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LA INFORMACIÓN QUE HACEMOS Y LA QUE DEBEMOS

LA INFORMACIÓN QUE HACEMOS Y LA QUE DEBEMOS

MSc. Iraida Calzadilla Rodríguez,

Editora de mesadetrabajo y Profesora Auxiliar de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Periodista del diario Granma.

http://islalsur.blogia.com

islalsur@yahoo.es

La nota informativa o información periodística es hoy en nuestra prensa el género más maltratado en su concepción y estructura. Apenas constituyen pequeños oasis cuando en los diferentes soportes mediáticos reconocemos una señal que la desempolve del maniqueísmo en el que se ha convertido su estructura clásica de pirámide invertida, en la que un lead sumario entregará al lector, oyente o televidente una primera visión, rápida, contundente y concisa, del acontecimiento a narrar.

Luego de casi 150 años de habernos propuesto Lawrence A. Gobright, corresponsal de la AP, su lead convencional -estandarizado y sacralizado por siempre jamás-, aún en las redacciones hay una obediente atadura a su fórmula y muy poco terreno se concede a otras estructuras más contemporáneas y enriquecedoras, a pesar de que hace más de medio siglo Philip Porter y Neil Lusón en Manuel del periodista suscribieron que hay tantos tipos de comienzo de la información como clases de esta, y subrayaron que los tipos de encabezamiento únicamente están limitados por la originalidad del autor. 

Y las renovaciones no quedan solo para las entradas, sino que también se expanden hacia la pirámide invertida, al modo de contar los hechos de mayor a menor importancia, siempre pendientes reporteros y editores de que si es necesario cortar texto, sea de abajo hacia arriba, sin menoscabo del propósito con que se narra el suceso. Sin embargo, esa faja impositiva hace que se releguen otras estructuras igualmente portadoras de intencionalidad: se desestima la subversión del orden que suponen novedosas fórmulas que combinan los datos dentro de la arquitectura de la nota, sin necesariamente atenerse a un orden de mayor a menor importancia que, por demás, está sujeto a la percepción que del acontecimiento tuvieron los hacedores de la construcción de la noticia.

Todo ello no propugna que debamos desterrar la pirámide invertida y el lead tradicional. Todo lo contrario. Quienes transitan el camino del periodismo deben dominar su estructura sólida y eficiente, su estilo clásico y duradero. Pero se trata de dar paso también a otras variantes más modernas que, incluso, ayudan a acercar más a los destinatarios de nuestros productos comunicativos al mensaje.

Estos -los diferentes leads y cuerpos- son dos ejemplos a modo de botón de muestra, el iceberg de un conflicto latente en la redacción de la nota, pero que abarca también otras especificidades dentro de la misma. ¿Por qué hago referencia a ello? Durante muchos años he sido tutora de las prácticas preprofesionales de los estudiantes de Periodismo, profesora de la asignatura Nota informativa o Información periodística en los diplomados de Periodismo que se imparten en Ciudad de La Habana, convocados por la Unión de Periodistas de Cuba y rectorados por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y del curso regular de la Facultad.

En esta propagación y a la vez confrontación de ideas hay elementos comunes: de una parte, los periodistas en activo que cursan el Diplomado o asisten a los talleres y conferencias, aceptan teóricamente las nuevas formulaciones, pero no siempre las aplican y las causas son tan diversas que van desde la comodidad intelectual que supone redactar a partir de un esquema tradicional muy validado y seguro, hasta  el rechazo de sus jefes por estructuras que rompen con el orden establecido y, al no conocerlas teóricamente, desacreditan a los reporteros creyendo que "no saben redactar notas informativas". Cuando más, un pequeño elogio por un texto que no es habitual, y casi a modo de disculpa le agregan algún apellido como "información ampliada", "nota comentada", "nota cronicada"...

De otra parte están los estudiantes, abiertos a cualquier saber mientras están en las aulas, en el ambiente académico, en la fragua de las ideas renovadoras. No obstante, también se ciñen más de lo debido a la pirámide invertida y al lead tradicional una vez que han vivido la experiencia del primer ciclo de práctica laboral, y asistido en las redacciones a las rutinas de los procesos productivos, así como escuchado a los profesionales del sector defender la fórmula clásica contra viento y marea.

Entonces, como profesora una siente que hay una etapa perdida en el paso adelante que se espera para la necesaria revivificación de la nota informativa, paso que solo darán después, ya como profesionales enfrentados a sus propias rutinas, a sus radios de acción en el trabajo, a sus fuentes de referencias, y, poseedores de las herramientas teóricas, acudirán a ellas para tratar de entregar productos comunicativos más acordes con lo que necesita el destinatario de hoy, ya sufrido de tanta nota escrita a golpe de qué, quién, cuándo, dónde, cómo, por qué y para qué, en un orden rígido y tiránico.

Esta es la problemática no resuelta, reforzada por el aún escaso deseo que señorea de superarse en las temáticas propias de la profesión, creyendo a pie y juntillas, incluso me atrevo a asegurar que hasta con la mejor buena fe, que todo fue aprendido en el período de estudiantes universitarios, obviando así al periodismo como profesión viva que se renueva constantemente. 

Y lo que es peor: apenas hay nada nuevo, estas tendencias fueron ya descritas hace muchos años, solo que ahora existe un mayor acercamiento a ellas, quizás porque ya en el propio mundo académico se habla de la decadencia de la fórmula tradicional de la pirámide invertida, aludiendo a que ofrece de manera muy funcional la información, lista para ser "digerida" por el gran público. Este no es un criterio único, pues la reina de las estructuras continúa siendo defendida por los teóricos que la validan por su método de comunicación preciso, claro y conciso desde el primer párrafo. 

¿Cómo salvar el asunto? Están abiertos dos caminos. El primero admite dejar la situación tal cual se encuentra hoy y continuar martillando sobre el mismo yunque. El segundo supone comenzar a inquietar el orden y discutir acerca de un género al cual hemos abanderado con las categorías de objetividad, imparcialidad, impersonalidad..., sin darle un humano respiro, sin comtemporalizarlo ni contextualizarlo ni interpretarlo. Y hay una preocupación mayor en mi condición de docente: su estudio no puede dejarse a la espontaneidad, resulta necesario que los estudiantes, mañana profesionales, se preparen desde ahora para dar un mejor futuro a la nota informativa.

¿Por qué ir hacia nuevas formas? Los géneros periodísticos son seres vivos y, por tanto, está implícita en esa condición la capacidad de mejorarse, ampliarse, diversificarse y mixtificarse a través del devenir de la profesión; también, ellos se han ido perfilando hacia otro estadio respondiendo a las exigencias de un público que cambia, que ya no es igual al del siglo XIX, que ya no es igual, incluso, al de hace 20 años en nuestro país.

Este de ahora es un receptor que ha transitado en su condición de protagonista y espectador por situaciones difíciles desde el punto de vista económico, político y social. Situaciones de urgencias y a veces de límite que, sin embargo, no lo han dejado en la estacada intelectual y trata hoy de, como concepto humanístico, alcanzar una cultura general integral como pueblo.

Es un lector, radioyente, o televidente que, conciente o inconscientemente, espera nuevas maneras en la construcción del mensaje y ya no lee sin más ni más bloques monolíticos y aburridos. Toca, entonces, a los periodistas -precisamente en nuestra condición de mediadores entre la realidad y el público-, saber hacerles llegar los hechos que forman parte de la realidad y están en las prioridades de la agenda política, entendiéndose ésta en su concepción integradora de la sociedad en que vivimos.

Y hacerlos llegar de manera objetiva, veraz, apegados siempre a la honestidad profesional de relatar los sucesos tal como los vimos y oímos, tal como los recepcionamos e interpretamos, pero sin desestimar la riqueza del lenguaje, la fina intencionalidad, la arquitectura novedosa al presentar los acontecimientos, de manera que estos no parezcan informes salidos de plantillas repetidas una y otra vez.  

Es por ello que creo firmemente que la nota informativa requiere de una nueva mirada, de una sincera asimilación, de una pronta reactualización en su construcción por parte de "hacedores" y "decisores".

Sí, hablo de la humilde nota informativa que no da cuenta del gran acontecimiento, del imponente discurso, la que no informa sobre el atroz desastre, ni el extraordinario descubrimiento, esa que aporta el periodista a sus medios hablando de la cotidianidad de la sociedad, más que del suceso espectacular; esa que más que noticiosa, es informativa como expresión de seguimiento de la información, esas líneas que por lo general se escriben "mal y rápido" porque creemos históricamente que nos ponen faja a nuestra propia creatividad.

Podría hablar de las otras, pero esas, al menos, son portadoras de trascendencias y en este trabajo estoy abogando por las que llenan los noticiarios de cualquier soporte mediático, aunque en mi opinión particular, todas debían desempolvarse de tanto esquema repetido.

Un segundo aspecto, muy importante como condicionante de esta apertura en la nota informativa, es el desarrollo alcanzado por la radio, la televisión y los medios digitales, soportes mediáticos que han despojado a la prensa escrita de la inmediatez de cuatro de las seis premisas del periodismo. Esos medios están entregando a los públicos casi en tiempo real el Qué, Quién, Dónde y Cuándo. Un diario, una revista, un boletín obligado a reportar cualquier suceso está obligado, entonces, a desarrollar el Cómo, el Por qué y el Para qué.

Estamos hablando de receptores que ya no están interesados en que nosotros le "anunciemos" mañana lo que ya escuchó hoy en los noticiarios matutinos, vespertinos o nocturnos de la radio y la televisión, o lo encontró en algún medio digital.

Él quiere saber lo que significan los hechos tanto para el país como para sí, necesita saber los por qué, profundizar en el contexto en que se realizan y de lo que no siempre tiene dimensión exacta aunque reciba un aluvión de informaciones sobre los mismos, pero no interconectadas. Requiere que le presenten el significado de las cosas. Por ese camino estoy asumiendo la interpretación en la nota informativa, género al cual ella tributa, pero que en general en nuestros medios se trata de encasillar solo en el informativo, muy necesario, diría imprescindible, pero no única manera de expresión.

Hoy, una información que contextualice, en la que se presenten antecedentes y significados, y el reportero se permita hasta una proyección, es lo más parecido a lo que José Antonio Benítez llamó "información integral", término llevado y traído por tirios y troyanos, a veces muy superficialmente, y otras de manera anecdótica.

En este entramado también es honesto decir que nos ha faltado visión para dar el salto, y muchas veces hemos acomodado nuestras mentes a las rutinas que imponen el conocimiento establecido, la forma de hacer más fácil, y la aceptación segura.

Un problema hoy que tiende a agudizarse en las notas que escribimos trasciende ya las interminables coberturas de reuniones y actos que poco o nada significan para el receptor si no se les explica acerca de su importancia, si no se les "sazona" con los aderezos antes expresados. Al mal estamos incorporando el absurdo de dar más importancia a quien dice una información que al hecho mismo constituido en noticia. Un ejemplo: si se produce el derrumbe de un edificio a causa de vientos huracanados, lo importante es eso por sus implicaciones para las personas que allí viven, para la preservación de la ciudad, y no si lo dice éste o aquel vocero, que bien pudiera pasar a un segundo momento dentro de la información.

Todo ello inevitablemente nos lleva a subvertir el orden y de contadores de historias -que eso somos por naturaleza los periodistas-, nos estamos convirtiendo en contadores de declaraciones, las más de las veces llevados por un acrítico hacer reproductivo. 

En modo alguno hablo desde posiciones académicas asépticas, sino desde la posición de quien ha estado por 30 años en las filas de los reporteros de base, en las filas de quienes intentamos dar a conocer el latir cotidiano de la vida nacional, ese acontecer que estamos llamados a ofrecer sin estridencias, sin escándalos, con mesura, equilibrio, responsablemente, y todo inserto, además, en una complejidad política que nos obliga a ser altamente cuidadosos en los mensajes, de manera que el enemigo no halle en ellos ningún resquicio.  

Y es justamente la experiencia práctica la que me lleva a afirmar -sin menoscabo de mis colegas que mucho y bien hacen en condiciones no siempre idóneas- que hoy se requiere de periodistas que abracen de "dicho y hecho" la reactualización constante, porque solo así podrán construir sobre el papel mensajes más sólidos, tal como los demanda el público.

La nota informativa, a mi modo de ver, requiere de una revitalización desde esa perspectiva. Y a propósito de esto, citado por María Carolina Alcalde y Rafael Jorquera, estimo la definición de Periodismo Interpretativo que hace Abraham Santibáñez, profesor de la Escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Diego Portales, de Chile:

"Interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido de los hechos noticiosos que llegan de forma aislada. Situarlos en un contexto, darles un sentido y entregárselo al lector no especializado. Por exigencia profesional, además, esta interpretación debe tratar de prescindir de opiniones personales, debe basarse en hechos concretos y opiniones responsables y que sean pertinentes y debe ser presentada en forma amena y atractiva".

Concha Fagoaga, catedrática de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, precisa: "Los periodistas no solo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella...".

En ese camino, Eduardo Ulibarri en su libro Idea y vida del reportaje nos abre puertas a la reflexión acerca de los hechos, a preguntarnos en su presente qué significan, si surgen aislados o forman parte de otros y cómo se vinculan a ellos, si introducen cambios significativos, a quiénes afectan de inmediato, si contienen elementos polémicos y cuáles fueron los factores más cercanos que precipitaron su aparición.

Pero esos mismos hechos, argumenta el teórico, tienen un pasado del que habrá que decir algo al receptor: por qué ocurrió, sus antecedentes, con qué acontecimientos anteriores está vinculado, si pueden identificarse causas relevantes, qué ha ocurrido con situaciones similares en otras épocas o lugares, si existen analogías relevantes.

Y cerrando el ciclo de cuestionamientos ubica el probable futuro del hecho y sus posibilidades de desarrollo, con qué otros factores puede relacionarse, en qué o en quiénes repercutirán. Como puede apreciarse, toda una muestra de interrogantes válidas de ajustarse a cualquier suceso para darlo de manera integral.

Rolando Gabrielli, en Noticias del mundo cierra en Nueva York (El otro periodismo hispano), plantea que el gran capital de un medio es el periodista, su conocimiento, imaginación, manera de examinar los hechos, reproducir la verdad con gracia, ética y proyectar con el poder indiscutido de la veracidad, los acontecimientos, cualquiera sea su magnitud.

Esta es una definición que, a mi entender, incluye y reivindica a la nota informativa, género que es la base de todos los demás, columna vertebral del informativo de cualquier soporte mediático, y que requiere ser estudiado y practicado en profundidad

Sobre todo, porque hay que tener en cuenta que en los medios diarios el periodista un día escribe un comentario. Un día redacta un artículo. Un día se inspira y nace una crónica. Un día tiene un argumento que le permite presentar el reportaje "paleta". Pero los medios diarios requieren todos los días de muchas y diversas notas informativas.

Por tanto, un desafío de hoy es la revitalización de los estudios de la nota informativa o información periodística a partir de una sistémica investigación que nos permita, como docentes, mantenernos actualizados sobre lo más novedoso que ocurre a nuestro alrededor y, a partir de esos presupuestos, asumir o rechazar de acuerdo con la escuela cubana, lo cual nos ha salvado del síndrome reproductor, tan estéril y de nefastas consecuencias.

Como expresara el profesor español Juan Antonio Giner (citado por la doctora María Eugenia Oyazur, en Cultura y enseñanza del Periodismo), la formación de los periodistas y comunicadores sociales a nivel universitario no puede reducirse al adiestramiento, aunque sea sistemático, de los "trucos" del oficio ni tampoco "evaporarse en simples disquisiciones de comunicólogos".

Es preciso formar periodistas propietarios de una cultura general integral diamantina, críticos y autocríticos de sí y del mundo que los rodea, sin que por ello pierdan valores universales del hombre que tienen una expresión mayor en la honestidad profesional y la comprensión y el respeto a la diversidad.

Vivimos épocas de grandes cambios y en los que se imponen nuevas maneras de decir, formas que, por demás, hace mucho fueron inventadas y que, de cierto modo, hay que "redescubrir". Cabe aventurarse y suscribir con quienes ya vaticinaron que el porvenir está en aquellos medios de comunicación que pacten de veras por la calidad de sus propuestas, la inteligencia y creatividad de sus profesionales, y el talento para comunicarse con sus públicos. En suma, por la posibilidad de hacer reflexionar en la misma medida que inquietan y emocionan a receptores que nunca han sido pasivos: medios de prensa y periodistas que sean capaces de librarse del apego enfermizo a una fuente y a la falta de contextalización, que voten por dar vida propia a las redacciones y en ellas propicien el debate, la lectura, la búsqueda de lo que se hace en otros lugares, para compararse.

Esa es la tesis de Carlos Soria, quien en Triunfarán los periódicos que tengan propuestas informativas nuevas, imaginativas y frescas, y también suerte, en entrevista para la revista Ideas Online, señala que triunfarán los periódicos donde se den cada día todas las noticias que importan, sazonadas con un claro valor añadido, y algunas buenas historias. Y agrega que también triunfarán aquellos diarios "que están en las antípodas del ‘cortar y pegar'. Proporcionan todas las noticias que importan, quintaesenciadas y enriquecidas con inteligencia redaccional, y también en esto están las antípodas de los periódicos que tratan la información como una lluvia sin sentido". El mismo Soria sostiene que la realidad en muchos mercados es tristemente contraria al presentar periódicos clónicos, semejantes entre sí como una gota a otra gota.

Tomás Abraham, filósofo, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires y autor de La aldea local, decía en el Foro V Espacio de Ideas: "La puesta en escena de la información requiere una distribución de roles para lograr efectos dramáticos. Las noticias deben tener el diseño apto para una determinada, como decía Flaubert, educación sentimental. También deben constituirse las noticias en ‘emoticias', combinación entre emoción y noticia. El logro de una emoticia no sigue pautas universales, no hay receta para eso. Depende de la cultura de la comunidad a la que se dirige digamos entonces que el estilo es el pueblo". Y Miguel Bonasso, autor de Diario de un clandestino y maestro del periodismo de investigación, comenta también en ese escenario teórico: "...la noticia tiene una historia y tiene un futuro, marca un derrotero que es importante que la gente conozca hacia donde va".

Es desde esos presupuestos que nuestro periodismo asume un reto a partir de la cotidianeidad de su hacer: La información que hacemos y la que debemos, vista desde las múltiples perspectivas que dimanan del hecho en sí de construirla; pero, por sobre todas las cosas, la que a nosotros nos toca darnos desde la altura de la profesión, y la que nos reclama el pueblo cada vez más culto que nos lee.

Hora es de detener ese languidecer que no parece tener fin. Ese verla cada día aparecer más pobre, más deslucida de vestimenta creativa, de aporte sustancioso del acontecimiento del que da cuenta, y más dada a emparentarse con el informe ministerial o sectorial que a la vida misma que se supone representa.

La nota informativa requiere hoy de una actualización y una nueva lectura en su construcción, y esta ha de surgir desde las mismas aulas donde por primera vez el futuro profesional de la información entra en contacto con ella, por lo que su enseñanza debe trascender el carácter instrumentalista -afincado en el "saber hacer" el lead tradicional y la pirámide invertida, ordenar rígidamente los datos de mayor a menor importancia, y excluir al reportero de toda personalización-, y asumir otras formas más novedosas de comunicación, así como tomar del periodismo interpretativo la capacidad de situar al receptor más concretamente ante los acontecimientos.

Por ello, quiero compartir las palabras de bienvenida del sitio del Centro de Estudios Avanzados en Periodismo Narrativo: "Noticias con gusto a vida, a experiencia, a contar los diferentes mundos que se entrelazan para formar la realidad. Explorar formas innovadoras de contar y de pensar la información. De considerar la mirada personal -la nuestra y la de los otros- como algo que suma y no que resta".


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