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PERIODISTA A SECAS

PERIODISTA A SECAS

Educación y periodismo en Julio García Luis, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, autor de libros de consulta obligada para los periodistas, testigo presencial en coberturas de viajes del Comandante en Jefe Fidel Castro: maestro de formación y espíritu.

Lic. IRIS HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ,
Periodista del semanario 26.

En el sector periodístico, al Doctor en Ciencias Julio García Luis, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, lo conocemos desde diversos ángulos. Para algunas generaciones, como el autor del libro de Géneros de Opinión, necesario cuando comenzamos a desandar las maneras de presentar la noticia. Entre otras, el colega que anduvo con Fidel durante años en diferentes coberturas dentro y fuera de Cuba. La mayoría lo tiene sencillamente como un maestro y una excelente persona.

A Las Tunas llegó para impartir el módulo de Ética y Deontología, de la Maestría de Comunicación, a periodistas y profesionales de esta esfera en la provincia. También encontró un momento para conversar con los lectores del semanario 26.

“Yo me gradué de maestro normalista, cuenta. Y, después, como profesor de Historia, en la Universidad Central de Las Villas. En 1966, pasé a trabajar al Comité Central en la Comisión de Orientación Revolucionaria. Al año siguiente ya se había creado el periódico Granma, vino un problema de microfracción allí, como un rebrote del sectarismo de 1962. Un grupo de compañeros fue a reforzar  el diario. No tenía experiencia en el periodismo. Era el jefe de la página ideológica y comencé a redactar los editoriales del periódico.

“A mí me tocó una parte del periodismo que no es exactamente la más reconfortante en cuanto a géneros. Trabajar con los editoriales es lo más duro del periodismo. No por anónimo o menos visible, sino porque no tienes la posibilidad más motivadora en el desempeño del periodista: el contacto con la gente, con las situaciones. El reportero puede disfrutar mucho lo que hace, cuando busca algo; investigar, estar en el terreno. Escribir editoriales no es realmente el lenguaje con el cual a uno le puede gustar escribir, te exige una especie de desdoblamiento.

“No es lo mismo el periodista que hace una crónica, una nota, una entrevista, un reportaje… que cuando uno redacta en nombre de algo, demanda asumir una postura muy oficial. Y esa tarea me tocó desde que empecé en el periódico por cerca de unos 20 años. Después la siguió Félix Pita Astudillo. Ahora se publican mucho menos editoriales en los periódicos. En aquella época había una serie de circunstancias internas... Motivaba que se publicaran, al igual que notas no firmadas. Era algo obligatorio en el momento y no surgía de una motivación personal. Eso es muy desgastador”.

-¿Qué le aportó su formación de profesor de Historia en el Periodismo?

Ha influido, naturalmente. Hubiera sido muy bueno, más fácil, haber tenido una formación periodística. Me hubiera servido mucho para acortar mi propio aprendizaje, he aprendido en el camino dando tropezones. Pero en aquella época había una gran dosis de empirismo en el periodismo. Se había creado la carrera en 1962 con la Reforma Universitaria. Cuando yo me inicié se daban los primeros pasos de la enseñanza.

Realmente nunca dejé el aula, aún cuando estaba en otras responsabilidades. Desde mediados de los  años 70, daba clases en la propia formación de periodistas, titular a los empíricos… se generaban muchos cursos. Lo asumía por etapas, cuando hacía falta. Me gusta la docencia.

-Después vino el momento de las coberturas importantes…

Luego descubrí la parte más sabrosa del periodismo, el reportaje, ese tipo de cosas, dentro de las posibilidades he intentado hacerlo. ¿Las coberturas?… Sí, es interesante.

¿La gran anécdota? Es la experiencia de haber podido estar cerca de Fidel en muchas oportunidades, calibrar sus características tan excepcionales en el plano personal, esa es una experiencia construida de un millón de anécdotas. Lo que más me llama la atención de Fidel es que él nunca le pasa de forma superficial a algo, aunque sea aparentemente insignificante, a todo le dedica una atención profunda. Es su capacidad intelectual para atender con profundidad cualquier cosa o en lo que nadie había pensado.

Fue una fuente de experiencias importantes, vivir esos momentos dentro de Cuba como fuera, en distintos lugares, en distintas circunstancias. Como periodista es muy valioso.

-¿Qué se siente al saber que sus libros son tan recurrentes en la formación de los nuevos periodistas?

Eso uno no se lo espera. Los libros han ido surgiendo por necesidades del trabajo. Estoy aguardando el momento de sentarme a escribir algo que sí me haya dispuesto a ser publicado, por el gusto de hacerlo. Aquellos han sido segundos resultados de materiales hechos originalmente con un propósito más práctico, dar algunos cursos, conferencias, formación. Géneros de opinión surgió de contenidos que les dimos a los primeros angolanos después de la independencia, venían con nivel muy bajo, debían ser preparados rápidamente. De las clases salió ese libro.

Fue un producto circunstancial y otras cosas han sido así por el estilo. Nada de eso es fruto de una determinación de hacer un libro, pero ya vendrá, ya tendré el momento para hacerlo.

Esos criterios publicados tienen bastante de la época. En estos casi 30 años ha habido un desarrollo muy rápido de los medios audiovisuales, apareció Internet. Todo eso le ha presentado una competencia a la prensa escrita y la obliga a reacomodarse. Hay cambios importantes en el estilo de trabajar la opinión en los medios. Y los periódicos están invadidos hoy por una manera cada vez más coloquial, más informal, más personal que es consecuencia de la necesidad de la prensa de buscar fortalezas frente al monstruo que representa la televisión, el desarrollo de Internet, del periodismo digital. Todo eso trae cambios en la forma de escribir, de hacer las cosas. Cada día el periodismo escrito es menos formalista, menos institucionalista.

Ahora las personas le dedican menos tiempo a leer, la lectura de prensa retrocede, se reduce el consumo de periódico en el mundo… Ese fenómeno provoca que se trate de violentar, en cierta forma, los recursos legítimos de la prensa para atraer; también en la audiovisual, se acude a la espectacularización, mezcla de ficción, infoentretenimiento, se trata de captar la atención a todo precio. Eso se traduce en pérdida de credibilidad de la prensa y de los periodistas, no solo en Cuba sino en el mundo.

En general, el periodismo es una profesión sometida a presiones muy fuertes, por el mercado, por la competencia entre los medios. Pero, eso conduce a que el ejercicio del periodismo requiera una revalorización profunda de qué se está haciendo, cómo se está haciendo; los niveles de eficiencia que se logran, en cualquier parte, el crédito del periodista y la eficiencia de periodismo está sometida a muchas presiones adversas.

-¿Qué le corresponde entonces a los periodistas en formación y a quienes ya están en las redacciones?

Hay que pedirles el mismo o más compromiso. Antes, ese compromiso estaba dado por las propias circunstancias o era menos visible esa necesidad de compromiso político, pero es indudable. Esa es la razón primera para cualquiera que quiera ejercer o se gradúe de periodista. En los años anteriores, el compromiso era casi lo único con que se salía a batallar.

También hace falta que los profesionales tengan la habilidad para llevar los mensajes de un modo más atractivo, con un lenguaje en los medios que se parezca a estos tiempos. 

-¿Dónde se siente como pez en el agua: en el aula o en la redacción?

Me gusta ser profesor. No lo puedo negar, tener la escuela, los muchachos; que ellos me vean con cierta condescendencia. Todo eso me alienta mucho. Pero, siempre guardo la idea de que lo más importante para mí es ser periodista, así… a secas.

 

 

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