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EN BUSCA DEL FINAL DESCONOCIDO DE AVENTURAS DE PABLO

EN BUSCA DEL FINAL DESCONOCIDO DE AVENTURAS DE  PABLO

MSc. RANDY SABORIT MORA,
periodista de la Agencia Prensa Latina,
profesor de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

A Pablo del Torrente Bravo lo conocí un día de insomnio literario. Un día de esos en los que uno no se aburre de devorar tinta impresa en nombre de la dieta cultural. El siempre despierto reloj movía sus manecillas pasada la una de la madrugada. Y en un pestañazo -¡ZAS!- tuve a Pablo frente a mí. Hombre melenudo y atlético que caminaba en short y camiseta por la calle Perseverancia entre Heroísmo y Co…raje. ¿El lugar exacto? Sé que no era de La Mancha, pero sinceramente, no puedo acordarme.

No podía creer que el Pablo de Aventuras del Soldado Desconocido Cubano  estuviera delante de mí. Yo loco porque él me confesara lo que seguía a la última frase de esa novela: lo que significa… Quería saber qué significaba aquel mutilado final, sin embargo frente a él, los nervios me traicionaban cobardemente.

Este preámbulo no viene a cuento, pero ya está hecho y no me gusta empezar tarea alguna dos veces (1). Me GRITABA Pablo desde la acera de enfrente, mientras me invitaba a tomar asiento en el contén. Allí, bajo el frío de la noche, transcurrió esta conversación  que alcanzó algunos grados Celsius.

De seguro siempre habrá algún escéptico que ponga en tela de juicio mi diálogo con Pablo aquella noche. Y créanme, hasta yo mismo  lo dudaba, pero la Pablística teoría de la aparición espiritual me resultó convincente: el que ha sido vivo antes de estar muerto, ese sale de todas maneras; y el que ha estado muerto antes de morir ese no sale de ningún modo ni a nadie. (2) ¿Alguien discrepa en que Pablo tuviera la enorme y vital virtud de ser exagerado, excesivo, hiperbólico? (3)

Si ni los argumentos de Pablo ni los míos logran convencerlo, está usted en el más soberano derecho de abandonar la lectura, aunque le recuerdo que estoy en el legítimo deber de seguir escribiendo.

Bien, como decíamos ayer…, estábamos sentados sobre el contén de la acera. Tenía el reto periodístico de romper el hielo en aquella  noche congelada. Y lo rompí. Comencé por el principio: el prólogo. Le comenté que me  había parecido genialmente original que lo hubiera escrito con el aliento de sus propios teclazos; un prefacio que es necesario leer para navegar con brújula por las páginas del libro porque…

-¡Sí, el prólogo!- Pablo impidió a tiempo que mis elogios cayeran con esa fuerza menos sobre su novela. El prólogo lo iba a escribir  mi amigo Don Juan Marinello- el maestro incomparable e indiscutible de los prólogos (4), pero imagínate tenía en turno catorce tomos de versos, ocho novelas, siete ensayos, un estudio de geología, dos tratados de uranografía, la tesis de un histólogo, un diccionario de botánica y dos folletos sobre derecho penal… (5) -Por eso se me ocurrió la magnífica idea de redactarlo yo mismo.

Un “cambiemos el tema” me salió del alma. Entonces, le comuniqué que había resultado Vanguardia Nacional por su abnegado trabajo  como escritor de una novela en la que se emplea con maestría la intertextualidad, la doble narración, y armonía de lo real y lo fantástico  en la diégesis…

-¡¿ WHAAAAAT? ¡- me escupi-gritó asombrado.

-Que la crítica considera a Aventuras del Soldado Desconocido Cubano -aclaré más pausado- como uno de los mejores exponentes de la narrativa cubana de vanguardia. Que la tendencia humorística de esa novela constituyó un antecedente de obras universales como Decadencia y Caída del Mundo, de Hill Cuppy o Apócrifos del checo Karel Capeck. Que Aventuras… supera por sus aportes literarios a los narradores cubanos de la década del 30, y que…

-Muchas gracias, pero no siga que va a sacarme el rojo que llevo dentro, me interrumpió apenado. Hombres osados ha tenido la literatura: hay quien ha escrito con minúscula después de punto (…) hay quien ha empleado los signos suspensivos con lo marcial elegancia de regimientos que desfilan… o con la terrible inclemencia de los disparos de una ametralladora… … … y hasta ha habido escritores de vanguardia literaria propietarios de almacenes de tasajo (6), que no es mi caso; lo del tasajo, digo.

-Tu novela -expresé-, es un refrescante batido paródico hecho con frutas de ironía, sátira y choteo cubano. Es muy digerible la transformación humorística del discurso oficial. El lector ríe y reflexiona hasta  donde la cultura se lo permite. ¿Cómo lograste algo así?

-Yo no hice nada, todo fue posible gracias a la imaginación y cultura de Hiliodomiro del Sol. Recuerdo que lo de Napoleón se le ocurrió después de haber visto una película de Greta Garbo, que por aquellos años –1935 exactamente- estrenaban en Nueva York. ¡Había que ver el parecido entre la Garbo y el Napo! ¡Siempre enigmático, silencioso y empeñado siempre en poner cara de inteligente , o de individuo a quien le aprietan los zapatos. (7)

Napoleón tiene muy mala fama en el círculo de los de grandes héroes de la Historia. Te voy a contar lo que se comenta, según el testimonio de Hiliodomiro: Alejandro dice que quiso imitarlo y fracasó en su conquista de Egipto en donde lo  mejor  que hizo fue el discurso de las Pirámides; Aníbal  asegura que su campaña de Italia (…) fue una mala copia de la suya; César asegura cínicamente que lo único que le interesa de Napoleón son sus cuerpos de hermosos y gigantescos granaderos de la Guardia Imperial; Carlos XII de Suecia dice que sus triunfos fueron debidos a que no tuvo contrarios de categoría, sino una partida de “aguantagolpes”. (8)

-La heroicidad –acoté- es un tema recurrente en el libro. Hiliodomiro habla de aquellos héroes con un lenguaje contemporáneo, e incluso con alusiones a categorías marxistas. ¿Hiliodomiro  era un hombre de izquierda?

Pues claro. Nunca lo precisé en la obra porque lo estaba dejando para el final. Pero sí, Hiliodomiro era un hombre de izquierda por convicción natural: su brazo derecho lo había perdido en Ceja del Negro cuando la Guerra del 95. Era todo un héroe de Izquierda. Además, estudió con pelos y señales El Capital, por eso me confesó ideas como estas: La heroicidad, como casi todos los oficios, está en crisis.  Hay “exceso de producción”. Yo, por  muy héroe  que sea, no me ciega la pasión. Los héroes- casi todos, desde luego, porque hay sus excepciones– son como las tiples (…) Tienen furor de publicidad y no se resignan a que otro salga en los periódicos. (9)

-Pablo, si me lo permites, te leo un fragmento de lo que ha escrito una crítica de Literatura sobre tu novela: “La estructura lingüística de Aventuras… se basa en la oralidad a partir de su condición dialógica. En general, el léxico y la sintaxis remiten al español oral de Cuba, reforzado por expresiones coloquiales como “chico”, “no te creas”, “no te ocupes”, “figúrate”, y otras. Ello es importante (…)  (porque) garantiza el punto de vista popular de las proposiciones  semánticas de la novela (y) remite a lo cubano que se ha aludido en el “Prólogo” y en el título; además contribuye al carácter antiépico de los relatos de Hiliodomiro y proyectivamente de la obra.” (10)

-¡No me digas que mi inconclusa novela tiene todo eso ¡Escribí solo lo que mi amigo Hilio me dictó. Por lo demás, él no ha dejado de ser cubano, por muy soldado desconocido que sea, y no puede, por tanto, dejar de tirar a relajo, un poco su alta posición. Y esta es la mejor prueba de la fidelidad de mi interpretación: el que Hiliodomiro, soldado desconocido, no sea otra cosa, en el fondo, que un tipo de relajo. Ni más, ni menos, que cualquiera de nuestras grandes figuras.  (11)

-El hablar a lo cubano de Hiliodomiro le saca las cosquillas a cualquiera.  Aún recuerdo el paralelo entre el matadero y la guerra mundial.

-Sí, esa es una de las confesiones más relevantes y creativas de Hiliodomiro. ¡Qué gracia tenía para pintar con palabras determinadas situaciones! También recuerdo aquella analogía en la que expresaba: ¿Tú conoces la leyenda de algún  buey héroe, que se haya rebelado en el matadero? Pues eso fue lo que pasó. Como la Guerra Mundial no fue más que un matadero en donde el heroísmo revistió una forma negativa, una forma que nunca ha tenido: la resignación, la paciencia, la resistencia a sufrir, a rebelarse, es que podemos decir que en ella no hubo héroes… Tú sabes perfectamente, que el héroe ha sido siempre un impulsivo, un rebelde. (12)

-¿Sabías que el hecho de que Hiliodomiro funja como narrador-testigo y evaluador de los acontecimientos,  que se desarrollan en la historia ha dejado al campo a Dante, Cervantes y a Shakespeare?

-Era de esperar, modestia y aparte. Mi novela no se parece a ninguna de las obras universalmente famosas. Recuerdo que una noche  el Raulo Roa, Mongo Miyar y yo durante una tertulia literaria en el Castillo del Príncipe nos habíamos dado gusto diciendo que el Dante, a quien no hemos leído, era un pesado; que Cervantes era muy inferior a Don Quijote, desde luego, que Shakespeare en definitiva sólo resultaba un matón insoportable… (13)

-Al leer Aventuras…uno siente como si sus cuartillas susurraran un canto artístico a la vida con los pies en la realidad. ¿Qué es para Pablo la vida, la realidad y el arte?

-¡La realidad es solo un sueño pobre, y la vida, si la vida es algo que  quiera valer la pena, es de veras el huracán de sueños de los primeros años impetuosos, locos, vehementes y desaforados! (14) Por otra parte,  el arte no es más que la manifestación de la vida y  el artista, por tanto, no puede ser otra cosa que un intérprete de esta. Por ello (…) no puede haber artista honrado, si no penetra con valor la vida y a ella le arranca los temas de sus obras. (15)

-¿Es por ese particular sentido de ver la vida y el arte que decides marchar al frente español para concluir las páginas de Aventuras…?

Su cabeza dibujó en el aire un  modesto “sí“.

Como la conversación había ido tomando temperatura me animé a preguntarle sobre  lo qué seguía al último  lo que significa  de su novela. Dicho esto… caí de sueño sobre la página 1 022 del Diccionario de la Literatura Cubana. El Pablo retratado en esa cuartilla no vestía igual que el que había hablado conmigo hacía un instante. Este lucía de cuello y corbata, aunque en su mirada se descubría la pícara sonrisa de quien disfruta su vida resumida en columnas informativas en la página vecina. En minutos pasé la vista por aquellas palabras de síntesis biográfica. Leyendo y leyendo sentí como si un vivo que no ha muerto me recomendara leer Cartas y Crónicas desde España.

Pablo “me la ponía difícil” pasada la una de la madrugada. Debía leer Cartas y Crónicas…, el libro  que esperaba su turno en el armario. Tuve ante mí la huella impresa de los teclazos del corresponsal de New Masses y El Machete. Siguiendo línea a línea al retratista de la guerra tropecé con algunas claves que me facilitaron la comprensión de Aventuras...,. Compruébelo usted mismo.

La deuda de los fascistas españoles con Alemania e Italia está  creciendo  de una manera alarmante. Puede llegar a ser tan grande que no haya otra solución que la guerra internacional para cobrarla (16). (Carta del 17 de noviembre de 1936).

Meses antes había escrito en el Prólogo de su novela: Y si alguien alega que es muy tarde para salirse ahora con un libro de la gran guerra, que esto no sea obstáculo, porque la próxima gran guerra está al caerse de la mata, como vulgarmente se dice… “(17) Tres años más tarde la guerra mundial caería como manzana de Newton sobre la Tierra.

Otro párrafo llamó mi atención: Sobre Madrid lanzaron, con un paracaídas, una caja que contenía el cuerpo horriblemente descuartizado de un aviador que cayó en sus filas. Nada comparable con el horror a esto. Ni las tribus de antopófagos hacen esto, pues no hay en ellas el exhibicionismo de la barbarie. (18) (Carta del 17 de noviembre de 1936).

El fragmento anterior concuerda con este de Aventuras…: Uno cayó desde un avión con paracaídas. Con ametralladoras de mano y careta. Animales más extraordinarios jamás se han visto sobre la tierra. Hasta el hombre de Neardhenthal, al contemplarnos, pegó un aullido de pavor y huyó hacia su caverna, soltando el descomunal garrote… (19)

Es impresionante cómo coinciden el Pablo de Aventuras…y el de las Cartas y Crónicas desde España. ¡Oooobvioooo es el miiiismooo¡ Sentí que alguien me gritaba desde alguna parte.

Después de leer estas reveladoras coincidencias novela inconclusa pudiera continuar así: lo que significa que… Pablo exhausto de dar teclazos en su achacosa máquina de escribir se aburrió del frío de New York, y partió en busca del calor de la Guerra Española. Fue dispuesto a dejar su vida colgada en cualquier combate, en nombre de la justicia futura. Pablo tenía la esperanza de hacer el cuento. Creía que, al menos cojo, regresaría.

A decir verdad, Pablo dejó abierto el final de Aventuras… en el más Acá para que cada lector imaginara el suyo. Fue un cierre democrático del periodista y ser humano Pablo. También se dice que apenas puso un pie en el más Allá  buscó una máquina de escribir para terminar su “coña terrible”, como el mismo la calificara en carta a  Raúl Roa del 4 de agosto de 1936 desde New York. Se dice que con una jarra de buen vino español encendió su imaginación y tecleó desaforado el último capítulo de su novela inmortal.

Hace años que Pablo está en un teléfono público del más Allá intentando comunicarse con nosotros, los del más Acá, para darnos la noticia de que su Aventuras del Soldado Desconocido Cubano ya tiene un santo final como Dios manda. Pero las líneas permanecen congestionadas (sí, en el más Allá también).
 
Notas:

(1) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, en Reivindicaciones de Emilio Salgari,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.113.

(2) Ibídem, p.45.

(3) Ibídem, p.113.

(4) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, en Prólogo a Versos míos de la libreta tuya,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.121.

(5) Íbidem, p.121.

(6) Ibídem, p.120.

(7) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.121.

(8) Ibídem, p. 94.

(9) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y  otras páginas,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.94.

(10) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p. 27.

(11) Ibídem, pp 47-48.
 
(12) Ibídem, p.61.

(13) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, en Reivindicaciones de Emilio Salgari,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.113.

(14) Ibídem, p.114

(15) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, en  Al Congreso de Artistas…,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.113.

(16) Pablo d e la Torriente Brau,  Cartas y  Crónicas desde España, La Habana, Centro Cultural Pablo, 2005, p.94.

(17) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria,  La Habana, Editorial Pablo, 2000, p. 48.

(18) Pablo d e la Torriente Brau,  Cartas y  Crónicas desde España, La Habana, Centro Cultural Pablo, 2005, p.94.

(19) Pablo de la Torriente Brau, Aventuras del Soldado Desconocido Cubano y Crítica Artística y Literaria, La Habana, Editorial Pablo, 2000, p.98.

 

 

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