BREVES APUNTES SOBRE LA RELACIÓN DISCURSO Y DISCURSO PERIODÍSTICO
Dr. ROGER RICARDO LUIS,
Director de Investigaciones del Instituto
Internacional de Periodismo José Martí.
Profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Al hablar de discurso es dable definirlo como el producto oral o escrito generado por todo acto comunicativo, nacido de la práctica social, o lo que es lo mismo, crea la vida social y a la vez es producto de la vida social.
Por la naturaleza social del hombre es a partir del lenguaje que él mantiene relación con otros y mediante prácticas comunes socializa valores, creencias y normas que determinan la forma de relacionarse, de actuar y pensar en comunidad.
Fairclough y Wodak (1) la identifican como una relación en dos direcciones: “Las situaciones, las instituciones y las estructuras sociales dan forma al evento discursivo, pero también el evento les da formas a ellas. Dicho de otra manera: el discurso es socialmente constitutivo así como está socialmente constituido: constituye situaciones, objetos de conocimiento, identidades sociales y relaciones entre las personas y grupo de personas. Es constitutivo tanto en el sentido de que ayuda a mantener y reproducir el status quo social, como en el sentido de que contribuye a transformarlo”.
Sin embargo, Van Dijk (2) no ve una relación dialógica; según él, la relación es trilógica, forma una especie de triángulo: discurso-sociedad-cognición. Al respeto, señala: “El discurso y sus dimensiones mentales (tales como los significados) están insertos en situaciones y estructuras sociales. Y, a la inversa, las representaciones sociales, con frecuencia se constituyen, validan y normalizan, evalúan y legitiman en y por el texto y el habla”.
La centralidad que hoy tiene la información en la vida de los seres humanos refuerza el criterio de Van Dijk. El hombre de ayer se bastaba de su experiencia directa para comunicarse con otro, hoy para lograrlo necesita de la intermediación de factores externos que le propicien el contacto con la sociedad que su experiencia propia no es capaz de ofrecerle.
Desde su perspectiva evolutiva, el conocimiento y el afán de saber del otro hizo cada vez más amplio el horizonte del espacio comunicativo y la necesidad de buscar nuevas formas de hacerlo. Así, los medios de comunicación de masas vinieron a ser los instrumentos facilitadores y/o controladores por excelencia de la interacción humana. Es por ello que podemos decir que el discurso periodístico es una muestra de la evolución del discurso tanto desde su alcance como de su complejidad.
El discurso periodístico es el que emite la prensa entendido en su sentido más amplio, cuyo significado permite a la audiencia constituirse una imagen de la realidad. Dicho discurso, según Héctor Borrat (3), se caracteriza por ser polifónico y continuo, ya que abarca una multiplicidad de voces y se va haciendo temario en cada una de las publicaciones. Así se supone que el discurso periodístico debe ser el espacio público en el cual se relacionen todos los actores sociales y a partir de ese encuentro se construya la interpretación de la realidad y se configure la acción social.
Sin embargo, el discurso periodístico, por ejemplo, se articula de acuerdo con la política editorial del medio. Se trata del cuerpo normativo y procedimental que rige la orientación informativa, de opinión, publicitaria y el funcionamiento de la empresa periodística, cuya orientación y control recae en el director del medio de prensa. Así, la política editorial delimitará el límite y el alcance de la agenda, determinará los actores sociales que visibilizará y el tipo de prácticas discursivas que emita cada día el diario.
Debido a ello, Borrat considera que el periódico, más que un actor social que permite la interacción entre los diferentes elementos de la sociedad, de mediador, es un actor político que influye y afecta la toma de decisiones en el sistema político, lo que le atribuye la condición de participante.
Este propio autor llega a la conclusión de que el mensaje de la prensa es un discurso político, caracterizado por hacer uso del lenguaje político. La prensa no sólo reproduce este lenguaje sino que lo emplea por cuento es un actor político más. Equipara entonces al periódico con cualquier actor político, con la diferencia de que la actuación del periódico se concentra en su discurso; de manera que estudiando el discurso del periódico podemos conocer su actuación política.
Recordemos que Weber sentencia que la política implica “toda posibilidad de hacer triunfar la propia voluntad en el seno de una relación social, incluso a pesar de las resistencias”. En este sentido, el discurso político está al servicio de un fin último de la política, la construcción de la hegemonía y del poder desde su capacidad articuladora y legitimadora.
Es por ello que uno de los atributos esenciales del discurso político sea la capacidad argumentativa para convencer, persuadir, mostrando los aspectos positivos de las razones presentadas y los negativos del contrario.
El discurso periodístico, por ser político, cumple las funciones propias del lenguaje político. Borrat las resume así: diseminar información, interpretar y conectar, proyectar al futuro y volver al pasado, implantar la agenda pública, estimular para la acción y desinformar. Es decir, en el discurso periodístico se reconocen funciones estratégicas del discurso político: legitimación, deslegitimación, polarización y coerción.
Ahora bien, la actuación política del medio y, por tanto de, su discurso es generalmente ocultada tras una imagen de neutralidad y objetividad. Para ello aparenta dar un trato justo y equilibrado a la información y pluralismo a la opinión, ya que le confiere credibilidad y le permite persuadir o disuadir a quienes influye.
El problema se presenta cuando ese discurso periodístico busca imponer los significados que deben atribuírseles a la realidad social, desconociendo otras formas de interpretación de la realidad. Si los medios sólo incluyen determinados temas y actores, excluyendo otros, lo que percibimos de la realidad será el fragmento que éstos nos ofrezcan. De esa manera se expresa un acto de poder.
Así, cuando se nos impone una visión del mundo, podemos hablar de un tipo de dominación que no es ejercida por la fuerza, sino mediante la manipulación ideológica que se realiza a partir de las prácticas discursivas; es decir, el discurso periodístico más que ser el mediador y transmisor del discurso sociopolítico de la sociedad es su constructor.
En esa dirección, Bonilla Vélez (4) habla de una conversión de la comunicación en práctica política, un criterio base en la cosmovisión de la mediatización de la política. Y al respecto señala: “El mediador, en este caso, interfiere para implantar, construir e imponer un modelo de control de la realidad. Para Venegas (5), las prácticas sociales y políticas y las prácticas discursivas hoy se conjugan con las prácticas comunicacionales para construir/deconstruir, borrar, difuminar, ensombrecer u ocultar lo que a través del discurso discurre. Es así que a través de los medios y de su discurso se legitima un orden.
De manera que el poder que tiene el periódico es el poder que le da su discurso. Ese poder del discurso periodístico mantiene en el centro de los debates la cuestión de los efectos de los medios sobre las audiencias.
La tradición crítica, tanto en su vertiente de la teoría cultural crítica (Gramsci, Althusser, Hall, Horkheimer y Adorno), como los de la economía política de la comunicación (Mosco, Murdock y Golding) han tomado como premisa teórica que la clase dominante necesita asegurar el control de las ideas para asegurar la dominación y ello se logra fundamentalmente por la vía del control del discurso. Como se sabe, lo antes expuesto tiene como premisa lo plantado por Marx en la Ideología Alemana que las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época.
Más allá de las discrepancias, lo que sí parece quedar claro que la ruta de los efectos tiene por brújula el contenido del discurso periodístico que visibilizan los medios.
Ahora bien, el discurso periodístico es el resultado final de una maquinaria muy compleja que se denomina proceso periodístico. Para Espeche (6), es el resultado de una relación dinámica entre: “(…) un conjunto de características de su propio hacer (práctica), un campo simbólico (los discursos, las imágenes) y un campo de la materialidad (la estructura empresarial, económica, financiera y laboral del medio)”. Y como afirma Víctor Ego Ducrot (6): “No hay proceso periodístico que se produzca y difunda al margen de la disputa del poder”.
Lo expuesto encuentra fundamento y explicación en el marxismo desde la fetichización que experimenta toda actividad y producto en una sociedad capitalista a partir de la lógica de la mercancía. Es decir, la forma mercantil de la comunicación se legitima mediante su “naturalización”, una actividad que se desempeña sin que los receptores puedan sospechar su carácter de instrumento de dominación. Al respecto, Mattelart considera: “El medio es un mito en la medida en que se considera como una entidad dotada de autonomía, de una voluntad y un alma propia, una especie de epifenómeno que trasciende la sociedad en que se inscribe”.
En el caso específico del periodismo, el “producto comunicativo” (mercancía-noticia) resultante del proceso periodístico busca borrar todo estructura de diferenciación clasista y como expone Mattelart, a modo de ejemplo: “Los medios convierten a la opinión pública en actor imaginario, en apoyo de los intereses de una clase, que le permite traspasar una opinión privada como si fuera pública, un actor al que se le adjudicará alternativamente roles positivos y negativos. (…) Es el juego simbólico de la falsa dialéctica donde el protagonista por ser indiferenciado no está dotado de autonomía y se genera en tanto proyección unívoca de la clase dominante”. De esta manera, el individuo se inserta de forma “natural” dentro del sistema y su reproducción, pues el proceso ideológico, en tanto ideología dominante, tiende a borrar o minimizar toda diferenciación social de forma tal que ese orden forme parte del sentido común.
A manera de resumen, el proceso periodístico tiene su objetivización en el discurso periodístico, mensaje que elabora como producto final, de ahí que autores como Julio García Luis (7) consideren al periodismo como un tipo especial de discurso cuya función estratégica se dirige a inducir y formar opinión desde cualesquiera de sus estilos y géneros.
Bibliografía
(1) Fairclough, N. y Wodak, R.: Análisis crítico del discurso, en T. van Dijk (comp.): Estudios del Discurso II. Ed. Gidesa. Barcelona. (2000).
(2) Van Dijk, T.: La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información. Ed. Paidos. Barcelona. (1990).
(3) Borrat, H.: El periódico como actor político. Ed. Gustavo Gili. Barcelona. 1989.
(4) Bonilla Vélez, Jorge I. (comp.) Comunicación y Política. Viejos conflictos, nuevos desafíos. /Jorge I. Bonilla Vélez y Gustavo Patino Díaz. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2001.
(5) Venegas, A.: El discurso: una lectura política. En: Anuario Ininco, Investigaciones de la Comunicación, No. 8. Caracas. (1996-1997)
(6) Ego, V. (comp.): Sigilo y nocturnidad en las prácticas periodísticas hegemónicas. Una introducción al modelo teórico y metodológico Intencionalidad Editorial. Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Goroni. Buenos Aires. 2009.
(7) García, J.: Géneros de opinión. Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 2001.
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