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LA OBJETIVIDAD: ¿VER PARA CREER?

LA OBJETIVIDAD: ¿VER PARA CREER?

MSc. ANA TERESA FLORES, MSc. DORYS PEROZO y MSc. JOEL ALEXIS CHIRINOS,
Profesores de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Sede Falcón (Coro).

En su artículo La objetividad periodística: UTOPÍA Y REALIDAD, el periodista colombiano Javier Darío Restrepo sostiene: “La objetividad periodística: una pretensión tan desmedida como la de aprisionar el reflejo de las aguas de un río, que en un instante son y en el siguiente dejan de ser. Sin embargo, esa objetividad es la garantía que el lector busca para poder creer”, dejando entrever la volatilidad de la apreciación periodística sobre la realidad de los hechos o fenómenos sociales.

En ocasiones, bien sea por ignorancia o por comodidad, la objetividad se aborda de manera simplista al considerarla como una cualidad opuesta a la subjetividad, reduciéndola a la manera en que una persona tiene de juzgar las cosas según su mirada, o “según el cristal con que se mire”; no obstante, al poseer cada persona la posibilidad de tener visiones distintas de los mismos hechos o fenómenos, tales visiones son en esencia subjetivas.

Por lo tanto, sería conveniente partir para el debate y la discusión del siguiente concepto, registrado en la Enciclopedia de la Comunicación, sobre la objetividad: “Obligación que debe asumir el periodista al redactar una información evitando al máximo reflejar su opinión al respecto, limitándose a contar los hechos tal y como han sido. Capacidad que debe poseer un Comunicador para conocer y examinar los hechos tal y como se presentan, sin dejarse influir favorable o desfavorablemente por los mismos, ni por la situación en la que está implicado personalmente y para examinar los hechos basándose en la prueba y la razón y no en el prejuicio y en la emoción”.
 
No obstante, al ser consultado al respecto, el periodista y docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela, José Rafael Gutiérrez, opina que “la realidad es demasiado humana como para que el periodista se limite a ser un eunuco intelectual, una abstracción o una negación de la misma, sencillamente es un ser humano que ciudadanamente convive en una sociedad regida por un marco de leyes que garantizan y regulan principios de justicia e igualdad,  en consecuencia, es humanamente difícil que pueda permanecer impasible, inalterable e insensible ante algún hecho donde esté involucrada la vida de otros seres humanos y que los sentimientos o emociones que experimente no se reflejen de alguna manera en lo que transmite.

“Por lo tanto, eso que impúdicamente algunos llaman objetividad, está muy vinculado con la honestidad en una íntima relación donde destacan valores fundamentales como el compromiso, la responsabilidad y el respeto a nivel individual y social durante el tratamiento periodístico de un hecho o fenómeno social, y al carecer de tales valores la objetividad se convierte en un término vacío dentro del ejercicio periodístico, pues si bien no es objetivo ni honesto permanecer indiferente ante el dolor, la injusticia, la alegría o la esperanza de otros seres humanos tampoco es objetivo ni honesto que amparados en el derecho a la libertad de expresión los periodistas puedan tergiversar, distorsionar, descontextualizar,  manipular, prejuiciar o sesgar la información, menos insultar e invadir sin limitaciones la privacidad ajena, exponer al escarnio público, lesionar, denigrar o difamar sobre el honor de otros seres humanos, por cuanto nada ni nadie le hace tener  supremacía moral sobre los demás individuos de una sociedad de la cual forman parte como ciudadanos en un marco de leyes que garantizan igualdad ante la justicia”.

Consideramos, entonces, que el periodista no es un juez supremo de la moral pública ni que debe asumir como norma que el fin justifica los medios confundiendo lo conflictivo, sensacional o espectacular con lo importante desde el punto de vista informativo, mediatizando el ejercicio de su función con la finalidad principal de adquirir prestigio o influencia personal, sino  que debe procurar que en su ejercicio impere la condición humana y la necesidad de brindar al pueblo una información íntegra, honesta, confiable, balanceada y clara que influya positivamente en la sociedad.

En tal sentido, habría que considerar que, precisamente, la objetividad tiene que ver con el objeto y sus características, ante el cual el sujeto puede llegar a conocer, comprender, sentir y que, según su interés, lo transmite desde su punto de vista para hacer creer o convencer de su visión a quien lo recibe, tal como lo plantea Rodrigo Fidel Rodríguez Borges:

“La persistencia del mito de la objetividad tiene que ver con una práctica profesional en la que no se escatiman recursos para convencer al lector (como al oyente o al telespectador) de que aquello que se les comunica bajo el rótulo de noticia es VERDAD (así, con mayúsculas y sin matizaciones) y que la presentación que se hace de la realidad es puramente objetiva. Lo ideal es convencer al destinatario de que «los hechos hablan por sí solos», de que el periodista se limita a reflejar (como en la socorrida metáfora del espejo plano) lo que ocurre, sin interferir en ese relato «espontáneo». Una suerte de automatismo de la escritura: el periodista debe ser un testigo imparcial que levanta acta de lo ocurrido con la limpia asepsia de un sexador de pollos japonés”.

Hay que hacer mención a la relación entre periodismo, medios y poder, por cuanto la objetividad y la honestidad profesional se contraponen a los intereses económicos, políticos y hasta personales de los dueños de medios de comunicación social  respondiendo a centros hegemónicos de poder que imponen sus modelos de dominación a través de la manipulación mediática.   

Según opinión de Víctor Ego Ducrot, profesor argentino, director de la Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), los ejes Objetividad-Subjetividad, Parcialidad-Imparcialidad, resultan fundamentales en cualquier análisis serio en torno al Periodismo. Sus criterios al respecto son contundentes: «Todo  proceso  periodístico  pertenece,  ineludiblemente,  a  la dialéctica  de  la  lucha  por  el  poder,  ya  sea  para  construirlo,  conservarlo, desconstruirlo, o para  modificar su naturaleza de clase.»

Por tanto, resume este reportero con 35 años de experiencia que nuestro oficio es «objetivo y parcial». ¿Qué entiende entonces Ego Ducrot por Objetividad? «Remisión  a  los  hechos  según  fuentes», o lo que él traduce así: «Una  actividad  metódica  conocida  como  crítica.»

Si los periodistas nos limitamos a nuestro deber cotidiano estamos perdidos.

Desde el enfoque del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, la objetividad se presenta en antinomia con el compromiso moral que todo periodista debe tener ante situaciones degradantes de la condición humana. La experiencia en la cobertura de 17 revoluciones en 12 países le dan al “Reportero del Tercer Mundo”, como es conocido, suficientes pertrechos para argumentar que “no se puede ser objetivo frente a la tortura y la dictadura, porque eso es inhumano.

“Estamos  viviendo  en un mundo muy contradictorio, de muchas desigualdades e injusticias y por lo tanto no se puede ser una  persona  con objetividad. Los que relatan sin ninguna actitud son los  que  trabajan con eso que se  llama objetividad. Por  el  otro  lado, estamos tratando  de  cambiar algo, de mejorar la situación, de estar donde tenemos que estar. Queremos tratar de mostrar el mundo y de escribir sobre el mundo para que nuestros lectores u  oyentes despierten su conciencia y tengan una actitud de cambio. Creo que hay una falsa interpretación de la tradición anglosajona  de la objetividad”, precisaba Kapuscinski.

Esta postura encuentra versiones favorables precisamente de periodistas con experiencias en situaciones de conflicto, como es el caso de César Mauricio Velásquez, decano de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de La Sabana (Colombia), quien asume que los periodistas deben comprometerse con la defensa de los valores como el derecho a la vida, la libertad y la justicia.

Por tanto, en vez de asumir la “objetividad” que el modelo liberal ha querido imponer, el periodista debe aspirar y con su actuar ratificar ser honesto, responsable y veraz, o como diría la periodista y escritora catalana Maruja Torres: “"No hay que hablar de objetividad porque no existe, hay que hablar de honradez”.

Kapuscinski concibe la objetividad como una tradición anglosajona mal interpretada, donde se concibe el periodismo como el “otro poder”, pero que no critica ni expresa ningún desacuerdo con las políticas de la hegemonía.

Tal situación es muy notable en este mundo globalizado, donde muchos reporteros dejan de ser subjetivos, es decir, no se involucran y dejan de ser miembros activos en la sociedad y se convierten además en herramientas mercantilistas, enfocados en la “búsqueda del morbo, del espectáculo, y lo escandaloso: de lo que vende y no de lo que construye”, según Manuel Castells.

Bibliografía:

Arencibia Lorenzo, Jesús. VÍCTOR EGO DUCROT: DOCENCIA, INVESTIGACIÓN, PERIODISMO. En: mesadetrabajo, revista digital del Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. Cuba.

Cano, Arturo. (2007) Reflexiones de Kapuscinski sobre el periodismo.

De La Mota, Ignacio H. (1994) Enciclopedia de la Comunicación. Tomo 3. Noriega Editores.

Pavón, Héctor. "No hay objetividad frente a la tortura". Entrevista realizada a Riszard Kapuscinski por el periodista Hector Pavón, de la Revista Ñ del diario Clarín (Argentina).

Restrepo, Rubén Darío (2001). La objetividad periodística: UTOPÍA Y REALIDAD. Chasqui, Revista Latinoamericana de Comunicación, nº 74, 2001.

Rodríguez Borges, Rodrigo Fidel (1998). La objetividad periodística, un mito persistente. Revista Latina de Comunicación Social, 2. Recuperado el 14 de marzo de 2010 de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/z8/

 

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