos.

Algunos acercamientos a la programación

Resulta imposible en esta ponencia recoger todos los resultados que quisiésemos compartir sobre la experiencia cubana y sus particularidades.

Primeramente quisiéramos destacar que como principales referentes para el trabajo en los canales municipales se encuentran la televisión nacional y provincial, por lo que la tendencia generalizada ha sido a imitar sus formatos y estructuras en la conformación de la programación, aún cuando van ganando en autonomía. Es notable el tránsito gradual de grandes por cientos de programación enlatada a mayor cantidad de programas propios, que va particularizando al subsistema.

Dentro de la programación propia han ocupado un espacio importante las informaciones referidas al contexto local, próximo. Entre los temas priorizados se encuentran los relacionados con el acontecer municipal: las instituciones u organizaciones de la localidad, la juventud, educación y orientación social, el arte y la cultura, la situación socioeconómica de la localidad, la niñez y en consonancia, las fuentes locales son las más empleadas. Los tópicos provinciales o nacionales ocupan un espacio reducido en sus programaciones.

La relación con las instituciones políticas y de masas locales ha aumentado. Además de los convenios implementados en algunos municipios entre empresas y el canal, se establecen vínculos constantes en los que las primeras ofrecen sus opiniones y sugerencias respecto a la programación que se transmite, a la vez que mantienen al telecentro informado de las actividades o acciones que realizan.

En cuanto a la comunicación con los televidentes los canales la mantienen fundamentalmente a través de llamadas telefónicas, cartas a la emisora, encuestas y entrevistas. Otra de las modalidades empleadas son los encuentros informales con los miembros de la localidad, una práctica común en la mayoría de los casos. Estas vías deberían ser aplicadas aún de forma conciente y coherente por parte de los colectivos, así como podrían implementarse otras, en aras de perfeccionar las programaciones y otorgar mayor protagonismo a la comunidad en el proceso comunicativo.

Territorialización de la Televisión Cubana

Siguiendo este desarrollo y a partir de las investigaciones ya mencionadas y que se han realizado desde la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (Legañoa y Cabrera, 2007; Herrera, 2008), es posible establecer la periodización del surgimiento y evolución de los telecentros, canales y corresponsalías municipales en Cuba. La propuesta estaría conformada, hasta el momento actual, por cinco etapas:

--De 1968 a inicios de los años 80: Surgimiento de la televisión territorial en Cuba. La primera etapa inicia con el surgimiento en Santiago de Cuba de Tele Rebelde y se extiende hasta su traslado como canal nacional hacia La Habana, a principios de la década del ochenta, fecha en la que se divide la producción televisiva en el oriente del país con la consolidación de Holguín como segundo centro emisor y se crean otros Centros Regionales de Información en Pinar del Río, Villa Clara y Camagüey.

--De 1984 a inicios de la década del 90: Creación de los Telecetros provinciales. La segunda etapa comienza con la progresiva conversión de los Centros Regionales de Información en unidades presupuestadas estatalmente que además de enviar informaciones de las corresponsalías para La Habana, comienzan a producir programas para sus territorios y a transmitir una hora diaria, utilizando las frecuencias de Tele Rebelde. Se decide nombrar a estas unidades como telecentros provinciales y se incluyen entre ellas a Tele Cubanacán (Villa Clara), TV Camagüey (Camagüey) y Tele Pinar (Pinar del Río). Además, con similares objetivos en el mismo contexto se aprueba la creación de Sol Visión (Guantánamo) e Isla Visión (Isla de la Juventud). Finaliza con el inicio del Periodo Especial.

--De 1990 a 2000: Inicia con el surgimiento de CHTV en La Habana y se extiende hasta la puesta en marcha de TV Avileña (Ciego de Ávila) en el año 2000. Responde básicamente a la necesidad de instituir sedes provinciales de televisión que pudieran aportar informaciones para el sistema televisivo nacional y que a su vez fueran la voz del acontecer territorial en los lugares desde donde transmitían. Este período es reconocido como de Completamiento del sistema televisivo territorial. El área de cobertura se redujo a las fronteras provinciales, transformando los intereses y objetivos de la programación. A partir de una delimitación regional más específica, cada telecentro pudo proyectar una parrilla de programas organizada en función de patrones culturales y de identidad, correspondientes a las particularidades de cada provincia.

--De 2003 a diciembre 2010: Implementación de la televisión de cobertura local o telecentros municipales, como se les ha denominado. Comienza en el año 2003, en el que se manifiestan las primeras pretensiones de ejecutar centros de producción audiovisual en los municipios cubanos. Está subdividida, a su vez, en dos períodos: un momento inicial de surgimiento y prueba de la experiencia con 8 canales y un segundo en el que, a partir de noviembre de 2006, se amplía la red municipal de televisión con la implementación de 9 televisoras y 71 corresponsalías municipales; además de la extensión de horarios de los 13 telecentros provinciales a los fines de semana con una programación de corte local dirigida al municipio cabecera. A partir de la estabilización del trabajo de estos canales y sus relaciones con el resto del sistema de la televisión cubana puede hablarse de la existencia de un subsistema de televisión de cobertura local en Cuba.

--De 2011 a la actualidad: Reestructuración y consolidación del sistema de televisión local. A partir de enero de 2011 y a tono con la nueva distribución político administrativa cubana, los canales locales Tele San José y ArTV pasan a ser canales provinciales. Tele San José cambia su nombre a Tele Mayabeque. Ambos comienzan a transmitir como el resto de los telecentros provinciales y mantienen su programación municipal de fin de semana. Se inician e implementan reestructuraciones al interior del ICRT que cambian la estructura del sistema nacional de televisión. Aún en proceso.

Diferencias entre Canales Municipales  y Telecentros provinciales

Como se habrá notado, al hacer referencia a los telecentros municipales preferimos emplear la terminología de canales locales, canales municipales, o de cobertura local.

El cambio de nomenclatura responde a las diferencias fundamentales que se establecen entre estos canales y los telecentros provinciales (TCP) y que fueron observadas en la investigación. Entre ellas destacan las siguientes:

1-Área de cobertura: en los canales locales el área de cobertura responde al radio de acción de sus transmisiones y por lo general no sobrepasa los 10 o 15Km, lo que les confiere una cobertura menor, incluso, que la extensión municipal. El TCP llega a toda la provincia;

2-Público: el público, por tanto, está definido por ese radio de acción, en los canales locales es más homogéneo, supuestamente, que en los TCP, por cuanto vive en un espacio mucho más reducido, localizado, en el que aumentan los intereses y expectativas comunes;

3-Interacción con receptores y fuentes: las posibilidades de interacción con receptores y fuentes, en consecuencia, aumentan en gran medida en los canales de cobertura local. La relación es mucho más estrecha y directa. En cambio, en los TCP los vínculos son más cercanos con instituciones y órganos provinciales y el público es más heterogéneo, diluido, esparcido por toda su extensión territorial. La representatividad y el tratamiento de la audiencia territorial es más impersonalizado. El público del municipio cabecera es el más atendido y priorizado, aún sin proponérselo.

4-Estructura de la programación: Aún cuando tengan elementos estructurales comunes, en los canales municipales deben priorizarse programas de corte local y comunitario en los que se propicie una mayor interacción con el público, elemento que se establece en menor medida en los TCP.

5-Contenidos de la programación: los contenidos de los programas de los canales municipales deben estar en función de su público. Los contenidos de los TCP responden a intereses más diversos, representativos, en correspondencia con su responsabilidad, áreas de atención y cobertura.

6-Cantidad de horas de programación: el número de horas de programación de los canales municipales, aún cuando en su mayoría transmiten solo los fines de semana, es superior a la cantidad de horas de la programación de los TCP.

7-Señal propia: quizás la más importante y distintiva de las diferencias radica en el hecho de que los TCP no disponen de un transmisor o canal propio, excepto para su extensión de horario durante los fines de semana, cuando funcionan como telecentros municipales. Su señal sale al aire por Tele Rebelde, mientras tanto, las nuevas televisoras locales cuentan con un transmisor que no los hace dependientes de otro canal. Cada uno transmite por una frecuencia propia. O sea, son realmente canales materializados tanto en su proceso productivo como en la independencia de su señal al aire y no centros de elaboración de programas que emplean otra frecuencia para transmitir.

La denominación “telecentro” crea, por tanto, una homología entre las dos modalidades analizadas que no se corresponde exactamente con la realidad.

Conclusiones

Las televisoras de cobertura local en Cuba o televisión municipal, surgen como canales de titularidad pública, al igual que el resto de los medios nacionales y por sus características componen un subsistema de televisión local dentro del Sistema de Televisión Cubana, a su vez se ubicado dentro del Sistema de Comunicación Pública. Se rigen para su trabajo por la Política de Programación del ICRT, ajustándola a las características del territorio en que se ubican.

Sus basamentos supraestructurales son similares a los del resto de los componentes de la televisión nacional, con la particularidad de que debe ajustarse a las especificidades y exigencias del medio en el espacio local. Cuentan todos con similar infraestructura técnica, que se distingue por ser lo suficientemente avanzada y con elementos identitarios definidos que los agrupan. Encuentran su núcleo principal en el espíritu de los municipios y sus habitantes. Una condición que debe ser aprovechada con más fuerza.
Aún cuando quede mucho camino por andar, la experiencia comienza a consolidarse y definirse como única y ha mostrado ser, en su poco tiempo de implementada, poseedora de características que la muestran como válida y con innumerables potencialidades.

Hemos optado por enunciar, en forma de puntos y como resumen, los aportes fundamentales que en nuestra opinión y en las palabras de especialistas, directivos y trabajadores encuestados o entrevistados, ya brindan en conjunto los canales municipales:

--El público de las comunidades locales cuenta con una vía inmediata para estar informado de lo que ocurre en su territorio y que no le llega por otro canal.

--Se abordan temas, situaciones y problemas de la realidad local, que forman parte de las interioridades del municipio.

--Ofrecen la posibilidad de abordar con prontitud los problemas que más aquejan a la población y favorecen en la búsqueda de soluciones.

--Aumenta el nivel de representación de la realidad municipal y sus actores tanto en el espacio local como en el provincial y nacional.

--Aumentan las posibilidades de satisfacer las necesidades educativas y de entretenimiento de la localidad.

--Son vías de orientación y facilitación social.

--Se reafirman y enriquecen los valores, costumbres y la idiosincrasia local.

--Se constituye como un canal de comunicación directa entre las autoridades locales y el público.

--Son fuentes de empleo de personal fundamentalmente joven que tiene un espacio donde desarrollarse y superarse profesionalmente, a la vez que se aprovechan las posibilidades de los profesionales del territorio con inclinación hacia el medio.

--Se afianzan como una vía de difusión de los talentos locales.

--Contribuyen a la diversificación y complementación del Sistema Nacional de la Televisión Cubana.

--Constituyen una herramienta importante de comunicación ante eventualidades o situaciones excepcionales.

Otra de las conclusiones fundamentales a las que se puede arribar después del estudio de la televisión en las localidades cubanas es la presencia de elementos comunes que nos permiten pensar que se está conformando un modelo de televisión local en Cuba, particular y auténtico, que tiene como principal antecedente a la experiencia de la televisión provincial en el país y que encuentra su paralelo en las tendencias de televisión local en Latinoamérica y Europa. Entre estos elementos destacan:

--Igual base político-ideológica-cultural,

--Ocupan el mismo nivel dentro del Sistema Nacional de Televisión,

--Iguales lineamientos, Objetivos, Funciones y Deberes,

--Iguales referentes formales, éticos y estéticos,

--Poseen en su interior las mismas estructuras organizativas y de dirección,

--Similares mecanismos de selección y habilitación del personal,

--Plantillas laborales idénticas,

--Similar infraestructura técnica y material,

--Similares perfiles de programación y tipologías de contenidos,

--Comparten iguales técnicas, herramientas, géneros periodísticos y comunicativos,

--Similares métodos de interacción con el público y las entidades locales.

A estos se suma la manera de resaltar los valores, costumbres, acontecer del municipio en el que radican a partir de fuentes locales, la presencia de programas de factura propia, fundamentalmente informativos y de orientación social que responden a los intereses del municipio, “se ve el reflejo de cada pueblo. Cada persona disfruta y aprovecha su canal y lo ve como una vía más de la Revolución para actuar en su bienestar, en el aumento de su cultura, su conocimiento”. (Comunicación personal, C. A. Sánchez, Dir. Gibaravisión, 2008), además de coincidir en la juventud y voluntad de sus realizadores.

Con las bases ya sentadas, una práctica innegable que muestra resultados positivos, una reflexión en desarrollo y una proyección de cómo articular los diferentes niveles de interrelación al interior del sistema de televisoras de cobertura local y con el resto de los componentes del Sistema de la Televisión Cubana y del Sistema Nacional de Medios cubanos, trabajamos como próximo paso en la articulación del mencionado modelo.

 

JULIO GARCÍA LUIS: UNA PRENSA QUE DIALOGUE

JULIO GARCÍA LUIS: UNA PRENSA QUE DIALOGUE

 

Bajo el control popular y con una gran autorregulación a partir de principios pertinentes al proyecto histórico del socialismo, así describe en su libro póstumo este maestro de periodistas el modelo de Periodismo que debería erigirse desde la sociedad cubana.

MSc. JESÚS ARENCIBIA LORENZO,
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana,
Periodista de Juventud Rebelde. 

Un libro recorre las redacciones periodísticas de Cuba. Para algunos, constituye un excelente manual del oficio; para otros, la síntesis más elocuente de los esfuerzos que durante décadas han intentado diseñar un modelo de prensa genuino. Puede que alguien tan solo lo vea como un alegato; y habrá hasta quien le conceda el valor casi mítico de un testamento profesional. Nadie, creo, entre los periodistas cubanos, dejará al menos de interesarse en saber de qué van estas páginas, que a punto de agotar su primera edición, andan armándose ya para una segunda.

Revolución. Socialismo. Periodismo… es en este instante la noticia entre quienes hacen noticias. El volumen, de la Editorial Pablo de la Torriente, presentado durante el recién concluido IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y acaso el documento programático más completo de la organización, lleva una firma que ennoblece al gremio: Julio García Luis (1942-2012).

Varias de las últimas generaciones de la prensa nacional lo tuvieron como profesor y Decano en las aulas de la Facultad de Comunicación; los reporteros y articulistas un poco más adultos lo recuerdan presidiendo, con mano sabia y escudo antiburócratas, los destinos gremiales a la entrada de la crisis terrible de los años 90 del pasado siglo; los veteranos de la escritura, evocan orgullosos sus tiempos de comentarista y cronista de viajes, integrando delegaciones de alta política, muchas veces junto a Fidel Castro.

Casi todos lo que más recuerdan de este Premio Nacional de Periodismo José Martí es su decencia; su ética de manga larga, que lo acompañaba tanto en la discusión de un titular, el tribunal de una tesis o el trabajo voluntario junto a sus alumnos. Así era Julito, dicen los colegas. Y no hace falta explicar más.

Pero Revolución. Socialismo. Periodismo…, colosal estudio que partiera de su tesis de doctorado, llega cuando su autor ya no está. Y urge conversar con el libro, que es como leer al hombre que lo engendró. En el caso de Julio, eso no será difícil por dos motivos esenciales. Primero, porque era de los escritores que encuentran en la letra impresa el sabor auténtico de una buena conversación; segundo, porque pertenecía al círculo de los pocos seres humanos que pueden leerse de arriba abajo, de la juventud a la adultez, de la piel a los recuerdos y siempre ofrecen los mismos significados: aquellos que dignifican a sus semejantes.

Sobre periodismo, periodistas, modelos de prensa, y futuro de los medios versa esta entrevista imaginaria...

—Profesor, ¿por qué Usted afirma que se trata de un volumen «tardío»?

«Porque es un libro que ya estaba escrito. Solo faltaba ponerlo en blanco y negro. Lo escribió, hace ya largo tiempo, el debate y la experiencia de los periodistas cubanos. No conozco a alguno que no comparta esta o similares preocupaciones». (1)

—¿Cuál sería la pregunta central de la investigación?

«¿Es viable una alternativa revolucionaria y socialista al modelo de prensa liberal, que no encaje a su vez en un patrón ideológico decimonónico o en uno de tipo soviético o de prensa de Estado?

»En otros términos: ¿cuáles pudieran ser las potencialidades del socialismo para generar un mejor periodismo, capaz de cumplir una función más eficaz de legitimación y fortalecimiento del sistema?»

—Entonces el objetivo principal sería…

«Analizar a fondo la perspectiva de cuál es, en nuestro humilde criterio, el modelo cubano de prensa que más puede convenir a nuestros planes de actualización del proyecto socialista, y el que más puede convenir, a la inversa, a los planes de la clase política estadounidense en sus pretensiones de desmontar desde dentro la sociedad cubana y recolonizar a nuestro país».

—¿Cómo pudiera definir, brevemente, al Periodismo?

«En tanto manifestación de la comunicación y la cultura, es al igual que la literatura un organismo vivo que construye sin cesar sus lenguajes, géneros, formas y capacidades de relacionarse con la realidad. El Periodismo en cada época crea sus paradigmas, sus modos de hacer, su estado del arte. Se adapta, desarrolla y hace suyos los distintos medios, soportes y tecnologías que le sirven. Al mismo tiempo, como parte del cuerpo social, se expresa en determinadas formas de propiedad y gestión, que a su vez se vinculan a la organización de la labor periodística, sus ideologías y rutinas profesionales, y sus relaciones con los sistemas político, económico y cultural de la sociedad».

—El modelo de prensa de mercado, ajustado al liberalismo fundador de la Primera Enmienda estadounidense se ha presentado por mucho tiempo como el paradigma incuestionable, ¿cómo podría rebatirse esta perspectiva?

«Bastaría aplicarle (…) la misma lógica con que Marx y Engels (1969) en el Manifiesto Comunista de 1948 emplazaron a los capitalistas: “Ustedes se horrorizan ante nuestra intención de acabar con la propiedad privada. Pero en su sociedad la propiedad privada ya ha sido eliminada para el noventa por ciento de la población; su existencia para unos pocos es solo posible debido a la no existencia para ese noventa por ciento”. (…) Hoy pudiéramos preguntar, igualmente, ¿qué libertad de prensa es esta que descansa en privar del derecho a poseer y utilizar los medios a mucho más que aquel noventa por ciento de la población, y concentrarlo en gigantescos conglomerados y monopolios transnacionales?».

—Pero criticar ese sistema solamente no garantiza superarlo…

«La crítica teórica o moral no será completa y consecuente si ella no es capaz de gestar una mejor versión profesional del periodismo. Cabe asociar esta idea con el concepto de crítica que, en el terreno literario, estableció Ernest Hemingway en su clásica entrevista cuando vivía y trabajaba en el islote de Bimini: para él criticar como escritor a Stendhal era llegar a escribir mejor que Stendhal. Otra cosa no valía».

—Y eso, obviamente, no lo logró el andamiaje periodístico de la URSS…                         

«Más de 70 años del modelo de prensa soviético-estalinista no fueron capaces de formar una opinión pública alerta, informada y crítica, sino que indujeron, por el contrario, al aislacionismo, la pasividad, la pérdida de confianza y la deslegitimación del liderazgo.

«Como presenciamos durante décadas, el sistema soviético buscaba sus principales enemigos en algunos connotados intelectuales disidentes, capaces de provocar algún ruido y recibir amplias coberturas de la prensa occidental. El verdadero enemigo del socialismo, sin embargo, resultó ser la burocracia corrupta y privilegiada, que había desarrollado interesas propios y fue capaz de vender al país por sus ambiciones de riqueza y poder». (…)

«Una amarga verdad se hizo evidente: la Unión Soviética y su Partido Comunista creían tener prensa, pero el modelo asumido bajo el supuesto de contar con todas las ventajas y evitar todas las desventajas, no fue capaz de crear auténtico periodismo, y llegado el momento los dejó inermes frente a sus adversarios.

—En nuestro país, ¿se calcó en algún momento esa visión y gestión del periodismo soviético?

«Lo más exacto (…) sería decir que en Cuba no hubo una transposición consciente del modelo soviético de prensa, sino la asunción de un sistema en parte similar al soviético en cuanto a la estructuración del Partido y la organización y gestión de la sociedad, la economía y la política, el cual condujo, en su momento a generar una fórmula de prensa que, aunque endógena, se aproximó en varias dimensiones a las características del tan criticado y hoy desaparecido modelo»…

—Y esto condujo a distorsiones garrafales…

«Se llegó a la etapa en que un Secretario del Comité Central concibió que la prensa funcionaría en base a planes de trabajo, los cuales debían ser entregados y centralizados en el aparato del Partido. Nadie ha podido saber nunca para qué servían y qué se hacía con aquellos planes. Claro está que no era un asunto de personas, sino de concepciones». (…)

«Los conceptos de noticia y de servicio público fueron subordinados y a veces sustituidos por la propaganda de actos, actividades superestructurales y efemérides. Sobre la información se estableció un método administrativo. Los dirigentes de la gestión productiva y social se erigieron a la vez en administradores de lo que podía o no divulgarse. El papel de los periodistas y cuadros de la prensa quedó inhibido y reducido en ocasiones al de intermediarios desprovistos de opinión. Fue anulada la saludable misión de contrapartida que debía desempeñar en la sociedad una prensa indagadora, ágil, analítica y orientadora, solo comprometida con los intereses superiores del Partido y la Revolución».

—Sin embargo, en varios momentos desde la dirección política cubana se pretendió corregir estas visiones erróneas y encaminarse hacia un periodismo militante, creador, auténticamente crítico. Hay al respecto documentos, discursos, indicaciones de mediados de la década del 70 y 80 del pasado siglo…

«A despecho de las reiteradas intervenciones, indicaciones y normativas de la alta dirección del país, fue imposible modificar el estilo, contenido y forma de actuación de la prensa. Se puso de relieve lo difícil, por no decir lo imposible, que resultaba todo intento de reajustar el funcionamiento de la prensa desde afuera». (…)

«La autoridad de los directivos y la participación de los colectivos de periodistas en las políticas editoriales fueron reconocidas como indispensables hace ya cerca de cuatro décadas. El Partido lo ha reiterado varias veces. Pero ellas, en los hechos, han estado limitadas o reducidas por un contexto en el cual cada organismo administrativo ha convertido la información en un feudo particular».

—Profesor, de acuerdo con su investigación, que incluyó entrevistas y talleres con buena parte del gremio periodístico cubano, ¿cómo podría revertirse tal situación?

«El estudio parece hallar consenso en cuanto a que el principal potencial para el mejoramiento de la prensa cubana y la solución de sus problemas está en lograr una adecuada correlación entre la regulación externa, que debiera ser mínima y razonada, según algunos criterios, y que determine su autoridad y su capacidad de acción, según otros, y la autorregulación interna, a la cual se le atribuyen las mayores posibilidades para lograr calidad y eficacia en los mensajes, sobre todo si está caracterizada por la participación conjunta de directivos y periodistas en la ejecución responsable del perfil informativo de cada medio».

—Esto se traduciría en qué tipo de prensa…

«En primer lugar, una prensa que dialogue con el pueblo, no que transmita al pueblo. Que se prealimente, y que no se limite a retroalimentarse como hace con fines totalmente instrumentales la prensa burguesa. Una prensa bajo el control popular pero con una alta autorregulación a partir de principios éticos, filosóficos, políticos y profesionales compartidos y pertinentes al proyecto histórico del socialismo».

—Pero una transformación tal deberá incluir a muchos protagonistas, no solo los agentes periodísticos…

«No puede ser una aspiración o un cometido exclusivo de los medios, los periodistas o los directivos de la prensa, sino un propósito de toda la sociedad, que implica reflexiones y acciones tanto en la propia prensa como en las fuentes e información, en el Partido, en todas las instituciones de la sociedad y, especialmente, en los propios paradigmas culturales de los receptores, es decir, en las expectativas hacia los medios de un pueblo más culto y preparado en todos los sentidos».

—Usted parece convencido de las potencialidades para lograr ese cambio. ¿Cuánto aportaría en sentido histórico, si efectivamente fuera posible?

«Asistiríamos, en fin, a la experiencia de incalculable valor de un sistema de prensa socialista que pone a prueba su capacidad para generar mejor periodismo que la prensa del capitalismo, no ya solo por sus líneas políticas y éticas, sino, además por la calidad intrínseca de su producción profesional. Las ideas marxistas y socialistas esperan desde hace más de un siglo por esa validación».  

Nota: Todas las respuestas de este diálogo imaginario pertenecen, textualmente, al volumen Revolución. Socialismo. Periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI. Editorial Pablo de la Torriente. La Habana. 2013, de Julio García Luis.          

CRISIS EN LOS GÉNEROS

CRISIS EN LOS GÉNEROS

Joseph María Casasús y Luis Núñez Ladevéze, profesores españoles, acotan que en la actualidad los géneros tradicionales de periodismo han entrado en una nueva crisis como consecuencia tanto de su propia evolución como de la aparición de nuevos medios de comunicación.

MSc. EVELYN LUGO,
Profesora de la Universidad Bolivariana
de Venezuela, Sede Maturín.

Para algunos teóricos como Lorenzo  Gomis  y Mar de Fontcuberta, los géneros periodísticos son considerados categorías básicas en las que se fundamenta la expresión del mensaje comunicacional de masas. Desde este punto de vista, producen orden en el material informativo y los medios de comunicación hacen uso de ellos para recoger la complejidad de lo que acontece y exponerlo a los receptores.

Algunas teorías clasificatorias de los géneros periodísticos

En medio de la incertidumbre ante la diversidad de clasificaciones de los géneros periodísticos, surgen diversas teorías entre las que destacan:

-La poética de Aristóteles y/o teoría de los géneros: considerados categorías básicas (Lorenzo  Gomis  y Mar de Fontcuberta; 1989). “…Cada género tiene una forma y cada género trata de producir efectos. Y gracias a los diferentes géneros el diario multiplica el uso de recursos”.

-Teoría de los esquemas del discurso, planteada por el profesor Teun A. van Dijk, se divide en dos grupos narrativos y argumentativos. Postura criticada por algunos investigadores del periodismo por manejo de esquema reduccionista y simplista. Sin embargo, Van Dijk insiste en el análisis del proceso de producción de la noticia.

-Teoría normativa de los géneros periodísticos. José Luis Martínez Albertos la desarrolló en 1989, definiéndola como “una construcción teórica que surge por la extrapolación de la teoría clásica de los géneros literarios”. Opinan sus críticos que el no distinguir bien lo que es información de lo que es opinión, puede llevar a transmitir al lector una idea incorrecta de los hechos. Pero Martínez Albertos no concibe una correcta enseñanza del Periodismo sin la existencia de una teoría precisa. Así, dividir los textos periodísticos obedecería a la necesidad metodológica de clasificar determinados productos culturales.

-Teoría del sistema de textos, formulada por Héctor Borrat, quien propuso en 1981 una clasificación de los géneros periodísticos muy similar a la del resto de la doctrina española, formada por textos narrativos, descriptivos y argumentativos. Según este criterio, el predominio de unos tipo en los géneros narrativos y de otros en los argumentativos conlleva la aparición de textos mixtos. (Casasús e Núñez Ladevéze, 1991: 90). (El debate en torno a los géneros periodísticos en la prensa: nuevas propuestas de clasificación, por Sonia Fernández Parratt).

Si bien es cierto que los géneros periodísticos son de gran utilidad como instrumento pedagógico del ejercicio profesional porque proporcionan al alumno modelos y esquemas de referencia, desde hace varios años  tropezamos con la hibridez del mismo, la cual se hace necesaria ante la evolución del tiempo y de la sociedad. En este sentido, no debemos perder de vista las teorías aquí expuestas ya que nos encaminan hacia la interpretación de la realidad plasmada en textos mixtos.

Es por ello que en estos tiempos de cambios y apoyándonos en el diálogo de autores españoles -investigadores de los géneros periodísticos- es notable resaltar que el periodismo es algo que crece y vive y está en constante movimiento, motivo por el cual no podemos encasillarlos en viejas estructuras, abriendo así nuestra mente y ofreciéndole al público la armonía y coherencia de los hechos relatada desde diversos estilos.

En líneas generales, académicamente se hace necesario establecer la importancia y diferencia de cada uno de ellos; clasificados de la siguiente manera: noticia, reportaje, entrevista y crónica, y comentario-critica, carta al director, artículo, columna, editorial y viñeta de humor, entre otros.

¿Los géneros periodísticos van desapareciendo hasta perder vigencia en la actualidad?

En este caso, para Joseph María Casasús y Luis Núñez Ladevéze, piensan al igual que Fontcuberta y Gomis, que han sufrido varias crisis y transformaciones con el paso del tiempo. A continuación señalamos algunas de ellas:

-Entre 1920–1930: influencia de la literatura de vanguardia en la prensa.

-Los años 80: factores de competitividad con otros medios, aparición de nuevas tecnologías y factores ideológicos como la crisis de la postmodernidad.

-Aparición de nuevos medios de comunicación. Por ejemplo, el periodismo multimediático.

Tendencias en la reestructuración del mensaje

Entre otras vertientes, los géneros clásicos se enfrentan al periodismo de precisión, donde día tras día se actualizan con trabajos más elaborados de alta calidad e hibridez. Motivo por el cual, Casasús y Ladevéze consideran que una teoría moderna de los géneros periodísticos deberá asentarse en los siguientes criterios:

-Entender la teoría de los géneros como una proyección analítica y crítica de la práctica periodística.

-Ordenar el sistema de los géneros según la división que distingue entre el objetivo o formal y subjetivo o temático. Combinación de ambas dimensiones ejemplo: crónica deportiva, reportaje político, información científica, crítica musical.

-Clasificar los géneros según las siguientes categorías: informativos, o narrativos, interpretativos, evaluativos o descriptivos, argumentativos para el comentario y la opinión o evaluativos y los instrumentales denominados prácticos.

-Géneros igual a instrumento pedagógico que permite desarrollar una crítica de los textos, según los principios del profesor Lorenzo Gomis (1989: 129-141).

-Apoyan el carácter interpretativo, pero creen que este afecta los textos informativos, caracterizados por su naturaleza persuasiva más que objetiva o imparcial. En http://www.ehu.es/zer/zer11web/sferparrat.htm

Nuevas propuestas - Tipología

Entre las nuevas propuestas tenemos el reporterismo y/o género de autor, donde se abandona el clásico criterio de objetividad, subjetividad e intencionalidad, proporcionándole un punto de vista absolutamente personal.

Vivimos en un mundo acelerado y así como cambia el clima, cambian los modelos tradicionales de la vida, en este caso abordamos la raíz del periodismo - “la tipología clásica”- la cual no admite en la actualidad la gran cantidad de adornos que aparecen continuamente fruto de su propia transformación. Ya que bien sea que vivimos tiempos de cambios, o se cuenta con menos preparación en las universidades para nuestros jóvenes o en definitiva la existencia de mucha creatividad en cada comunicador, el cual tiende hacia la hibridez del género.

Si bien es cierto, nos abordan infinitas interrogantes, y no sólo describir o relatar los hechos es la clave, estudiamos este oficio para aclarar el sentido de las noticias aparentemente dispersas, ofreciéndole a nuestro lector o audiencia la secreta armonía de los hechos, diciéndole del por qué ocurrieron los acontecimientos, lo cual se logra con prácticas que requieren de buena formación e investigación.

“La sociedad actual, compleja y globalizada, requiere un periodismo que logre traducirla adecuadamente. Esto implica, entre otras cosas, comprender la interrelación de las noticias y asumir nuevas estructuras de pauta. Frente al ‘periodismo mosaico’, que disgrega y desinforma, la autora propone el “periodismo sistema”, que articula y dota de sentido a los contenidos” (Fontcuberta, Mar de: La noticia, Barcelona. Paidós, 1993, pp. 102-108).

Los Medios digitales

Tanto la competencia de los medios de comunicación audiovisual como los de la nueva tecnología están cambiando radicalmente las formas de trabajo, los medios a través de los cuales las personas acceden al conocimiento, se comunican y aprenden, y los mecanismos con que acceden a los servicios que les ofrecen sus comunidades. Su incidencia en los medios de comunicación plantea la posibilidad de transformar a los sujetos desde pasivos consumidores y espectadores a partícipes activos de este proceso.

Si bien somos dueños del poder de la escritura, por lo general trabajamos en función de la emotividad del lenguaje aprovechándonos en infinitas ocasiones de los sentimientos ajenos. Tampoco es un secreto para nadie que el ser periodistas abre una brecha de apego a las empresas corporativas donde se fijan claramente los intereses económicos y políticos de la firma en cuestión, asumiendo una tendencia hacia la agenda mundial, cayendo en más de una ocasión en lo superficial.

Los progresivos cambios en el modo de redactar las informaciones a menudo supusieron a Fontcuberta la ruptura de las fronteras entre los diversos géneros y llevaron a incrementar la tipología de géneros y subgéneros en un intento de abarcar todas las posibilidades expresivas que se encuentran en los medios de comunicación.

Durante decenios se mantuvo la idea de que los modelos establecidos eran permanentes y que las normas debían seguirse de manera estricta y a medida que se modificó la relación entre la prensa naciente y un público creciente, fueron conformándose los géneros periodísticos.

Los géneros reflejan la evolución del periodismo y se van modificando a la vez que las demandas sociales y los objetivos de la profesión periodística van cambiando, de manera que pueden ser entendidos como un método de interpretación sucesiva de la realidad social, inclinándose hacia la independencia, ética, acceso y respeto a las fuentes y recursos, sin obviar la premisa del lenguaje claro, preciso y sencillo en toda comunicación social.

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CULTURA DE LA CALIDAD EN LA TELEVISIÓN PÚBLICA

CULTURA DE LA CALIDAD EN LA TELEVISIÓN PÚBLICA

Dra. MARIBEL ACOSTA DAMAS,
Jefa de la Carrera-Departamento de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Ya bien entrado el siglo XXI, como para que no queden dudas de nuestra profunda y dolorosa inmersión en él, los debates en torno a la televisión parecieran haberse agotado… Y para mal, pues para muchos este es ya un caso perdido. Se ha arraigado tanto la supuesta e irrebatible verdad de sus también supuestas discapacidades, que casi nadie osa redimirla de la banalidad a que unos la han condenado y de la  industriología a que otros quieren reducirla.

Por tanto, en nuestro propósito de despropósito, como quiera llamársele, de seguir defendiendo una televisión, pública, creadora de contenidos e imaginarios experienciales y movilizadores, espacio de socialización y de placer, me gustaría revisitar algunos conceptos que creo imprescindibles para reavivar el debate en este sentido:

La calidad: Este es sin dudas una de las significaciones que nos conduce a mayores polémicas: o se mira desde los emisores o los mensajes solamente, o se hace desde la recepción. Por supuesto, este último enfoque nos lleva entonces a la conceptuación de públicos y del público. Uno y otro se coloca en extremos nada deseables.

El propio David Morley, quien nos ha legado estudios antológicos sobre la recepción televisiva, apunta que los debates sobre el papel de los medios en la construcción de identidades culturales deben llevar aparejados la definición de los contextos.

Por otro lado,  en una lectura simplificada de los estudios de Stuart Hall, pudiera pensarse que los públicos siempre se las arreglan con los mensajes, de modo que la responsabilidad de los emisores queda salvada, así se equipara el lugar de productores y consumidores, dejando de lado la gran problemática de la calidad.

Vale la pena apuntar que dada la fragmentación de la audiencia en el mundo contemporáneo, nos obliga a mirar a públicos. Sin embargo, no podemos olvidar, por un lado, que recepción no implica demanda necesariamente, y además, que una teoría del público general, del gran público, nos enfoca entonces al contexto social. Uno y otro concepto nos son necesarios para hablar de la televisión.

Y volvamos entonces a la calidad de la televisión como espacio cultural, que ha sido calificada por algunos estudiosos como la persecución de un fantasma. Sobre esto se ha considerado que siempre nos movemos en dicotomía ¿popular vs calidad?, ¿cultura vs gusto?  

Es cierto que no podemos acercarnos  a un esclarecimiento de calidad obviando los públicos -el público, pero hace falta más, un enfoque que contenga los gustos todos, pero a su vez que se despoje de populismo cultural.

Coincido con algunos análisis que enuncian que cualquier juicio sobre la calidad de un programa televisivo debería depender de lo que el público extrae en el sentido de que sus lecturas manifiesten tres dimensiones imprescindibles:

1-Una dimensión ética: ¿este mensaje televisivo es capaz de provocar en el espectador una visión ampliada de su condición humana en sus múltiples manifestaciones?

2-Una dimensión estética: ¿el mensaje es capaz de que el público, los públicos, sean conscientes de las condicionantes formales o estéticas que se ponen  de relieve?

3-Una dimensión extática: ¿hasta qué punto el contenido televisivo es capaz de hablarle a la imaginación de quienes lo perciben?, ¿es capaz de fascinar, de generar placer, de movilizar los sentidos?

Así, tanto para los contenidos ficcionales como los informativos, nos planteamos hoy una televisión que debiera contar –a mi juicio- con estos aspectos.

¿Pero, en qué escenarios nos estamos planteando estas nociones?

Referiré dos de ellos:

1-Desde el punto de vista cultural- industrial: Vivimos la etapa de la hipertelevisión, como refieren algunos especialistas y que dejara explicitado recientemente por la profesora española Inmaculada Gordillo. Esta etapa que contiene la revolución tecnológica, la hiperbolización de fenómenos que vienen ocurriendo desde la neotelevisión como la concomitancia de televisión generalista- televisión temática-televisión web y su impacto en los géneros y formatos, al punto de hallarnos ante una hibridación indiscutible de ellos así como en la consiguiente fragmentación de los públicos-comunidades.

2-Desde el punto de vista de recomposición económico-social de las sociedades contemporáneas. Aquí nos detenemos en dos aspectos a su vez: por un lado,  lo que José Luis Brea ha llamado el Tercer Umbral con sus coordenadas que implican la colisión inédita de los registros de la producción simbólica y la economía para dar lugar al surgimiento de la gran industria de la subjetividad. Y por otro lado, la crisis económica global cuyo impacto en la televisión en general y en las televisiones públicas nacionales y locales específicamente, han significado un duro golpe para la producción de contenidos, cediendo espacio a fórmulas economicistas-populistas que rebajan las posibilidades de elaborar una televisión de calidad desde el sentido que venimos apuntando. Mi reciente asistencia a las Jornadas de Comunicación que cada verano convoca la universidad de Valencia y la observación in situ de algunas televisoras autonómicas como las de Sevilla y Valencia, me confirman que estamos ante un escenario que pudiera ser muy riesgoso para la salud de la televisión pública y las implicaciones de calidad que nos demandan por qué no, los públicos de hoy. La supresión de programas relatos-narrativas antropológicas, la compresión de las parrillas televisivas, la llamada externalización productiva, vienen precarizando las rutinas productivas con un impacto indeseable en los contenidos televisivos.

Y vuelvo a las mismas preguntas que hiciera en estos escenarios y que considero bien podrían ser útiles para cualquier realidad, incluida la cubana y cuyas potencialidades -en mi opinión- no afectarían en lo más mínimo la calidad ni la competitividad televisiva, todo lo contrario, podrían rescatarlas:

¿Por qué no sumamos decisivamente a los públicos a la producción televisiva, no solo para  tener en cuenta sus criterios, sino desde la producción misma? ¿Por qué la televisión pública no cuenta como parte de sus parrillas de programación con la elaboración de mensajes realizados directamente por los públicos y con una articulación creadora con los especialistas que tiene en sus plantillas? ¿Por qué no aprovechamos la democratización tecnológica para democratizar definitivamente la televisión pública?

¿ES VERDAD LO QUE OIGO, VEO Y LEO?

¿ES VERDAD LO QUE OIGO, VEO Y LEO?

Lic. LUIS SEXTO,
Premio Nacional de Periodismo,
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Uno se pregunta qué es ser periodista en un mundo donde hay que preguntarse a cada rato si lo que veo, oigo o leo es verdad o simple ficción teatral. Y por lo cual uno puede deducir que los “periodistas mediáticos” –fíjense que no es lo mismo que periodista a secas- han venido derivando hacia una mutación que oscila entre el escenógrafo y el tramoyista, bajo el control genético de los grupos de poder político y económico.

El asunto es ya un plato común en el menú temático de la actualidad. Qué significa, pues, ser periodista en este mundo. No renuncio a repetir que el periodista en la mayoría de los medios más influyentes y  en la mayoría de los sitios habitables del planeta, es un personal auxiliar –directa o indirectamente-  de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos y sus aliados. Y no es raza nueva. Una de sus células matrices surgió y prosperó en  la guerra hispano cubana americana, en 1898, cuando el astuto William Randolph Hearst -propietario de la cadena “mediática” del mismo nombre- le dijo aproximadamente al presidente de los Estados Unidos: Prepare la guerra que yo pongo las justificaciones. Que consistían en publicar noticias presuntamente provenientes de sus enviados a La Habana con historias fraudulentas o manipuladas de modo que ante la opinión pública norteamericana se amontonaran las buenas razones para avalar una guerra del naciente imperialismo norteamericano contra el senescente colonialismo español. ¿Alguna diferencia con los preparativos de la campaña contra Irak, Afganistán o Libia? ¿O la que se elucubra contra Siria e Irán?

Ya desde entonces –preliminares del siglo XX- el periodista a lo Emilio Zola o a lo John Reed se viene transformando en una figura con olor a naftalina o a formol.  Raramente algunos, que suelen ser de izquierda, son capaces de echarse a las espaldas una causa y defenderla con ingenio, coraje, verdad, como en el caso Dreyfus, o se arriesgan a ser testigo abnegados, verídicos, objetivos, de un “México insurgente” o de “Diez días que estremecieron al mundo”, o apuestan a la denuncia de “los hombres del presidente”. Por tanto, ser hoy periodista de vocación, servidor de la verdad -sobre todo de la verdad de los de abajo, los escarnecidos y oprimidos- es un modo fuera de moda dentro de la llamada democracia occidental o burguesa, cuyos medios se han centralizado o concentrado tanto que sus fines de servicio público se frustran bajo la avalancha de intereses privados o corporativos.

Raspen la piel de una red de periódicos o de televisoras, o en la propia web y verán los vasos sanguíneos de un monopolio –aunque ya la actualidad no admita este término- vinculado a troncos empresariales de múltiplo objeto y razones sociales.

Casi no existen opciones. Ahora predominan los “periodistas mediáticos”. Han empezado a ser una categoría infamante. Su autoestima se disuelve ante las cámaras y las palabras, porque “median” entre la verdad y la mentira, entre el terror y los aterrados,  entre la guerra y los que la fomentan y se benefician con la destrucción y la muerte. El periodista español Antonio Maira ha inventado, a mi parecer, el verbo cipayear, que les encaja sin mayores regodeos. No escriben ni reportan, cipayean en nombre de un  crédito concentrado a base polvos de estrellas extintas.

La periodista española Maruja Torres cuenta en su libro Mujer en guerra que cuanto conflicto bélico cubrió en su borrascosa profesión fue con la misión de dar color a lo que pasa. Los editores del El País sabían qué le pedían a la polémica columnista cuando la remitieron a Beirut. Otros se ocupan de decir lo que pasa. Pero no basta si seriamente se empeñan los medios en informar.

“Dar color” en el periodismo sugiere mucho más que una pincelada. Una frase saturada de alguna sentimentalidad gratuita. El periodista polaco Rysiard Kapuscinski en una entrevista con el periódico La Jornada, de México, lo definió así, de modo que ya podemos entender de que empiezo a hablar: Uno se percata que los instrumentos tradicionales del periodismo son insuficientes cuando queda mucho por decir en una nota informativa, un cable.  Y por ello hay que pedir prestado ciertos recursos a la literatura de no ficción para que el periodismo pueda reflejar el llanto de una madre sobre el cadáver de su hijo calcinado por un misil y la desesperación de una familia ante su casa arruinada por bombas y cañones.

El norteamericano Norman Sinn llama periodismo o reportaje personal a lo que otros llaman periodismo literario.  El nombre de periodismo personal, parece ser el que más se ajusta dadas las circunstancias en que hoy predomina la imagen y con ella la televisión. Aparte de sus características hipnóticas, de su imposibilidad de establecer una relación dialógica con el receptor, la TV es uno de los medios más enmascaradores y manipuladores de la realidad. Las cámaras de vídeo la eligen y graban de modo aséptico. Periodistas y camarógrafos llegan solo a donde necesitan, hablan exclusivamente con quien necesitan y sin siquiera oler el ambiente toman el autobús o el helicóptero hacia los estudios donde con un fragmento de realidad pretenderán expresar todo el orbe local. La TV y otros medios han inaugurado la época de “la información como espectáculo”, según el parecer de la propia Maruja Torres, que estima, además, que muy a menudo una foto miente tanto como mil palabras A mi parecer, la mayor manipulación periodística del acontecer se ubica en la aparente objetividad de la noticia o la información. Poco espacio se le da a los valores humanos.

El periodismo personal, pues, viene siendo un antídoto para esa manipulación mediática que ignora las zonas más conflictivas de un conflicto. Le enviada de El País tenía razón: ir a Beirut para “dar color”… el color de la sangre y el color de dolor singularizado en una persona, víctima de una guerra cuyo sentido se oculta a veces en subterfugios de nacionalismos, de tendencias religiosas o de rescate de las libertades conculcadas por un “genio del mal”. Y para “dar color”, para escribir como artista, y persona humana  lo que se observa como periodista, se necesita levantar las cubiertas de los sótanos, penetrar en las alcobas, llegar a los hospitales y cementerios. Ya no se trata de contar cuantos misiles estallaron esa noche. O cuantas excusiones de la aviación de los invasores.

El periodista narrador, el John Reed de este momento, tendrá que andar por ahí, democrática y honradamente entre la gente, dándoles protagonismo a los parias, apostando incluso su vida a una historia verídica que servirá para revelar el color más soterrado e intenso. Ese que hoy casi ningún medio, ni ninguna fuerza política mezclada con la pólvora y las explosiones, quieren dejar ver.

 

EL CAMBIO SOCIAL ANTE LOS INTERSTICIOS EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE PERIODISTAS

EL CAMBIO SOCIAL ANTE LOS INTERSTICIOS EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE PERIODISTAS

“Apruebo la teoría si sienta sus bases en los acontecimientos y deduce sus conclusiones de acuerdo con los fenómenos.”
Hipócrates

“En la actualidad hay sobre todo orden donde no hay nada. Es un fenómeno ausente.”
Brecht

Lic. YOHENIA GRANT URGELLÉS, 
Profesora de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Al leer Tratado contra el método de Paul Feyerabend, confieso que la idea de considerar al anarquismo como una medicina excelente para la epistemología y la filosofía me sedujo. Quizás, porque mi inexperiencia investigativa y científica me predispone a ser consecuente con lo liberador y altamente racional que resulta no restringir la construcción del conocimiento a un conjunto de normas, o a una metodología estricta en términos académicos. Las vivencias de la realidad circundante resultan mucho más enriquecedoras.

A la vez, la especificidad del periodismo, profesión que asumo desde la enseñanza y la investigación de sus procesos y mediaciones histórico-lógicas, me condicionan desde mis días de estudiante, a cuestionarme las relaciones que se establecen entre la Academia y la realidad socio-profesional a la que debe responder, el equilibrio que debe establecerse entre la conformación y las demandas del campo profesional (entiéndase intereses a lo interno y externo de sus procesos), y los retos en la consolidación del campo investigativo y académico. El mito de la articulación entre Academia y realidad, entre teoría y práctica, entre pensamiento crítico y pensamiento instrumental, entre investigación e implementación, son retos que asume hoy la enseñanza del Periodismo y su representación profesional en la sociedad.

Por otra parte, la gestión del conocimiento, su organización y difusión dentro de las universidades implica compromisos con la realidad, ya sea en la propia conformación y sustento de imaginarios sociales, en las transformaciones en aras de un desarrollo social sostenible y en la formación de un profesional que responda a demandas cada vez más crecientes.

En el contexto cubano contemporáneo, caracterizado en los últimos años por un profundo reconocimiento del cambio social y sus implicaciones a todos los niveles como única alternativa posible en el mantenimiento de las conquistas del sistema, se hace un llamado a la prensa y sus actores  para complementar de acuerdo con el establecimiento de reformas económicas, políticas y sociales el llamado cambio de mentalidad tan necesario para enfrentar las nuevas condiciones emergentes.

Es por esta razón, que resulta vital analizar no solo el cambio social visto a través de las modificaciones originadas recientemente, sino entenderlas como una sucesión en espiral, en el que la Academia y sus procesos sustantivos pueden mediar en las formas de entender la cotidianidad. He aquí el desafío, desde la enseñanza del Periodismo.

Entendamos pues, que en medio de transformaciones de índole no solo objetivas sino subjetivas y complejas a nivel de mentalidad y representaciones sociales, la elaboración de mensajes, estructuración de programas informativos, el papel tanto del emisor como del receptor se complejizan; y por tanto, las demandas que le conciernen a la actividad profesional en cuestión deben estar orientadas hacia la interpretación, análisis y valoración de la sociedad en busca del consenso, el diálogo y la participación ciudadana.

Al analizar las mediaciones inherentes al periodismo en su manifestación, y al periodista en su carácter de mediador entre los diferentes públicos y la información que requiere ser procesada y difundida, se entiende el carácter social de la prensa en las sociedades contemporáneas; y exige a la vez, volver la mirada hacia valores y cualidades sustantivas de la formación de periodistas que no estamos acostumbrados a reconocer.

Estas relaciones, no pueden verse desligadas del impacto que sobre los medios de comunicación ejercen la conciencia moral, las normas, ideologías, hábitos y mitos, que constituyen a su vez mediaciones sistémicas. La comunicación periodística, ya sea global, regional o nacional, constituye a su vez un mediador social, determinando características entre los sistemas que confluyen a la par del sistema de medios, influyen en él y a la vez son determinados por sus cargas ideológicas y sociales.

Coincido al entender las funciones de la prensa en estrecha relación entre sociedad-individuo-opinión pública-medios de prensa. De ahí, la mediación que se establece en la legitimación del poder al cual tribute y el consenso social en aras de patentizar su carga ideológica. Las funciones de la prensa, contribuyen a la necesidad que tiene el ser humano de entender los procesos sociales que determinan su condición de ser social.

Jesús Martín Barbero (2009), teórico de la comunicación, ha dicho en relación con la enseñanza de la comunicación al asumirse como objeto de estudio del periodismo que “al no estar integrado  por una disciplina sino por un conjunto de saberes y prácticas pertenecientes a diversas disciplinas y campos (…) presenta dispersión y amalgama, especialmente visible entre la relación entre las ciencias sociales y adiestramientos técnicos. De ahí la tentación tecnocrática de superar esa amalgama fragmentando el estudio y especializando las prácticas por oficios siguiendo los requerimientos del mercado laboral”.

La perspectiva académica en este sentido, no ha logrado sobreponerse. La articulación de la carrera de Periodismo, dentro de los contextos universitarios, se realiza de forma espontánea si se tiene en cuenta que la interdisciplinariedad inherente a esta, presenta terrenos confusos en el proceso de enseñanza aprendizaje de las técnicas propias del saber periodístico, al no existir una didáctica particular que determine estilos de aprendizaje específicos de acuerdo con sus peculiaridades.

En el caso específico de Cuba, desde la creación de la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Marques Sterling, en 1942, la organización de la enseñanza del Periodismo atravesó por varias etapas de perfeccionamiento desde su inclusión en la universidad en 1962 como parte de la Reforma Universitaria, los disímiles debates en este sentido a raíz de los Congresos de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la modificación de sus planes de estudio en aras del perfeccionamiento de la Educación Superior Cubana, y el proceso de masificación universitaria, al abrirse facultades de Periodismo en otra provincias del país en función de las necesidades crecientes de los medios de prensa cubanos.

Sin embargo, a partir del precepto de la formación integral que sustenta uno los principios de la Universidad Cubana y la relación con la idea de la cultura del aprendizaje, expresada en los pilares de la educación, expuestos en el Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI (1992), donde se hace énfasis en la necesidad de aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos y aprender a desaprender; “la especialidad del periodismo  necesita adquirir status científico en tanto se constituya como un espacio interdisciplinar” (Martín Barbero, J., (2009) desde el currículo de la carrera y su proyección social en directa vinculación con la necesidad de una “nueva pedagogía” que asegure la calidad profesional de los egresados.

Como se evidencia, la enseñanza del Periodismo, necesita replantear sus procesos de formación profesional, los cuales parten de una didáctica específica en el condicionamiento de una carrera con requisitos adicionales. El proceso de enseñanza aprendizaje, a partir de la estructuración del currículo específico de la profesión, no puede conformarse dada las singularidades del contexto y las características sui géneris del desempeño profesional del periodista, con el desarrollo de habilidades profesionales a partir objetivos generales declarados en planes de estudios vigentes.

Al entender la comunicación, en este caso la producción de símbolos y significados que emanan de la actividad periodística, como un fenómeno que requiere la consolidación de su especialidad en aras de su determinación socio profesional, es válido reconocer que como proceso continuo la Academia debe redimensionar sus fronteras y plantearse la necesidad constante y vital de repensarse, refundarse, reinventarse y reconsiderar su viabilidad en las propuestas que ofrece a la sociedad.

Este también puede ser uno de los caminos a transitar hacia el cambio social que todos demandamos, pues es la universidad la que empodera el saber y lo eleva como fenómeno trascendental y supremo. Y la que debe, a la vez, devolverlo hacia su matriz de origen, lo pedestre, lo mundano, lo común, lo verdaderamente funcional que es la realidad.

Estamos ante una sociedad compleja, plural y multicultural que necesita para evaluar sus propuestas novedosas entender  que sin conocimiento no hay progreso posible. Sin embargo, el cambio añorado se sigue esperando de forma vertical a merced de disposiciones, editoriales en periódicos, despachos de ministros, cambios supra, infraestructurales. ¿Y la investigación y sus resultados acaso no deben dialogar con la toma de decisiones? ¿Las políticas científicas y los sistemas de enseñanza no deben someterse a escrutinio público? ¿O resulta que la práctica cotidiana no le concierne a la ciencia y por tanto sus canales de comunicación aún sobreviven en una comunicación lineal experto-experto?

Es por eso que la idea del anarquismo investigativo me parece fabulosa para entender sobre todas las cosas, la responsabilidad individual que le corresponde al investigador, al académico, al profesor universitario, al confrontar las contradicciones y las interacciones de la realidad ante escenarios impredecibles y verdaderamente transformarlos. De ahí que el análisis, en un primer momento debe volver su mirada hacia la calidad en la formación profesional, que se manifiesta de acuerdo con la legitimación que alcance como profesión en una sociedad determinada.

La Academia, en este sentido, debe mostrarse como posibilitadora del cambio social requerido, desde las estrechas relaciones con el mundo laboral y los empleadores, sus necesidades y su adecuación a un modelo profesional eficiente que responda a esas demandas en aras del desarrollo social.

Y me atrevo a plantear entonces la interrogante vigente desde mis días de estudiante, en un contexto para nada neutral, en el que intenta confluir el estatus científico del campo académico de la comunicación cubano, su consolidación, entiéndase corpus teórico propio y el propio campo profesional que subyace al interior de este, y las posibilidades reales de transformación social que puede brindar la Academia en este sentido.

¿La construcción del conocimiento puede subsistir solo al margen de la aprobación de la comunidad científica? ¿O es que los actores involucrados dotados de sus propias creencias, valores y sistemas de conocimientos como seres sociales necesitan transgredir la norma y ponerse al servicio de la comunidad más que al de jueces decisores? ¿Para qué sirve en fin investigar y vivir de la utopía del cambio?

Es por esto que los patrones establecidos como únicos en la evaluación de la ciencia y las fragmentaciones al interior del conocimiento, ralentizan el necesitado cambio y lo convierten en una mera repetición de postulados. Simplificar la ciencia a determinados conocimientos aislados, o a disciplinas parceladas se manifiesta en la interpretación de los hechos científicos, que muchas veces se cree pueden estar desprovistos del sistema de creencia, valores y puntos de vista del que investiga.

La dimensión ontológica, deontológica, epistemológica y metodológica solo trasciende verdaderamente ante la interacción real en el escenario cambiante y fluctuante que es la realidad. Ante esto surgen nuevas apreciaciones y aprehensiones del mundo que parten de una lógica inmanente en cada ser humano, pues la ciencia -dice Moscovici- estuvo, en otro tiempo basada en el sentido común e hizo que el sentido común fuera menos común; pero, ahora, el sentido común, es la ciencia hecha común (citado en Marcos, A. 2006).

Vale la pena ante esta situación preguntarse cómo imaginamos el cambio al interior de la Academia. Cambio estructurado en el sistema de enseñanza universitario que pretende renovar las profesiones desde la universidad y entregar un profesional integral en términos de competencias para su desempeño, y a la vez responder a las demandas de la sociedad, que se traducen en progreso, desarrollo, propuestas de cambio, específicamente dentro de las ciencias sociales quienes estudian al hombre y los complejos procesos que definen su conformación psico-socio-cultural.

Los enfoques cualitativos, fenomenológicos, hermenéuticos, psicológicos, sociológicos y comunicológicos permiten integrar, no fragmentar. Y es de ahí precisamente donde debe partir el cambio en la formación profesional de periodistas. Una apertura hacia las nuevas concepciones, un llamado a la organicidad de la intelectualidad que ocupa los claustros, una responsabilidad que no recae en el otro sino en nosotros mismos.

Si aceptamos que la cualidad suprema del hombre después de existir es pensar, entonces el estado del arte del académico e investigador cubano debe revolucionarse. Es momento de clamar por la lucidez del intelectual, por la transformación desde la inquietud de la existencia, por el cuestionamiento hacia toda forma de dominación, por legitimar la libertad y las responsabilidades que nos conlleva a ser verdaderamente autónomos y racionales. Así valoro el cambio social desde la Academia y sus funciones en la formación de un profesional competente, comprometido y sobre todo que entienda la investigación como creación constante en la construcción de realidades. El saber qué queremos y cómo debemos lograrlo ayudará de a poco en el perfeccionamiento de nuestra sociedad plural.

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