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CONSTRUCCIÓN DE LA NOTA INTERPRETATIVA: DE LO FACTUAL A LOS SIGNIFICADOS

CONSTRUCCIÓN DE LA NOTA INTERPRETATIVA: DE LO FACTUAL A LOS SIGNIFICADOS

Conferencia impartida  en el IX Festival de la Prensa Escrita, Ciego de Ávila, octubre de 2009.

MSc. IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ,
Profesora de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana, y del Instituto
Internacional de Periodismo José Martí.
http://islalsur.blogia.com

Para iniciar esta intervención, me parece oportuno traer varias perspectivas de análisis desde diferentes áreas intelectuales, pero que a mi juicio poseen vasos comunicantes en el tema que nos convoca que es el de la construcción de una nota informativa que trascienda los límites referenciales de lo factual y produzca en los destinatarios tanto la recepción de la información como la comprensión de los significados de los hechos. Es decir, hablo de la nota interpretativa, tan desconocida, poco estudiada y menos aplicada en nuestros medios de prensa.

Una de las referencias es de Fidel Álvarez Causil, artista colombiano de la plástica: “Todo individuo es testigo deficiente de la realidad, en tanto da fe de la porción de universo que le pertenece. (…) Nuestras representaciones son derivaciones de lo real, de cómo las cosas deben concordar con la imagen que nos hemos construido de ellas. Así, las representaciones mismas construyen el objeto. Por tanto, construir un objeto es representarlo, negarlo es representarlo, conocerlo es representarlo, teniendo en cuenta la realidad a partir de la construcción del conocimiento, donde las cosas que contienen ese conocimiento tienen tantas realidades como intérpretes que la representan. Estamos expuestos entonces al más ‘inofensivo’ de los simulacros: el de la conciencia creadora”.

Las restantes, proceden de textos de Natividad Abril Vargas,  Gaye Tuchman,  Enrique Aguinaga y Concha Fagoaga, quienes plantean, en esencia:

-Todo acto periodístico es un acto de interpretación y, por tanto, un acto subjetivo.

-Los medios informativos (…) no son meros transmisores de la realidad, sino que mediante diferentes mecanismos y operaciones profesionales, participan activamente en la construcción de distintas ‘versiones’ de la realidad”.

-El acto de producir la noticia es el acto de construir la realidad misma, más que una imagen de la realidad. Las prácticas y rutinas profesionales certifican tal manera de hacer.

-La información, como producto de la selección y la valoración, ya es inicialmente un producto interpretativo. No hay información inocente.

Simplificando el universo al que nos estamos refiriendo -al del periodismo, la realidad en el que se produce y su construcción-, el discurso periodístico no es un discurso cualquiera, sino uno que responde a una clasificación, ordenamiento, selección y jerarquización de los hechos y datos susceptibles a formar parte de la actualidad mediática.

Y toda esta introducción aclaratoria es para, una vez más, dinamitar los conceptos de objetividad e imparcialidad que nos imponen los modelos liberales ya trascendidos, para como públicos hacernos creer que sus productos comunicativos son portadores de toda la verdad. No hay nada fuera de la subjetividad. Sin embargo, esta vieja escuela sigue siendo acuñada en los medios de prensa cubanos como paradigma inamovible.

Entonces, y porque el tiempo es corto para derivar en una y otra cita teórica, pregunto: ¿a partir del análisis de los productos periodísticos que entregamos, qué construcción de la realidad estamos realizando? Más específicamente: si la información es el género base del periodismo, ¿qué tipos de noticias damos, toda vez que los hechos no se producen aislados, sino que forman parte de una realidad más vasta y se incluyen en ella?

Hoy, cuando estamos hostigados de tanta información que llega a través de disímiles soportes, ¿qué función desempeña la prensa en el propósito de trascender el mensaje factual, el hecho en sí descontextualizado de la realidad que lo circunda? ¿Por qué no replantearnos una nueva dimensión de la noticia y poner de realce lo que ella significa?   

Una noticia que privilegie el cómo y el por qué del suceso. Quizás esa sea la vía para entender que es importante un determinado cumplimiento del plan de producción, una actitud, la entrega de una distinción, entre los cientos de hechos-ejemplos que cubrimos los periodistas y solo lo socializamos a nivel de caricatura entendible en el entorno referencial en los que se produjeron y, aún así –no olvidar este aspecto del asunto-, cuestionados, dado que los conocedores -los protagonistas y testigos de sus verdaderas dimensiones-, son los críticos más agudos de nuestra entrega informativa.

En consecuencia, estamos hablando de por qué no dar un tratamiento interpretativo a la información, de manera que esta no solo sea portadora del quién, qué, cuándo y dónde ocurrieron los sucesos, sino también, que proporcione una estimación de ellos a partir de las múltiples voces y miradas que se propicien desde las fuentes y donde el periodista actúe como conductor de un mensaje intencional e ideológico que se adentre en el cómo, el por qué y para qué.

Esta revisitación de los hechos tiene una mejor cobertura desde el reportaje interpretativo, o en profundidad, o investigativo; sin embargo, en nuestro país apenas se concede importancia desde la información, al no ser contadas excepciones como es el caso de la Agencia Prensa Latina.

La prensa impresa, me atrevería a afirmar, prácticamente la desconoce en sus presupuestos teóricos y los acercamientos a esta manera de hacer se dan empíricamente más de lo deseado… o no se dan. En el caso de la radio y la televisión, se clasifica en otros géneros y se aduce falta de tiempo para acometerla, olvidando que cada soporte mediático tiene sus especificidades y, respetándolas, todo es factible de ser adaptado.

¿Qué puede estar sucediendo hacia el interior de los medios, de los periodistas y los decisores?

-Que la interpretación es el derrotero más joven del periodismo, y antecedido por los estilos informativos y opináticos, éstos cuentan con un arraigo muy sólido.

-A pesar de contar con más de medio siglo de nacido, el estilo interpretativo continúa siendo el gran desconocido en Cuba. Tan es así, que lo que se hace hoy bajo ese espíritu, recibe tantas denominaciones como creativos sean los colectivos donde se producen.

-La balanza tiende a inclinarse hacia la idea de concebir la información solo desde la obsoleta posición de objetividad e imparcialidad, ya suficientemente desmontada por los teóricos, pero que en la práctica continúa prevaleciendo en los modos simbólicos de pensar.

-Y lo peor: la desestimación desde las prácticas profesionales a quienes, conocedores de las actualizaciones teóricas a partir de estudios académicos, tratan de introducirlo como necesaria rutina productiva.

En este aspecto, aclaro que en lo particular no temo a las subjetividades porque ella está presente en todo acto creativo y que a lo más que se puede aspirar es a la honestidad y ética profesional, y voto por dar a los públicos la realidad en toda su dimensión, en sus diversas aristas, con las muchas miradas de los actores de un fenómeno y, solo entonces, poner al lector en disposición de llegar a sus personales conclusiones y reflexiones.

Castejón señala que, en su esencia, la labor interpretativa se basa en los principios generales de la noticia como concepto periodístico básico. Incluso, el trabajo resultante es, estrictamente hablando, información, aún cuando sea más amplia, más densa y con un nivel mayor de participación del intelecto del reportero. Y termina abogando por considerar la interpretación como objetivo de los medios de comunicación y relacionarla estrechamente con la información.

¿Qué grande es el mundo y cómo lo interpretamos desde nuestras propias percepciones y experiencias, ideologías y compromisos? ¿Qué es ese público al que muchas veces queremos obligar a leer notas que nada le dice y las más de las veces parecen extraídas de informes administrativos?

Es áspero decirlo, pero los periodistas en no pocas ocasiones olvidamos que somos contadores de historias. En consecuencia, el rumbo lo torcemos a contar declaraciones que es la forma más fácil de desentenderse del compromiso de explicar el acontecer de la realidad a los públicos necesitados de esa mediación para la cual nos valida como profesionales. Pero contarles las historias desde sus particularidades, contextos, antecedentes y proyecciones, es decir, desde miradas holísticas, es posición poco asumida.

En ese amplio universo que está ante nosotros, nos corresponde informar sobre los aconteceres desde las perspectivas de considerar al público como una masa heterogénea e inteligente que evaluará el producto final desde la criticidad, pues desafortunadamente, a veces se piensa en el receptor como una masa homogénea que no juzga, al que impunemente le ofrecemos mensajes mal cosidos como si estuviera obligado a consumirlos.
 
Eduardo Ulibarri deja claro que ante cualquier hecho nos preguntemos:

-¿Es actual o, al menos, trata aspectos que tienen vigencia?

-¿Es interesante? ¿En qué sentido?

-¿Es relevante o importante?

-¿Posee detalles irónicos o curiosos?

-¿Es novedosa, o tiene posibilidades de serlo?

-¿Es útil? ¿Para quién?

-¿Es original en las posibles orientaciones que pueden dársele?

-¿Es de interés físico o psicológico para el público?

-¿Es llamativa, debido al potencial de denuncia que contiene?

-¿Es sólida en sus elementos?

Y ante estas inquietantes, ¿cómo, entonces, la prolijidad que hoy encontramos de espacios informativos con noticias sin otro valor que el relato directo y hermético de los acontecimientos?  

Si hacemos un examen de conciencia y profesionalidad, tendremos que confesarnos que en no pocas ocasiones nos despreocupamos de cuestiones consustanciales al ejercicio de informar a los públicos como pueden ser el ámbito, los propósitos, el proceso de razonamiento, la utilización de las fuentes y el tener sentido de la actualidad u oportunidad que debe acompañar todo acto creativo.

En ese entramado, cabe cuestionarse que si bien los hechos ocurren en un tiempo y espacio determinados, también es oportuno inscribir los aconteceres que alrededor de ellos se producen y merecen ser divulgados para dar una mayor comprensión y complejidad y eleve el acontecimiento de un nivel factual y temporal, a una dimensión de mayor alcance, el del conocimiento que de la posibilidad al receptor de recodificar el mensaje a partir de la información que estamos aportando.  

Explicar, interpretar, relacionar y valorar los fenómenos se vuelve un imperativo en tiempos en que el fárrago de informaciones es un bumerang que lejos de proporcionar conocimientos, deja a los receptores sin asideros de a qué brasa sumarse.

Esa mirada coordinadora y amplia, le corresponde a la prensa: encauzar, orientar, desde la información profunda que propicien protagonistas, expertos, testigos, en una multiplicidad de fuentes y visiones que confluyan en el propósito de que el receptor pueda arribar por sí mismo a conclusiones.

Es importante adentrarse en los juicios que ofrezcamos. A continuación les expongo definiciones que pueden encontrarse en cualquier manual: Juicios analíticos, resultan de la percepción de un problema y con ellos se llama la atención sobre determinados asuntos e implican al lector en esa preocupación. Ellos no tienen por qué manifestarse explícitamente, sino que se dan en la propia construcción del relato.

Los sintéticos, conocidos en las redacciones como pronósticos, están basados en la experiencia y, por tanto, permiten predecir determinadas realidades. En tanto los juicios hipotéticos quedan abiertos a una o varias hipótesis que se formulan como resultado del análisis realizado.

Otros juicios que también pueden integrar la nota interpretativa son los disyuntivos cuando plantean una alternativa con sus dos opciones opuestas de o esto o lo otro. Y, por último, los juicios de valor, a partir de criterios de fuentes responsables, sólidas, no necesariamente especializadas, pero sí, desde su posición, totalmente creíbles.

Como se puede apreciar, en la nota interpretativa la fuente deja de ser una –con su consiguiente absoluta parcialización del acontecimiento, siempre arrimando las futuras conclusiones del lector a su punto de vista, lo cual hace absolutamente subjetivo el mensaje-, para convertirse en múltiple, y esa diversidad confiere una mayor credibilidad a la entrega, más cuando le otorga la emoción y el color del periodismo latinoamericano.

Y acá me permito un paréntesis: si el periodismo es un reflejo de cada sociedad en particular, ¿quién puede imponernos que escribamos desde un pensamiento  con etiqueta  de flema británica o pragmatismo norteamericano o aspereza española? Respondemos a una cultura, una identidad, una praxis, una pertenencia latinoamericana y caribeña; entonces, nuestro periodismo ha de reconocer ese latir en el que inevitablemente lo sesgará el color y la emoción. Asumirlos se vuelve también un acto liberador y una reafirmación de autenticidad. 

Estamos ante un nuevo escenario para la información: el de la interpretación, sin que con ello estemos abogando por la muerte de lo puramente informativo, honestamente “impersonal y objetivo” en la medida que se reconstruye la realidad a partir de símbolos. De manera sincera pienso que ningún estilo suplanta a otro, sino que pueden ambos crecer y convivir de forma armónica en tanto se empleen en su justa dimensión.
 
Retomando el contorno de lo interpretativo en la nota, ahora con ella es necesario poder generalizar, predecir, adelantar los fenómenos a partir de una fundamentación cuyas raíces sean pruebas identificables.
 
Esta manera de construir la realidad desde la información interpretativa, Fagoaga y Ulibarri concuerdan en que no puede desestimar tampoco los efectos de los sucesos sobre el receptor, el valor que él le confiere, la relación con el debate público que acerca del acontecimiento se esté produciendo y la vinculación con otros hechos que enriquezcan la comprensión del mismo. 

Es por ello que, una y otra vez, habrá que retomar lo que llamo Fórmula Ulibarri, de tanta recurrencia para lograr textos más acabados.

El teórico plantea sobre el abordaje de un tema:

-Del presente: ¿qué significa?, ¿surge aislado o forma parte de otros?, ¿cómo se vincula con ellos?, ¿introduce algún cambio significativo?, ¿a quiénes afecta en lo inmediato?, ¿contiene elementos polémicos?, ¿cuáles fueros los factores más cercanos que precipitaron su aparición?

-Del pasado: ¿por qué ocurrió?, ¿cuáles son sus antecedentes?, ¿con qué otros acontecimientos se relaciona?, ¿se pueden identificar causas relevantes?, ¿qué ha ocurrido con situaciones similares en otras épocas y lugares?, ¿existen analogías relevantes?, ¿puedo documentar su desarrollo?

-Del futuro: ¿qué posibilidades de desarrollo tiene?, ¿es posible proyectarlo?, ¿con qué otros factores podrán relacionarse?, ¿en qué o quiénes repercutirá?

Javier Ibarrola propone:

-La interpretación significa brindar al lector todos los antecedentes posibles del suceso.

-No dejar nada sin resolver. No dejar cabos sueltos.

-Debe complementarse con valoración avalada por antecedentes y contextos.

Gonzalo Martín Vivaldi argumenta:

-La interpretación es una valoración objetiva basada en antecedentes, análisis, consecuencias y exposición comprensiva de los acontecimientos.

Santamaría y Casals apuntan:

-Está admitido que la interpretación forma parte vital de las noticias porque es un juicio objetivo apoyado en los antecedentes, el conocimiento de la situación y el análisis de un acontecimiento.

La mayoría de los autores:

-Consideran a la interpretación como procedimiento privativo del trabajo periodístico; pero no todos la colocan como segundo nivel del estilo informativo.

José Antonio Zarzalejos, director de El Correo Español-El Pueblo Vasco, señala que cada vez se camina hacia un periodismo más interpretativo de las noticias, que los lectores ya no se conforman con la información efímera, y que cada vez se hace más patente la necesidad por parte de los periódicos de recuperar el protagonismo de géneros como la entrevista, la crónica o el reportaje, además de incorporar profesionales de calidad que permitan a la prensa cumplir con sus funciones adecuadamente.

Y Sebastián Bernall Chillón acota: “El abandono efectivo de su primigenia función informativa en manos de los mass-media audiovisuales y de los futuros medios basados en el desarrollo de la telemática conducirá irremediablemente a la prensa hacia la adopción de funciones de profundización, contextualización y argumentación de las noticias “duras” servidas a través de aquellos canales”.

Esto conlleva a replantearnos las maneras de hacer desde el punto de vista de un razonamiento apreciativo que indague en los hechos, antecedentes, contextos y proyecciones, de manera que se sume a la información cuantitativa lo cualitativamente y aportador del mensaje. Es decir, en no pocas ocasiones cuando ofrecemos a los destinatarios hechos sin pasado, sin circunstancias que los acompañen y sin atisbos de futuro, le estamos dando paso a la posibilidad de incertidumbres en su credibilidad.

Especialmente importante en la nota interpretativa es el empleo de las múltiples fuentes, con el propósito de que expresen juicios que profundicen en el hecho noticioso, ofrezcan varias miradas al receptor y se adentren en la percepción del problema.

En resumen, en la nota interpretativa hay una implicación del hecho con su historia, alcance, causas, impacto, contracorrientes y futuro, de manera que sean respondidas las preguntas vinculadas al significado de los acontecimientos, cómo entenderlo en su integralidad, qué representa, por qué ocurrió y para qué sirve conocer su significación, cómo nos involucrará, su repercusión en la vida cotidiana, y posibles consecuencias.

En nuestros medio un criterio muy difundido es que la nota interpretativa es, en suma, un reportaje informativo, razonamiento que no comparto en tanto: 

-La nota interpretativa continúa manteniendo el estilo redaccional informativo: directo, conciso, preciso, sin adjetivación, sin intromisiones del “yo” del periodista.

-La objetividad como aspiración suprema la preside. La remisión a fuentes para lograrla es una constante, es imprescindible.

-Su estructura continúa siendo la de las notas: es decir, mantiene el lead y el cuerpo, aunque ya no en la clásica pirámide invertida, sino en las diferentes variantes que posibilitan tanto los leads y cuerpos clásicos, como los leads y cuerpos no convencionales.

-No hay entrada, cuerpo o conclusión al estilo de los reportajes, más creativos, más flexibles. La nota interpretativa presenta desde el lead el tema a abordar en su problemática.

-El lector siente todo el tiempo un estilo en el que se le “informa”, no que se le “cuenta una historia”.

En este punto, válido es que abordemos en el estilo informativo e interpretativo sus semejanzas y diferencias; es decir:

-En ambos estilos los modos expresivos de los periodistas ofrecen una visión lo más cercana a la realidad.

-Sin embargo, en la nota interpretativa se plasma la noticia en toda su pluralidad, asociada a otros hechos del pasado, el presente y se atisban consecuencias probables.

-El estilo informativo se distingue por la descripción del hecho; en tanto, el interpretativo propone aristas heterogéneas para entender y alcanzar el conocimiento integral de la noticia.

-Mientras los textos informativos narran un acontecimiento de forma “objetiva” e “imparcial” y se asientan en contenidos factuales, los interpretativos proponen valoraciones y análisis que el receptor toma o excluye, es decir, hay en ellos una voluntad de trascender.

En contraposición a lo que se discurre en muchas redacciones, particularmente pienso que la nota interpretativa no es una noticia ampliada ni “hinchada” y sin efectividad, sino sustanciada de elementos que la contextualicen, que den sus antecedentes e, incluso, se arriesgue en proyecciones, que es lo más semejante a la información integral preconizada por el periodista y profesor cubano José Antonio Benítez.

En este nuevo entablado que se nos propone, volvamos la vista ante ese cada vez más agotador bombardeo de espacios noticiosos en los que prevalece o bien la nota escueta, desprovista de contexto, notas que parecen salir de la nada y nada decir, ni aportar, ni informar ni orientar; o la opinión que más que persuasiva es impositiva, y con ello se convierte en puente roto en el camino hacia el entendimiento. Opinión que se rechaza por su verborrea expositiva y apocalíptica, sin que medie balanza alguna ni ofrezca oportunidad al público para disentir.

En ambos casos, cuando desvestimos las circunstancias de explicación y equilibrio, estamos construyendo mensajes incompletos y privamos al receptor de mensajes construidos con sentidos venidos desde distintas voces para que él, con su inteligencia y cosmovisión del mundo y desde su heterogeneidad, pueda llegar a conclusiones lógicas y no impositivas.

Sostengo, por tanto, que en los medios impresos, en especial los diarios y semanarios, el paso de la nota informativa tradicional -que solo da cuenta del hecho factual y descontextalizado, sin asimientos a la realidad más amplia en la que se inserta-, a la nota interpretativa -en su complejidad y multiplicidad de voces para entender los fenómenos-, resulta estratégico para el inevitable reacomodo informativo y de conocimientos. Y digo más: es impostergable para la supervivencia de estos soportes enfrentados a una competencia indiscutible con la radio, la televisión, la hipermedia, en un mundo globalizado donde predomina el tiempo real.

Para cerrar esta ponencia, una afirmación de Juan Cantavella: “La abundancia de noticias, afirma el español, es tan sobrecogedora que el lector buscará en los medios impresos una valoración y una complementariedad de lo que se le ofrece. No basta con situarle frente a la complejidad de un problema los primeros días en que estalla un determinado conflicto, sino que es necesario volver una y otra vez cuando se trata de una situación que se prolonga en el tiempo, con el fin de aportar elementos de utilidad para los lectores que se incorporan o para los olvidadizos, que son los más.”

Bibliografía

Abril Vargas, Natividad. Periodismo de opinión. Claves de la retórica periodística. Editorial Síntesis. Madrid. s/f.

Araujo, Blanco. Manipulación informativa: crisis del periodismo contemporáneo. Trabajo referativo. Universidad Bolivariana de Venezuela. Caracas, 2008.

Benito, Ángel. Teoría general de la información. Guadarrama. Madrid. 1973.

Cantavella, Juan. Manual de la entrevista periodística. En PDF.

Fontcuberta, Mar. Estructura de la noticia periodística. ATE. Barcelona, 1980.

Martínez Albertos, José Luis. Redacción Periodística. ATE. Barcelona. 1974.

Río Reynaga, Julio del. Periodismo interpretativo. El reportaje. PDF.

Sánchez-Bravo, Antonio. Tratado de estructura de la información. Latina Universitaria. Madrid. 1981.

Tuchman, Gaye. La producción de la noticia. Pili y Gaya. Barcelona. 1983.
 
Ulibarri, Eduardo. Idea y vida del reportaje. PDF.

 

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