TITULAR AL LÍMITE DE LO POSIBLE
Lic. IVÁN MORALES MORALES,
Periodista de Radio Rebelde,
Cuba.
¿Son adecuados o no los títulos Genéricos y los Llamativos para todos los géneros, o se establece diferenciaciones en su empleo? Esta es la disyuntiva siempre presente a la hora de las definiciones en el área de la Periodística y en la investigación Titular al límite de lo posible (tesis en opción a Licenciatura), no solo hacemos referencia a la propuesta que defienden varios autores nacionales y profesores como Tomás Lapique, Julio García Luis e Iraida Calzadilla, sino que también construimos el marco conceptual a partir de que asumimos criterios de expertos extranjeros como José Manuel Zorrilla Barroso, Emilio Alarcos Llorach, José Luis Martínez Albertos, Antonio López Hidalgo, entre otros. Este último se aventuró a concertar una categorización que agrupa a las restantes.
En consonancia con nuestro interés investigativo (aplicado en las páginas deportivas de los medios de comunicación Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores), resultó oportuno considerar –entre tantas- la variante formulada por el profesor de la Universidad de Sevilla, Antonio López Hidalgo. La misma puede resumirse en: expresivos, apelativos, informativos, enunciativos o temáticos, creativos o llamativos y de actos de habla.
La definición de denominaciones genéricas se enmarca aquí en los enunciativos o temáticos. Diferente enunciación, pero mismo significado. En tanto, los llamativos sí tienen puntos de contacto en las aportaciones de cada uno de los autores consultados.
En el periodismo no existen camisas de fuerzas o esquemas llegado el momento de titular. No es menos cierto que algunas clasificaciones encuentran mayor respaldo en unos géneros por sobre otros. Pero esto no indica necesariamente que sean líneas inquebrantables. Los márgenes de los distintos tipos se tornan difusos cuando de enmarcar un título se trata, sobre todo, porque en el bregar constante los redactores no suelen tomar en cuenta qué categoría utilizar.
López Hidalgo plantea al respecto que los géneros informativos pueden contener denominaciones de diferentes clasificaciones. “Los encabezados enunciativos o temáticos en lugar de identificar el contenido del texto como si fuera un nombre propio de la secuencia temporal a la que el trabajo se refiere, enuncian o mencionan genéricamente los temas sobre los que versa el escrito. O sea, son a su vez informativos”. Sirven para identificar artículos editoriales y reportajes especiales, aunque en este último caso también se pueden emplear los llamativos, afirmaba en 1973 Lapique.
Mientras, los creativos o llamativos “conquistan el interés, despiertan la curiosidad, incitan para que se avance en la lectura”, sostiene Calzadilla, para quien la titulación, en tanto cumpla su cometido de puesta en escena de la información que encontrará el lector en el texto, pueden estar presentes todas sus manifestaciones en cualquiera de los géneros periodísticos, siempre que respondan justamente a los contenidos.
A su vez, Lapique reafirma que algunas veces en forma jocosa, otras sarcástica o, simplemente con una imagen atrayente y sugestiva, los creativos o llamativos son usuales en las informaciones o reportajes especiales, sobre todo de las revistas que no pueden destacar una noticia ya divulgada por los periódicos.
Julio García Luis (2002) brinda sus consideraciones en torno a las distintas clasificaciones de acuerdo a los géneros que encabezan. A la noticia, y también en muchas ocasiones al reportaje y a la entrevista, le corresponde un título informativo. Aunque, pueden estar dotados a su vez de otras tipologías. No existen fórmulas cerradas al respecto. Todo se encuentra en el interés del redactor por captar la atención de la audiencia y sus habilidades creativas para lograrlo: “Al artículo, por el contrario, le corresponde un título más plástico, más variado, más libre en la estructura y orden de sus elementos que, como norma, podría clasificarse en alguna y a veces en más de una de estas tres categorías: llamativo, enunciativo y exhortativo”. López Hidalgo (2001) añade que “la crónica, por su parte, puede poseer una denominación informativa, creativa u opinativa”.
En nuestro entorno mediático, los títulos enunciativos o temáticos muchas veces aparecen atados a textos informativos. La línea discursiva que propugna la publicación y los públicos a quienes dirigen sus mensajes juegan un papel determinante en este aspecto. Mientras que los llamativos se asocian a las entrevistas, las columnas o los reportajes. No necesariamente se deben establecer diferenciaciones marcadas, pese a que algunos autores abogan por ello.
En el caso particular de los medios impresos de circulación nacional observados, hay divergencias notables para asumir los criterios de titulación. Mientras unos abogan por rehuir a las denominaciones netamente informativas, aquellas del estilo clásico que comienzan con el verbo y resultan una salida fácil cuando el tiempo apremia, en otros halla profusión la creatividad y el ingenio, pese que anuncian relatos noticiosos.
Los genéricos poseen una encomienda más establecida, acorde a los géneros informativos e interpretativos que denominan. Para los opinativos existen otras categorizaciones más factibles. Mientras que los llamativos sí pueden ser utilizados indistintamente. Las distancias entre unos y otros no son insalvables, sino más bien movibles y de fácil ajuste de acuerdo con la intención del creador.
Epígrafe, Título, Bajante
Otro aspecto a analizar dentro del contexto del título es la propia titulación del trabajo tomando en consideración sus integrantes básicos de Epígrafe, Título y Bajante. Cada uno de los componentes que conforma el encabezamiento tipográfico debe estar construido de forma que no dependa sintácticamente del resto y que su supresión no afecte el contenido del conjunto, como apunta López Hidalgo.
Epígrafe, Título y Sumario constituyen una tríada de elementos que se erigen para el redactor como instrumentos donde se exponen otras ideas fundamentales que no pueden ser incluidas en el encabezado, y le permiten al lector una comprensión más exacta de todo cuanto encontrará desarrollado posteriormente en el relato.
Para Calzadilla, el epígrafe es el texto que antecede al título, casi siempre con menos palabras que este. Constituye lo temático o lo genérico del hecho que se narra. Sintácticamente no debe estar ligado al titular. López Hidalgo sostiene que el titular es el elemento más importante del encabezamiento alrededor del cual giran el resto de los componentes, aquellos que complementan su función dentro del producto comunicativo. Debe contener lo esencial de la noticia y resumir los elementos fundamentales de la entrada del trabajo. Y para Miriam Rodríguez Betancourt e Irene Trelles, mientras el sumario o bajante se utiliza para “facilitar la comprensión de informaciones complejas. Subraya tanto elementos propios de la noticia como otros relacionados. Posee independencia conceptual con el resto del trabajo”.
La totalidad de las propuestas teóricas consultadas concuerdan en la necesaria independencia que debe existir entre estas tres unidades, y resaltan la importancia de no repetir términos o ideas en cada uno de ellos para evitar ser redundantes.
La posible dependencia entre título y sumario en ocasiones en la prensa nacional cubana tiene que ver con el rol que se le asigna a estos elementos. Es una relación de ambos entre líneas, donde el segundo sea el complemento necesario del primero, sin que ello ponga en juego su obligada autonomía en la estructuración del contenido.
Consideramos que esta tríada no debe conformarse como módulos supeditados unos a otros, tal y como sucede en algunos casos. Sus distancias obedecen a aspectos sintácticos y de estilos, debido a que su exclusión de la plana por cuestiones de espacio no ponga en riesgo la visión del cronista sobre los hechos. Entre ellos debe existir un vínculo cómplice, imperceptible ante la revisión minuciosa del receptor más avezado.
Contexto-hipertextualidad en la comprensión del título
La apropiación de elementos de la realidad cotidiana es uno de las estrategias más utilizadas por los redactores para contextualizar sus titulares y hacerlos más asequibles –que no necesariamente es sinónimo de comprensible- a sus lectores. Esto se aviene sobre todo a los titulares llamativos.
En relación con las taxonomías temáticas de esta clasificación algunos autores incluyen otras categorías al interior de dichos grupos. Lapique segmenta el título llamativo atendiendo a diversos parámetros en: “jocoso, sarcástico, novelesco o de película, frase popular antigua o de actualidad, expresión de duda, sorpresa o interrogación”. García Luis añade el retruécano y la paronimia, y una frase o exclamación, tanto histórica como de actualidad.
Encabezar los relatos periodísticos para un público especializado brinda ciertas libertades, fundamentalmente lingüísticas. La audiencia maneja determinados códigos que permiten al periodista apoyarse de vocablos técnicos. Es por ello que en ocasiones, en busca de una creatividad que se diluye en construcciones vacuas y sin sentido, sostienen sus ideas sobre la base de estructuras elaboradas a partir de fragmentos de canciones de moda, nombres de películas u obras literarias, o la parodia a frases populares. Bien utilizadas resultan de mucha utilidad. De lo contrario, pueden provocar la desatención a un texto noticioso relevante.
Mientras algunos autores prefieren que las personas lean un encabezamiento que se apoya en títulos de novelas o libros, y fragmentos de canciones que están en la preferencia popular, antes de extraerlo de alguna frase del discurso, otros señalan como uno de los valores básicos del título su contextualización. No solo sitúa al receptor sobre el tópico a tratar, sino que hace las denominaciones más atractivas e incita a su lectura. No obstante, Joel García, periodista y profesor cubano, manifiesta que “en ocasiones se abusa de lo simplista. Estos trucos pueden funcionar, pero no deben traerse por los pelos al contexto, pues denotan falta de preparación de su creador”.
Sin duda, apropiarse de elementos del contexto le otorga realce a las denominaciones y la hacen más asequible a todos los públicos. Empero, algunas de las redacciones analizadas trastocan el camino y disminuyen el nivel de su discurso. Enriquecer el lenguaje no es permearlo de frases hechas o facilistas, sino concebirlo como un poderoso elemento que influye notablemente en las habilidades expresivas de la audiencia. El cronista deportivo –y todos en general- debe tomar en cuenta el público para el cual escribe y no menospreciarlo. Aprovechar correctamente las bondades del idioma y mezclarlo con ingenio y chispa hacen de la hipertextualidad una delicia, e incitan a degustar el relato de principio a fin.
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