EL PERIODISMO Y LAS EXPECTATIVAS DE SUS PÚBLICOS
“Quot hommis tot sententia”
(Cuantos hombres, tantos pareceres)
Dr. RAFAEL FONSECA,
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de Oriente.
Evaluar la calidad de determinado ejercicio periodístico permanentemente es tan natural como evaluar la calidad de cualquier otro bien de uso, consRafelumo, o un servicio; tanto más cuando el periodismo, como producto o actividad es un componente habitual en la cotidianidad del hombre y mujer en casi todo el mundo, como uno de los constructores de “realidades vicariales” (1). Loado o estigmatizado, según el cristal con que lo miren.
La percepción de objetos de la realidad mediática en grupos y estamentos de consumidores del producto periodístico reflejan una situación que –en muchas ocasiones– es ya es un tópico en las teleologías, axiologías y epistemologías mediáticas: los consensos; y que, en ocasiones, también las prácticas sociales suelen poner en entredicho si se someten la constatación empírica rigurosa. Al comentario de esta contradicción dedicamos las líneas subsecuentes.
El problema de la evaluación de la calidad del periodismo parece estar en el consenso o disentimiento en relación con: el cómo, por qué y para qué, hacer periodismo; y las causas, están asociadas a (o pudieran ser) varios factores, entre los cuales los principales conformadores de las representaciones intersubjetivas de la profesión, estarían el uso cultural de los materiales periodísticos (por qué consumimos noticias), así como las matrices culturales del consumo mediático que pautan modos socialmente condicionados de lectura de los medios masivos, no ajenos a géneros y a tipos de medios, capaces de imponer fronteras de fruición y comprensión. Todo lo cual puede reducirse casi a una ecuación de suma algebraica (o lógica) donde: la visión del periodismo es resultado de la sumatoria de la implicación de sus funciones en correspondencia con las expectativas de públicos consumidores. (2)
A lo arriba apuntado, está complementado por la percepción paradójica –en tanto estática– de la evolución del campo, constatable en los productos comunicativos editados desde los medios manuscritos hasta los actuales medios electrónicos de alta tecnología; la cual supone que la diversificación y/o cambio de las funciones del periodismo, guarda correspondencia con las circunstancias o eventos históricos en los que se ejecuta y la labor periodística, así como el desarrollo de la base técnico-material que lo difunde.
Aunque ello no pueda soslayar que en la base de la oposición producción-consumo periodístico, los consumidores influyen, a la vez que han sido influidos, habida cuenta que los órganos de prensa facturan para ellos sus productos, y las características de sus consumos producen, tarde o temprano, elementos de reajustes de la producción periodística.
Estos análisis precedentes, enfocados desde una perspectiva histórico-materialista expresan en el orden de la producción simbólica, una relación análoga a la que se subyace en los procesos de producción, distribución y consumo de otros productos.
Consecuentes con dicha perspectiva, la función más general de los medios en el plano de la producción simbólica, y del periodismo en particular, puede ser expresada en términos de consenso, como los del siguiente enunciado:
“El intercambio informativo, si se produce en entornos socia¬les, proporciona un sentido social a la mediación: los agentes sociales sean grupos u organizaciones que procuran informa¬ción sobre el acontecer, se institucionalizan para la producción social de mediaciones: son medios de comunicación social. Los medios de comunicación social se convierten en instituciones especializadas no solamente de información acerca del acontecer social, sino sobre todo de transmisión de significados sociales reproductivos”. (3)
Sin embargo, las reflexiones derivadas, no por numerosas y variopintas, están muy lejanas de los dos campos esenciales de las organizaciones sociales de comunicación: el de la cognición y en el de la intervención social como agentes de conservación o cambio estructural.
En el primero, encontramos el problema de los órganos de prensa como instrumentos de cognición, que puede expresarse en dos interrogantes: ¿Puede el periodismo reflejar “fielmente” la realidad (o problema de la objetividad periodística) y ¿cuán orgánico debe ser ese reflejo para ser autosuficiente? (problema de la integralidad del relato y la homogeneidad de las lecturas).
Aunque condición de la prensa como instrumento de cognición esté refrendada por el hecho que la información sobre el acontecer fuera de los límites de la cotidianidad del hombre y mujer común, es vicarial. (4)
En el segundo asunto, se hallan las más diversas y encontradas razones sobre la legitimidad de las prácticas del periodismo con arreglo a fines asociados a determinados paradigmas de organización social (deontología profesional, cometidos funcionales al nivel del sistema, eficacia y eficiencia de modos de intervención, etc.)
Como puede apreciarse, la diversidad de elementos y complejidad del campo rebasa largamente las posibilidades de una reflexión exhaustiva, fuera de los marcos de una monografía, no obstante la búsqueda de los mecanismos de la percepción de los elementos más álgidos de las prácticas periodísticas: objetividad, integralidad y legitimidad, merece el beneficio de la pluralidad de pareceres, razón más que suficiente, para examinar someramente algunas posiciones al respecto.
Desde la perspectiva del desarrollo tecnológico y sus efectos sociales en la aparentemente proteica realidad contemporánea, que sugiere la transformación estructural y funcional de ese campo, con sus augurios de mutaciones radicales, cuando no muertes, nacimientos y resurrecciones, dote a la información (que no a la comunicación) de nuevas virtudes, habida cuenta que le permiten a los periodistas ver más y trasmitir más rápido, desde más lejos y con mayor fidelidad.
Ello nos sugiere visión en el imaginario colectivo, del mítico Argos, monstruo de cien ojos capaz de ver en todos direcciones, pero además en este caso parlante y parlero impenitente, desmesurado de tamaño y agorero en sus vocerías; aunque para el observador atento no sea secreto que tal monstruo o es miope y/o padece de mitomanía, si evalúa las evidencias de la calidad veritativa de muchas de las información que difunde.
Esta imagen tradicional de este Argos tecnológico, que lo diferencia de otros agentes institucionalizados en el ámbito de la sociedad y la cultura, deviene de tres características ostensibles: sus cualidades transmisivas (ubicuidad, inmediatez, masividad), su estructura organizativa (funcional para los fines que se propone), y el monto de los capitales reales y simbólicos con los que opera. (5) Dotado de esas cualidades se puede inferir que el impacto cultural de su accionar esté más que garantizado.
La reflexión crítica en torno a la problemática de ese impacto cultural, opera dentro de cotas muy específicas. Umberto Eco, en la década de los sesenta en el clásico ensayo comunicológico “Apocalípticos e Integrados ante la Cultura de Masas” examinaba lo esencial de las posiciones ante las incidencias en el mundo contemporáneo, las fijaba desde las apologías más entusiastas hasta las críticas más incisivas.
En nuestra opinión esas cotas definen los puntos polares de las polémicas del campo, aunque los argumentos no sean los mismos, algunos por remozados (corregidos y aumentados) y otros, los nuevos, por estar aderezados con la sazón de los tiempos que corren; sin embargo todos coinciden en una sola cosa: evidentemente los medios siguen siendo constructores por excelencia de la realidades intersubjetivas más vicariales que objetivas, en un mundo donde esas relaciones sujeto–mundo más que mediadas, aparecen hoy masmediadas.
Ahora a escala global la influencia mediática, de la cual obviamente forma parte el periodismo, se manifiesta hoy en términos de pandemia cuya concreción son dos fenómenos significativos en muchas sociedades contemporáneas; esos fenómenos se designan en español con los vocablos de "masmediación” y "audienciación" [sic.] con los cuales se aluden respectivamente a la influencia general de los medios en múltiples dinámicas de la sociales (desde los consumos – materiales y espirituales— hasta la intervención esfera pública); y a la dependencia de la información mediática (6) por parte de los públicos para componer y/o comprender muchas de las realidades intersubjetivas no vividas.
Lo anterior puede parecer un lugar común ahora, por lo añejo de tales asertos (7), pero la atención que suscitan no está dada por lo inédito, si no por lo desmesurado de sus dimensiones en el marco de las tendencias globalizadoras de estos años. Ello obliga a considerarlos de nuevo en la centralidad de los estudios sociológico/culturales – como lo fueron para los fundadores de la Teoría Crítica (8), en la sociología de filiación marxista desde Gramsci a la fecha, y en los “Cultural Studies” ingleses de los setenta en adelante —pues las estrategias de dominación basadas en ellos también se hipertrofian, perfeccionado sus funciones como aparatos ideológicos (9).
Medios, representaciones colectivas y visión de la actualidad
También en el conjunto de discursos desde, en, y sobre el campo de las influencias globales de los medios se escuchan voces que desarrollan una apologética de los medios tradicionales y soportados en las NTIC que afirman supuestas democratizaciones consustanciadas con las tecnologías interactivas e individualizantes, propias de las sociedades informatizadas (10) propaladas por gurúes de las NTIC y las transnacionales electrónicas— en la prolija genealogía que va desde Marshall McLuhan hasta Nicholas Negroponte– obviando que las prácticas hegemónicas, incluyen a nivel estratégico hace tiempo no sólo los mecanismos del control económico efectivo junto al ancestral ejercicio puro y simple de la fuerza, sino en escala universal (global diríamos ahora) se vienen incrementan los modos indirectos de control a través de los productos culturales vehiculados mayoritariamente por los medios de comunicación masiva, y una industria cultural de la cual forman parte; propiciando con ello la formación y administración de determinados capitales simbólicos, esos que conforman una dimensión de la cultura (también un dispositivo legitimante) consustanciada actualmente con los medios, por ser la cultura de hoy en su proporción cuantitativa mayoritaria, eminentemente masmediática (11).
Es fácil apreciar que los estudios de la influencia de los medios y su alcance real ya desde la época de los “Apocalípticos e Integrados [...]” y aún antes, desde las perspectivas de la Teoría Critica, y oscilaba desde la calidad estética de los productos referidos a la alta cultura artístico-literaria, hasta los elementos consustanciados con la praxis legitimadora directa de la propaganda política; lo que Gillo Dorfles fue en los sesenta, le es hoy Negroponte, en el concierto antes aludido desde la perspectiva integracionista; y sin llegar a apocalípticos podemos encontrar a personas cuyas encomiables posiciones de denuncia de las dependencias y manipulaciones culturales asociadas, pero dejan poco espacio a las llamadas estrategias de resistencia contraculturales (entendidas como asimilaciones contestatarias de las propuestas culturales hegemónicas, desarrolladas ya en los Estudios Culturales ingleses, y continuadas desde diferentes perspectivas filosóficas y sociológicas entre estudiosos latinoamericanos como Nestor García Canclini y Jesús Martín Barbero por sólo citar corifeos (12).
Lo asombroso y asombrante es el hecho que aún los viejos argumentos a favor de las cualidades demiúrgicas de los medios en lo tocante a la hominización de nuestros congéneres, “calibanes” en la periferia”, siga teniendo un coro de individuos “sensatos” aparentemente tan numeroso, a pesar de lo obvio de las razones refutativas.
Los escarceos agoreros del profesor de Instituto Tecnológico de Massachusets y director Media Lab Nicolás Negroponte, han apuntado siempre hacia una visión el paraíso de las NT electrónicas, donde todos, o casi todos –como cualquier boyante ciudadano clase media primermundista –puede tener desde un celular hasta una supercomputadora con todos los periféricos, abonado además a todas las prestaciones de la red de redes. Este especialista, que ignora el movimiento denominado tecnorealismo en el que un grupo de personas pretende estimular el pensamiento crítico y desmitificar la tecnología (13), y superlativa el acriticismo de sus visiones en pasajes como el que sigue:
“Los marginados no son los que crees, los marginados suelen ser hoy lo que yo llamo indigentes digitales, son personas que no están separadas norte, sur, este, oeste, o que son pobres. Actualmente, suelen ser personas entre 25 y 55 años más o menos, que están demasiado ocupadas y han llegado al planeta demasiado pronto o viven una cultura demasiado jerarquizada. Actualmente, los perdedores suelen estar en Europa y son políticos, ejecutivos, hombres de negocios, personas que no son demasiado pobres, ni tienen bajo el nivel cultural, pero a los que sus hijos les tienen que enseñar.
“Los marginados de hoy no son quienes usted cree que son. Si vamos a Sudamérica o a África encontramos una ausencia de infraestructuras, pero créame, está empezando a ocurrir que utilizan masivamente Internet, porque ya encontramos escuelas en África sin libros, y desde luego no hay bibliotecas, pero con una conexión a Internet que les permite el acceso a casi todas las bibliotecas del mundo”. (A. Remsal, 2004.)
Donde con felicísima e “ingenua” ignorancia se pasa por alto que más de la mitad de la población africana (conservadoramente hablando) es pobre y analfabeta, y que en el Tercer Mundo, aunque las tuviesen, más de la mitad de la población no podría por lo antes dicho, servirse de una computadora, aunque si ven TV. Los apologistas de las tecnologías suelen ver al mundo desde una infimización de contradicciones reales tales como las derivadas del abismo tocante a capitales entre NORTE y SUR, entre ricos y pobres, entre dependientes y más dependientes, entre altamente escolarizados y sub o des escolarizados, y entre poder hegemónico y tendencias democratizadoras expresadas más como aspiraciones que en acciones de cambio sustantivas. En ocasiones posiciones como esta se sustentan en determinados espacios académicos aderezadas se sesudas disquisiciones legitimadoras, cuando las realidades tangibles las hacen aparecer como la famosa aporía de Aquiles y la Tortuga.
Por otro lado hayamos visiones bien fundamentadas y verdaderamente críticas pero que no conceden mucho espacio a las autonomías culturales y las estrategias de resistencia, como es el caso de Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique. En la cuerda de las tesis más que probadas de las dependencias culturales y estructurales derivadas del impacto de las NTIC en el mundo contemporáneo, enunciadas entre otro por los profesores Dan y Herbert Schiller, de California, por el cubano E. González Manet, y otros. No obstante ello, en ocasiones y a propósito de tal fenómenos, se lobreguiza el panorama del universo cognoscitivo de los receptores más mediáticos y las derivaciones ético-políticas de los consumidores de medias, un poco pasando por alto algunos aportes importantes de los estudios latinoamericanos, y en otra dimensión los de la semiótica textual, en los cuales se puntualiza cómo las estrategias de decodificación, pueden recodificar los mensajes mediáticos desde los universos simbólicos firmemente arraigados en la cotidianidad extramediática, en el cual los significados medulares –aquellos que dimanan o designan objetos de incidencia vital en el quehacer del sujeto y relaciones vivenciadas estables– se construyen y asimilan en consonancia con estrategias de apropiación donde subyacen experiencias vitales, expectativas y axiologías derivadas de las circunstancias concretas en que se vive. Estas estrategias, no son conscientes originalmente (aunque sí concientizables) pues los universos simbólicos no son necesariamente coherentes.
Ahora bien, qué elementos permiten la construcción de representaciones intersubjetivas consensuadas (representaciones sociales) dentro de determinadas agrupaciones sociales (comunidades, instituciones, grupos) sobre todo en lo atinente a la actualidad mediática, pues en primer término la vicariedad de las experiencias transmitidas, dada la imagen de los medios aludida anteriormente.
Lo que la mayoría de los consumidores mediáticos saben del mundo, sobre todo del de la actualidad, deriva de lo que las agencias de noticias, canales especializados (CNN, Fox, y otros) ofrecen; aún en términos de consultas a medios de INTERNET, tenemos que los sitios de los grandes medios: revistas, periódicos, radioemisoras e incluso de aquellos canales, acaparan la mayor cantidad de impactos, contra cifras estadísticamente irrisorias de los espacios alternativos.
No obstante la omnipresencia de intrusiva de los medios en todas las esferas del quehacer humano: artes, ciencias, actualidad política, ecología, y promoción para el consumo de productos y servicios (publicidad), cuál es la visión que ofrecen: la de un mosaico ( hecha de fragmentos) que articula sus componentes con una tropología donde las metonimias (causa por efecto) y los sinecdoques (las partes por el todo) y las metáforas (similitudes tácitas) conforman una retórica esquizofrénica, que convierte al sujeto (los públicos) en un Edipo frente a la Esfinge, que más que contarle le propone acertijos, los cuales deben ser resueltos y asimilados a partir de la coherencia (o incoherencia) de los universos simbólicos y discursivos en los que se inserta.
De todos modos, la primacía no es totalmente del dato, aun cuando la estructura y estrategias de decodificación preexistan en los públicos, y que puedan generar por su naturaleza, múltiples decodificaciones (desde las más cercanas a lo que se quiso decir hasta las aberrantes) lo vivencial regula y en muchas ocasiones define: para un revolucionario o persona de sensibilidad, de cualquier latitud, las matanzas de Falluyah son reprobables e incluso punibles, a pesar de toda la retórica de las agencias de noticias occidentales para justificarlas.
Evidentemente Argos siglo XXI, a pesar de sus 100 ojos padece de problemas visuales, y como no existen, por el momento, unos anteojos hecalenticulares, la suspicacia en relación con la visión que nos narra, será siempre una actitud sana; pues que después de todo, los objetos que reflejan, pueda que en alguna media sean así, pero la probabilidad de que no sean es mucho mayor. Por ello, como todos no podemos ser omnividentes, omnipresentes y omnisapientes tendremos tomar lo que nos da aunque remitiéndonos al sentido crítico que se desarrolla a partir de la búsqueda de la esencialidad de los procesos que subyacen en la exposición mediática, del uso de sus recursos (rutinas productivas), de las mediaciones de otros agentes sociales sobre los mismos, de las retóricas discursivas y los modos de recepción, entre otros aspectos del problema...
En fin, que seguimos convocando a formar lo que Eco llamó en los sesenta “las guerrillas semióticas” que se forman a partir de ese entrenamiento y se foguean en las Batallas de Ideas como la que sostenemos cotidianamente, aunque por suerte la realidad confirma que las condiciones materiales de existencia siguen modelando en última instancia, las representaciones sociales y a largo plazo, en sentido histórico, los comportamientos humanos.
Notas:
(1) Se atribuye esta cualidad a la información referida a objetos de referencia fuera de las vivencias del perceptor.
(2) Rafael Fonseca: Comunicación cultura y consumo de noticias.
(3) J. PIñuel y J. Gaitán: “De la vida a la sociedad, de la sociedad a la cultura”, en TELOS, No. 33, marzo-mayo 1993, pág. 79.
(4) Información asumida como verdadera por el prestigio consensualmente conferido a la fuente.
(5) a) La naturaleza de la comunicación masiva singularizada por su institucionalización, su sistematicidad, su capacidad de cobertura espacio-temporal, y los requerimientos tecnológicos de producción y recepción; características que los insertan en diversos modos en disímiles esferas de la práctica social estableciendo relaciones en una trama de gran complejidad y sutiles urdimbres.
b) Las posibilidades técnico-organizativas que, derivadas de lo anterior, suponen especialización en la recolección de datos, en la producción y en la difusión de sus materiales, cuyo desarrollo implica, además, el crecimiento permanente de sus capacidades de inmediatez, ubicuidad, y omnipresencia, las cuales confieren a sus mensajes la verosimilitud (real o aparente) de a partir de las cualidades que atribuye a sus objetos de referencia.
c) Finalmente, el monto del capital (no sólo simbólico) a ellos vinculado, cuyo intrincado sistema radicular asocia al conocimiento, el poder, las finanzas y la dimensión lúdicra de la actividad humana, en un maridaje a todas luces heterodoxo. La industria del espectáculo coaligada con los medios, es una de las primeras del mundo occidental, véase en las tablas de las bolsas de valores los asociados a entidades del espectáculo y la comunicación en relación con las industrias pesadas y de otros servicios; compárese además el conocimiento referencial de las personas sobres las múltiples esferas de la realidad y las fuentes primarias de donde han sido obtenidos.
(6) Vid. G. Orozco: “Las prácticas en el contexto comunicativo” en Chasqui No.62, junio 1998 http://www.chasqui.ciespal.org.ec.
(7) Véase Jesús Martínez Matos: “Medios Masivos y propafnda imperialista” en CASA No, 64, 1972.
(8) T.Adorno, M.Horkheimer, L.Lowenthal, H. Marcuse y más tardíamente J. Habermas.
(9) Althusser definió la ideología como “la relación vivida entre los hombres y su mundo, a través de la cual los hombres expresan el modo en que viven sus relaciones con sus condiciones de existencia, lo que implica a la vez una relación real y una relación vivida imaginaria (...) la ideología es la unidad sobredeterminada de su relación imaginaria con sus condiciones reales de existencia.” (Grandi 1995: 119) Este teórico elaboró también el concepto de problemática, definido como “el sistema objetivo interno de referencias de los mismos temas: el sistema de preguntas que determina las respuestas dadas por la ideología (...) No se puede poner en evidencia la problemática de una ideología sin referirla ni someterla a los problemas reales que plantea una falsa respuesta a través de su enunciación deformada.” (Grandi 1995: 119)
Sin embargo, Althusser agrega que la ideología es también un proceso de reproducción de las relaciones de producción donde las actividades materiales se producen a través de las actividades de los Aparatos Ideológicos del Estado (Althusser les llama estructura), y tiene la función de construir individuos empíricos en cuanto sujetos sometidos a la estructura. [Kenia Muñoz y Elena Nápoles “Estudios Culturales” . Facultad de Comunicación Social, Universidad de la Habana (Material en Soporte Digital)]
(10) Véase José M. Guardia: “EL Maravilloso Mundo de Nicolás Negroponte” en http://www.baquia.com/com/20001009/
art00022.html. [marzo 30/2004]
(11) Crf. - Ileana. Medina: DESDE EL OTRO LADO. La Habana, Editorial Pablo de la Torriente, 2000.
(12) “[...] el "guru" dijo no conocer dicho manifiesto, aunque dio su opinión al respecto, afirmando que, a veces, la prensa en su información confunde al lector[...]” (Agustín Remsal : “LA MEJOR FORMA DE PREDECIR EL FUTURO ES INVENTARLO” en de http://contrastes.uv.es/
articulos/negroponte.html.
Bibliografía:
Fonseca Rafael: El consumo de comunicados periodísticos en la región oriental de Cuba. Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 2002. [Tesis Doctoral].
Guardia, José M.: “EL Maravilloso Mundo de Nicolás Negroponte” en http://www.baquia.com/com/
20001009/art00022.html. [marzo 30/2004]
Hernández Díaz Gustavo: La audiencia en los medios de comunicación, en Material en soporte digital (Red FCH, Universidad de Oriente.)
Medina Ileana: DESDE EL OTRO LADO. La Habana, Editorial Pablo de la Torriente, 2000.
Muñoz Kenia y Elena Nápoles: “Estudios Culturales”. Facultad de Comunicación Social, Universidad de la Habana. (Material en Soporte Digital)]
Ramonet Ignacio: Un Delicioso Despotismo (Conferencia impartida en el teatro Karl Marx el 10 de Febrero del 2002) [Separatas de la Editora Política].
Agustín Remsal: “LA MEJOR FORMA DE PREDECIR EL FUTURO ES INVENTARLO” en de http://contrastes.uv.es/articulos/negroponte.html
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